Pocos días después de que el CIS de septiembre diera por primera vez a la formación ultra Vox una estimación de voto del 1,9 %, este partido nacido en 2o14 llenó el pasado domingo el pabellón de Vistalegre de Madrid con más de 9.000 personas totalmente entregadas al mensaje antifeminista y anti-inmigración de su líder, el expopular Santiago Abascal. La magnitud del acto, su parafernalia y cuidada puesta en escena en medio de un mar de banderas españolas vino a reflejar que el espacio político de la derecha -copado en las últimas décadas por el PP hasta la aparición de Ciudadanos-, va a ser un agrio campo de batalla de cara a las elecciones locales, autonómicas y europeas de mayo de 2019.

El acto de Vistalegre aparece así como la auténtica puesta de largo de un partido nacido de desencantados del PP. La doctora en Ciencias Políticas y experta en movimientos de ultraderecha Anna López enmarca el acto de Vistalegre en un «acto de propaganda electoral». Coincide en esta visión la politóloga y profesora de la Universitat de València (UV), Aída Vizcaíno, que apunta al carácter táctico del mismo. «Vox se ha situado en la agenda, ha conseguido su objetivo», explica.

El día después de la exhibición ultranacionalista de Vistalegre, el expresidente José María Aznar atribuyó a su sucesor al frente del PP, Mariano Rajoy, el ascenso en las urnas de Ciudadanos y la irrupción de Vox. Durante una entrevista en la Cope, Aznar recordó que cuando dejó el Gobierno y el partido en 2004 legó «un espacio electoral unido» y «hoy este espacio está troceado en tres: PP, Cs y Vox».

«Valores compartidos»

Aznar fue el primero en dar carta de naturaleza a Vox. El siguiente fue el nuevo líder del PP, Pablo Casado, que durante esta semana ha lanzado varios guiños al partido ultra, apelando a los «mismos valores esenciales» que afirma que comparten.

¿Y cuáles son los valores de Vox? Pues resumiendo, en función de los principios inspiradores incluidos en su manifiesto fundacional: la indisoluble unidad de España, la recuperación del peso en la escena internacional, la familia, las libertades individuales, la economía social y la honradez de los cargos públicos.

Esos principios se concretan en el documento 100 medidas para la España viva, presentado en el acto de Vistalegre y en el que figuran medidas concretas como la suspensión de la autonomía catalana y en general la supresión de todas las comunidades autónomas, un plan integral para la difusión de la identidad nacional o la derogación de las leyes de memoria histórica o contra la violencia de género.

Otras propuestas son la deportación de los inmigrantes ilegales, la construcción de un muro «infranqueable» en Ceuta y Melilla y, entre otras, incentivos a las empresas para contratar trabajadores españoles, una ley de protección de la tauromaquia o la protección de la caza.

Para López, la afinidad mostrada por Casado con Vox es «preocupante». En su opinión, el jefe de filas del PP «ha optado por un discurso radical que, teniendo en cuenta el contexto europeo, le puede salir por la culata. Casado tiene miedo de perder voto conservador y trata de retenerlo», apunta.

Nuevo terreno de juego

Varias encuestas electorales, entre ellas la última del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), otorgan a Vox una estimación de voto de un 1,9 % de los votos, por lo que, en caso de superar el 3 % en alguna circunscripción -tradicionalmente es Madrid donde obtiene mejores resultados- podría llegar al Congreso con un diputado.

No obstante, no lo va a tener fácil, la competencia promete ser feroz.La encuesta del CIS refleja que solo un 2,2 % de los españoles se sitúa en el extremo derecho de la escala de ubicación ideológica, y desde luego no está claro que todo ese electorado opte por los de Abascal. Por otra parte, uno de los principales problemas de Vox es su prácticamente nulo peso en localidades pequeñas, feudo tradicional del PP en el que incluso Cs esta teniendo problemas para implantarse electoralmente.

Más aún, según refleja el CIS, el probable caladero de votos de Vox se da en ciudades medianas de entre 50.000 a 100.000 habitantes, con una estimación de voto del 2,2 %, y grandes urbes de más de un millón de habitantes (2 %). Estas son plazas donde PP y Cs van a dar el combate directo de cara al próximo mayo y en las que las apelaciones al «voto útil» pueden acabar siendo decisivas para decidir el sentido del voto. Una imagen que refleja esta pugna por el espacio político de la derecha es la asistencia de PP, Cs y Vox a la manifestación por la unidad de España del pasado viernes en Barcelona, en la que hubo exaltación del franquismo por parte de algunos asistentes.

¿La «excepción» española?

El terreno de juego, por tanto, ha cambiado. «A nivel parlamentario no es habitual que no hubiera competencia en el espectro de la derecha», dice Vizcaíno. «Era una anomalía», sostiene. La «excepción española» a la presencia más o menos normalizada de partidos de extrema derecha en el panorama político -algo cada vez más común en Europa-, parece que llega a su fin.

«Hay que entender a Vox en su contexto español y europeo», recalca. Varios factores pueden ayudar a explicar su aparición y tanto Vizcaíno como López coinciden en señalar la crisis catalana. «Cataluña ha sacudido la cuestión territorial e identitaria en España», dice Vizcaíno. «En el ámbito de la extrema derecha española siempre ha sido un factor clave el eje territorial y el identitario», dice. En su opinión, Vox despunta, por un lado, «en un contexto de desencanto por cómo ha gestionado el PP la cuestión catalana», y, por otro, en un contexto europeo de auge de las tendencias ultraderechistas.

Así, Vox propugna un nacionalismo español sin complejos. Gracias al conflicto catalán, «el nacionalismo español se ha liberado de la herencia franquista y se opone al soberanismo catalán», puntualiza Anna López, que indica que dos son los vectores que convergen en el «momentum» aprovechado por Vox para dar el salto a la actualidad política: el primero es la debilidad del PP por la corrupción y la moción de censura y el segundo es la normalización de la presencia del nacionalismo español en la sociedad.

El espejo europeo

Cataluña como catalizador, Europa como espejo. «Vox se enmarca claramente en la nueva ola conservadora que barre Europa», afirma la politóloga Vizcaíno. Sobran los ejemplos: el triunfo del brexit en Reino Unido, el nuevo Gobierno italiano fagocitado por la Liga de Matteo Salvini, el auge de AfD en Alemania...

El rechazo a la inmigración, la defensa de la «soberanía» nacional frente a la UE, el recurso al discurso emocional, son aspectos que, pese a sus diferencias, amalgaman a esta nueva extrema derecha europea que rehuye la estética del pasado. En este sentido, dice López, Vox se presenta como un partido moderno, activo en redes sociales, donde su líder, Santiago Abascal, se proyecta con éxito. De la misma forma que ha sucedido en Italia o en Alemania, Vox es consciente de que debe apelar «a los perdedores de la globalización»,explica la politóloga. Fundamentalmente, hombres de entre 35 a 50 años de clase media y trabajadora que se siente maltratada por años de recortes y que ve con preocupación la presencia inmigrante en un mercado laboral cada vez más precario.

Este sector ha resultado ser proclive a escuchar el mensaje ultra desde EE UU a la vieja Europa. Es una de las consecuencias de la gran crisis económica de 2008, cuyos efectos aún se arrastran a nivel global.

Las elecciones de mayo de 2019 prometen ser cruciales en este marco de crecimiento de los partidos euroescépticos. Para lograr un mayor peso en la Eurocámara, el hombre que ayudó a Donald Trump a llegar a la Casa Blanca, Steve Bannon, ha creado en Bruselas The Movement, una plataforma que busca integrar a los partidos ultra usando las tácticas que auparon a Trump en 2016.

El pasado abril, Vox obtuvo la bendición de Bannon, que mostró su disposición a asesorar al partido de Abascal de cara a los comicios de mayo. El mitin de Vistalegre ha sido su primer acto de campaña y resultó un éxito a nivel mediático. La consecuencia ha sido el endurecimiento de PP y Cs. El tiempo dirá si es suficiente para neutralizar el efecto Vox o todo lo contrario.