El último dispositivo electrónico de moda es el "reloj inteligente", que, entre otras muchas funciones, mide el sueño, esto es, el total de horas dormidas, la hora de inicio y de fin, y el tiempo de sueño profundo y de sueño ligero. Este es, sin duda, uno de los mayores reclamos de estos dispositivos electrónicos, que funcionan a través de una aplicación móvil. Pero, ¿sirven realmente para saber si dormimos bien o mal? La respuesta es no.
"Estos relojes son el realidad un actígrafo, que lo que hace es detectar la actividad motora. A través del movimiento del cuerpo, distingue entre la vigilia o el tiempo que estamos despiertos (movimientos frecuentes) y el tiempo de sueño (movimientos poco frecuentes o nulos). ¿Qué sucede? Que puedes estar despierto sin moverte, con lo cual el actígrafo va a pensar que estás durmiendo o puedes tener el síndrome de piernas inquietas y estar durmiendo, pero la pulsera interpreta que estás en vigilia porque detecta cambios bruscos", explica el neurofisiólogo gallego Emilio Rodríguez Sáez, que participó en la creación de la Unidad del Sueño del Centro Hospitalario Universitario de Vigo, de la que fue su director hace dos años.
El actígrafo se emplea en las unidades del sueño, especialmente en pacientes jóvenes y siempre que no tengan otros problemas como apnea o el síndrome de piernas inquietas. Pero no es el único y desde luego no sirve para determinar la calidad del sueño, para lo que se emplean otros parámetros. "La pulsera no va a dar calidad de sueño, solo tiempos de sueños. Una cosa es cuánto tiempo se está dormido y otra de qué calidad es el sueño", explica el experto. Es decir, una cosa es dormir y otra muy distinta, descansar.
El doctor Rodríguez Sáez explica que la calidad del sueño viene determinada por la distribución de las fases y los ciclos del sueño, algo que no miden los "relojes inteligentes". "El sueño nocturno se organiza en cuatro o cinco ciclos a lo largo de aproximadamente ocho horas. Cada ciclo dura de 90 a 120 minutos y comprende a su vez cinco etapas diferentes, una REM y las no REM. La REM ha de ser un 25% de todo el tiempo del sueño para que este sea reparador. Es la fase durante la cual el cerebro está muy activo y es cuando se producen los sueños y construimos la mayor parte de nuestro sistema onírico. Y las no REM, en las que se encuentran las fases ligera y profunda, durante las que nuestro cerebro está en reposo. Un sueño de calidad sigue esta organización y esto no se mide con un actígrafo", explica.
Según el especialista, la calidad del sueño es cada vez peor y en esto tienen la culpa múltiples factores, entre ellos, el huso horario, que según el neurofisiólogo no es el que nos corresponde según el horario solar, y los horarios laborales. "Hay demasiados factores en la sociedad para dormir mal y tampoco hay una buena educación en higiene del sueño. Los horarios laborales que tenemos son sencillamente catastróficos y afectan no solo a los adultos, sino también a los niños, que a su vez cogerán estos horarios como rutina. Esto solo pasa aquí", afirma.
Lo paradójico de estos dispositivos es que se adquieren para controlar el sueño que nos roban otros dispositivos electrónicos. "Hay que desconectar cuanto antes de la actividad diaria; cenar y acostarse antes, para lo que el consejo básico sería salir de trabajar como muy tarde a las siete; no ver televisión antes de acostarse y mucho menos estar con dispositivos como móviles, porque esto no ayuda precisamente a conciliar el sueño y a dormir bien", asegura el especialista, que también aconseja dormir las horas que necesita cada uno y mantener una rutina. "No vale dormir las ocho o diez horas solo el fin de semana. Tiene que ser todos los días", afirma el experto, quien asegura que en España suspendemos en higiene del sueño.
