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Los 'pornonativos', niños con acceso libre y fácil al porno gracias al móvil

Los expertos advierten de que los niños acceden a material sexual para adultos antes del primer beso y aconsejan a los padres "gestionar" esa realidad

Puede ser accidental o conscientemente, por curiosidad, tentados por un amigo o amiga o incluso inducidos por éstos con el envío de imágenes "picantes", lo que se conoce como "sexting" (envío de mensajes sexuales, eróticos o pornográficos por medio de teléfonos móviles)... Pero de lo que los expertos en sexología no tienen dudas -y los estudios realizados al respecto así lo confirman- es que los menores de edad cada vez se inician en el visionado de porno a edades más tempranas. Y por "temprano" debe entenderse una media de 12 años, con llamativos casos de precocidad incluso a los 9 años. Algunos estudiosos de esta realidad les han puesto nombre: la generación de "pornonativos", los criados con acceso libre y fácil al porno.

Uno de los estudios más completos realizados al efecto, y que se ha convertido en un documento de análisis obligado en muchos gabinetes psicológicos y sexológicos, es el que elaboró el portal estadounidense Convenant Eyes, que estimó en 2015 que nueve de cada diez niños y seis de cada diez niñas están expuestos a la pornografía en línea antes de los 18 años, con la media y citada de 12 años como frontera.

Los 'pornonativos', niños con acceso libre y fácil al porno gracias al móvil

Los 'pornonativos', niños con acceso libre y fácil al porno gracias al móvil

Del análisis de estos datos a la preocupación solo hay un paso. El motivo es obvio: "Un menor que aún no ha dado ni su primer beso -tradicionalmente considerado el momento de inicio en el mundo de lo sexual- no está preparado para ver porno, semejante descarga de contenidos sexuales impropios para esas edades lo único que hará es confundir, fijar estereotipos equivocados sobre la práctica del sexo y, en general, causar problemas". Así lo afirma Iván Rotella, sexólogo al que avalan veinte años de trabajo en la asociación Astursex y doce en el Centro de Atención Sexual de Avilés (CASA), una iniciativa municipal que fue pionera en España.

Rotella asegura que Avilés no es una excepción a la regla. Tanto en CASA como en los institutos y colegios donde imparte clases de educación sexual ha constatado que los chavales -al margen de su sexo- acceden a contenidos porno a edades mucho más tempranas que hace unos años. ¿Cómo es posible? La respuesta está en todas las casas: los móviles y las tabletas digitales. "¿Que les regalamos a los niños cuando hacen la Primera Comunión? El móvil. Justo en ese momento les hemos dado a los críos la llave que les abre la puerta al porno. Porque no hace falta explicar lo fácil que es llegar a contenidos porno en cualquier buscador, ¿verdad?"

Negar la evidencia, que los hijos ven porno, es además de absurdo, contraproducente, en opinión del sexólogo avilesino. Y a este respecto, conviene reseñar que el estudio citado al comienzo también daba un dato esclarecedor sobre cómo los precoces porno-adictos borran su rastro en internet: lo hacen el 71% de los encuestados. Es decir, que no encontrar huellas de porno en el historial de navegación por internet no permite sacar conclusiones fidedignas.

Así las cosas, ¿qué hacer? Rotella ve inútil luchar contra los elementos: "El porno es una industria potentísima que ha venido para quedarse y sería ilusorio pensar que podemos controlar el acceso a determinadas páginas o contenidos... es que están por todas partes".

Mirar para otro lado tampoco es muy inteligente. O sea que sólo queda una: "Los padres, ellos los primeros, y los educadores tienen que desempeñar su papel en esta materia como en cualquier otra: dar información y asesorar, y si no se ven capacitados o el caso es especialmente delicado, pedir ayuda a los profesionales", aconseja el experto avilesino.

El problema de que los niños de corta edad vean porno radica en que se trata de un producto pensado y dirigido para otro público, un espectador al que se le presume la capacidad de discernir -al igual que pasa con el cine de ciencia ficción- qué es real y qué es fabulado.

Es decir, explica Iván Rotella, "que el porno no es fiel a la realidad, ni los coitos duran tantos minutos, ni las erecciones son tan espectaculares, ni las mujeres tienen por qué llegar siempre al orgasmo".

Por no hablar, añade el sexólogo, "de que la mayoría del cine porno, o al menos el de fácil acceso, es heterosexista y las más de las veces grosero, está hecho por y para hombres, relega a las mujeres a papeles sumisos y suele ir cargado de connotaciones violentas que para nada reflejan la realidad de una relación normal de pareja". Rotella no condena el porno, pero lo encasilla en el apartado de "objeto de consumo" para adultos.

El riesgo -y así lo han constatan los sexólogos locales en su dilatada experiencia profesional- es que la iniciación en el porno a temprana edad hace creer a los chicos que "el sexo tiene que ser como en las películas" y a ellas les provoca extrañeza y confusión que sus parejas, de un tiempo a esta parte, adopten roles mucho más violentos de lo que cabría esperar en sus relaciones sexuales.

"El porno no tiene por qué ser dañino si no te lo crees, pero alguien tiene que explicar a nuestros hijos, dando por sentado que lo ven, que esas películas no son reales, que es una ficción, que tienen efectos especiales... Yo suelo decir a mis alumnos que son como las de Superman, que tienen truco", comenta el sexólogo Iván Rotella.

Todo esto lleva al experto avilesino a insistir en la necesidad de mejorar la educación sexual, y en especial la de los niños y adolescentes. Porque, además, una cosa lleva a otra: "Cuando los de mi generación bajábamos al parque, las madres nos preguntaban con quién íbamos. Ahora el parque se llama Instagram y en él no juegan doce críos sino cientos de personas, algunas incluso con aviesas intenciones. ¿Estamos controlando eso? ¿Sabemos qué contenidos suben nuestros hijos a las redes? En nuestra consulta tenemos numerosas consultas sobre este particular, sobre compartir fotos de contenido sexual con otra gente, sobre las fronteras de lo privado..."

Hablar en casa, educar en el colegio, anticiparse, prevenir... Y la única forma de prevenir, concluye Rotella, es dar información veraz, completa y confiable a los hijos. En otras palabras, dotarlos de herramientas para que sepan distinguir lo real de lo ilusorio, para que cuando se enfrenten a sus relaciones sexuales sepan gestionarlas con naturalidad y no como haría el "prota" de aquella película porno.

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