La meteorología es un tema fundamental en los medios de comunicación porque en muchos casos, sobre todo cuando da lugar a fenómenos extremos, cubre de una tacada un montón de criterios que avalan la noticiabilidad de un hecho. Las 'ciclogénesis explosivas', últimamente, se han convertido en uno de esos ítems que saltan a la primera línea informativa en cuanto los meteorólogos rumian su presencia. No hace falta asegurar la existencia del proceso, el periodista puede parapetarse en una horda de condicionales. Vale la pena, porque vende.

Fíjense que el concepto de ciclogénesis lo podríamos utilizar todos los días, no hace más que referirse a la génesis de un ciclón, de una borrasca, y esto ahora mismo está sucediendo unas cuantas veces mientras usted toma el café o come una crujiente tostada con aceite de oliva, ¡qué envidia!

El adjetivo es el valor diferencial: «explosiva», que según el glosario de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) conlleva la caída de entre 18 y 20 hectopascales de la presión mínima en un centro de bajas presiones, que es bastante.

Cuando esto sucede la borrasca expele fuertes rachas de viento y suele articular un temporal marítimo importante, si se produce en el océano como fue el caso de la borrasca Miguel, o frentes de lluvia intensa. El nombre del fenómeno es impactante y los efectos también, que además suelen abarcar una extensión grande y afectar a millones de personas.

Si entre esos humanos zarandeados estamos nosotros o algún compatriota, el evento es un auténtico regalo para los medios de comunicación. Más aún en la actualidad, con el periodismo abonado al «infoentretenimiento» como ya definieron los estudiosos del sector a finales de los años 90. Se refiere a la búsqueda de conmover a la audiencia con una narrativa de película de acción. Entonces, nada mejor que algo «explosivo», capaz de dinamitar el buen hacer de los meteorólogos, por cierto.

Los expertos no están en contra de que se utilice la acepción, ni mucho menos, solo abogan por que se emplee bien, en el momento y con el sentido adecuado. En la vertiente mediterránea la borrasca Miguel debió defraudar, porque el pasado viernes no trajo más que poniente y temperaturas altas, de 33 ºC en Burriana o Vila-real, y cerca de 32 ºC en la ciudad de Valencia (red AVAMET). El pecado del periodista no es utilizar el término, sino hacerlo en vano. «Da miedo» solo si no somos capaces de explicarlo bien.