Sin duda, es una de las preguntas más repetidas en bastantes regiones de España en lo que llevamos de España: «¿Dónde está el verano?». Aprovecho para recordar que climatológicamente el verano abarca los meses de junio, julio y agosto. Sin embargo, en esta primera quincena de junio meteorológicamente ha predominado una dinámica atmosférica más propia de la primavera, con una circulación en chorro que ha presentado bastantes ondulaciones (dorsales y vaguadas), con un tiempo muy variable en la Península Ibérica, con nevadas importantes en las montañas del norte e incluso con Miguel, una borrasca que sufrió un proceso de ciclogénesis explosiva en el Cantábrico (lo habitual suele ser entre otoño y primavera). En el sur tampoco hemos tenido grandes calores en los próximos días, y hasta ahora en el litoral mediterráneo nos estamos librando de las asfixiantes noches tropicales.

Esta sucesión de vaguadas, asociadas a masas de aire de origen polar o ártico, han impedido que el aire tropical continental haya penetrado en la Península, o en su defecto, que el solar ibérico haya experimentado el caldeamiento típico de la superficie en esta época del año. Otro factor a tener en cuenta es que las aguas que rodean nuestro país están más frías respecto al promedio, por lo que los vientos marítimos refrescan bastante el ambiente, especialmente en aquellas zonas expuestas a la influencia del mar. Gracias a que el Mediterráneo está aun relativamente fresco y a que por el día no está haciendo excesivo calor (por lo que los edificios y otros materiales en las ciudades no se calientan tanto) podemos decir que a mediados de junio aún sigue refrescando por las noches.

Sin embargo, con la circulación prevista para los próximos días parece que el calor apretará más en el sur y en el sureste (tarde o temprano tendrá que llegar), especialmente en el interior y en valles, vegas y hoyas. Eso sí, que nos quiten lo «bailao» tras unas semanas tan suaves.