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Una mujer supera despierta una cirugía craneal de nueve horas en el HUCA

Un neuropsicólogo pasó la operación hablando con María Fernández, de 19 años, mientras intervenía el cirujano

Una mujer supera despierta una cirugía craneal de nueve horas en el HUCA

María Fernández Mieres, avilesina de Las Meanas, nació un mes de febrero de hace 19 años. Creció sana y llegó a la adolescencia con la fuerza de un huracán: extrovertida, alegre, brillante en los estudios? Pero el año pasado su futuro se enredó. Cursaba segundo de bachiller cuando su salud quebró. Le costaba memorizar lo que estudiaba. Su familia, en un primer momento, achacó el cansancio a eso de hincar los codos para la EBAU. Pero su salud no mejoraba. Suspendió "selectividad", y aquel quedarse en blanco ante el papel fue la primera de muchas malas señales. Tenía una malformación arteriovenosa (MAV) cerebral de grado 3.

Hoy puede contar que superó en el Hospital Universitario Central de Asturias, en Oviedo, una embolización y una craneotomía "Asleep-awake-asleep" (despierta, dormida, despierta), una cirugía novedosa a la que han sobrevivido sesenta personas en todo el mundo. Da la cifra su madre, Isabel Mieres, orgullosa. Por que ahora su hija también cumple años en abril.

Todo ocurrió muy rápido. Y esa fue la suerte. Tras los síntomas de cansancio, María Fernández Mieres fue sometida a unos análisis en el centro de salud de Sabugo. Los resultados, normales. "Pasó un buen verano, pero siempre decía que estaba muy cansada", reconoce su madre. En septiembre se matriculó y comenzó los estudios de Integración Social, un grado superior en el Carreño Miranda, con la intención de ampliar su formación por la rama de Trabajo Social en el futuro. "En octubre hicimos un viaje a León por los Difuntos. Salió un día de casa y no quiso salir más. Se quejaba de un dolor de cabeza constante. De regreso a Avilés solo quería cama y más cama. Luego empezó a perder el equilibrio del lado derecho, a sufrir vómitos y a tener un dolor de cabeza que no le dejaba vivir", confiesa. En el Hospital Universitario San Agustín le diagnosticaron, en un primer momento, vértigo.

Todo siguió yendo a peor. "Entre medias sufrió un derrame en el ojo y seguía con el dolor de cabeza, así que volvimos al San Agustín. Nos dieron cita con una neuróloga, Eva, a la que le debemos mucho. Pese a que María tenía una resonancia cerebral de 2010 le mandó repetir la prueba y fue ahí cuando el radiólogo nos mandó de urgencia al HUCA, a Oviedo", explica Isabel Mieres, a la que aún le cuesta digerir aquellos meses de nerviosismo con su hija jugándose la vida. El diagnóstico fue claro: malformación arteriovenosa (MAV) temporal izquierda de grado III. El 3 de abril le realizaron un embolización. Estuvo seis horas en el quirófano y le redujeron aproximadamente el 35 por ciento de la lesión, situada en una zona del cerebro de difícil acceso y con relación directa con el habla. De ahí a la Unidad de Cuidados Intensivos, y de la UCI de nuevo al quirófano.

"Le hicieron la craneotomía con la técnica "asleep-awake-asleep", esto significa que de las nueve horas que se prolongó la intervención estuvo despierta seis horas, mientras trabajaba el neurocirujano. Al mismo tiempo un neuropsicólogo hablaba con ella para minimizar lo máximo posible los daños", relata Mieres, que ahora tiene un nuevo Dios, el neurocirujano Julio César Gutiérrez Morales. "La resección de MAV con paciente despierto es un logro del doctor Gutiérrez, un médico formado en Asturias que no debe pasar desapercibido para la sociedad", aplaude.

Ahora María Fernández se encuentra bien y las secuelas que sufre son mínimas. Aunque todavía se tendrá que someter a nuevos estudios. Porque la malformación arteriovenosa, una maraña de vasos sanguíneos anormales que conectan las arterias y las venas en el cerebro, suele ser congénita y en su caso ha sido adquirida. Por lo demás, María Fernández puede hacer una vida relativamente normal. Y ya tiene planes: el primero, retomar sus estudios en el Carreño Miranda el próximo septiembre. Luego soplará las velas de su primer cumpleaños, el 4 de abril. Porque María Fernández es una superviviente.

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