Escribo este artículo con un buen susto aún en el cuerpo. Hace unas horas he vivido una experiencia extraordinaria en la cabecera del valle de Pineta y en los llanos de La Larri, en pleno Pirineo oscense. Los modelos señalaban que apenas caerían 2 o 3 l/m2 en esa zona, y a pesar del aviso de Aemet por probables tormentas intensas, nos hemos atrevido a subir. Un error con mayúsculas el subestimar a la alta montaña y sus cambios muy bruscos de tiempo.

A partir de las 2 de la tarde, el cielo se abrió, y empezó a caer agua y granizo a manta, sin olvidar unos rayos y truenos que han conseguido asustarnos a todos. No es lo mismo disfrutar de una tormenta en casa o en coche que en campo abierto en la alta montaña. He podido presenciar de nuevo una tormenta severa en el Pirineo, y ver cómo en unos minutos unos hilillos de agua se han transformado en furiosos torrentes. Y mientras bajaba por la montaña con este panorama, me he acordado inevitablemente de la tragedia del camping de Las Nieves de Biescas.

Hoy he recordado que nunca hay que subestimar la alta montaña, donde el paraíso se puede convertir en un infierno en muy pocos minutos. Por desgracia, en los Pirineos se siguen construyendo campings a orillas de estos barrancos y torrentes. Para los que permiten esto, les invitaría a ponerse junto a un torrente en una tormenta como la que he sufrido hace unas horas. A lo mejor se lo pensarían. En resumen, hay que disfrutar de este paraíso que es el Pirineo, pero nunca perder el respeto e ir confiado. Firmado, un climatólogo al que le ha sorprendido esta situación. El cazador cazado.