En el año 1972, el escritor inglés Arthur C. Clarke teorizó, en su popular novela "Cita con Rama", la primera aparición de un objeto interestelar en el Sistema Solar. Años después, en octubre de 2017, los telescopios de todo el planeta dirigieron sus objetivos al primer objeto de esta naturaleza que atravesó el rincón del Cosmos que habitamos. Conocido popularmente bajo el nombre de Oumuamua (Explorador en hawaiano) este objeto desconocido viajó a más de 95.000 kilómetros por hora en un movimiento que recuerda al de una hélice y con un tamaño de 200 metros de largo. Una de las primeras teorías que se desarrollaron sobre las particularidades de este objeto fue la de un origen extraterrestre. Quizá un dispositivo de reconocimiento enviado por otra civilización. Esta hipótesis se basó en datos de gran curiosidad, como la ausencia de polvo o gases, algo habitual en el rastro de otros cuerpos celestes como los cometas. Sumado a que Oumuamua parecía cambiar la velocidad de desplazamiento de forma intermitente promovió la idea de poder haber sido una creación de otra sociedad en algún otro lugar del universo. Ahora, dos años después de este fascinante hecho, se desvelan las primeras conclusiones del análisis de todos los datos recogidos desde su aparición y estudio. Investigadores como Matthew Knight (perteneciente a la universidad de Maryland) desvelan que, según los datos obtenidos, el origen de este curioso viajero interestelar podría ser natural. En lo que sí coinciden todos los expertos en astronomía y astrofísica que lo han estudiado es que esconde grandes misterios que no han podido ser resueltos. Y confían en la aparición de nuevos objetos de esta naturaleza para poder descubrir qué son realmente y si pueden ayudarnos a descubrir algunos de los grandes misterios que nos rodean. Quién sabe si Oumuamua volverá a pasar cerca de nosotros. Y si lo hace, volveremos a mirar a las estrellas. Algo que, por cierto, deberíamos hacer más habitualmente.