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Coger olas para descolgarse del móvil

Los jóvenes cambian en verano las redes sociales por la tabla de surf: "En el mar, no me acuerdo del teléfono"

Coger olas para descolgarse del móvil

Contra el abuso del móvil, surf. Ésta es la receta estrella para los padres y madres preocupados por el número de horas que sus hijos pasan frente a la consola o el teléfono. En la playa asturiana de Aguilar, en Muros de Nalón, lo tienen comprobado. Es enfundarse en el neopreno y coger la tabla de surf y desconectar del móvil. Queda aparcado en el vestuario. No hay notificación ni "estado" que valga; sólo importa el estado de la mar.

"Hoy hay bajamar, olas en el centro de la playa y casi no hay corrientes, ¿lo veis?", pregunta Roberto Pire, instructor de la escuela "Carving Surf". Sus cinco sentidos y los de sus ocho alumnos de la mañana están puestos en el agua. Es un grupo sólo formado por chicos, aunque "no es lo habitual, también vienen muchas chicas". El surf, como una de las disciplinas estrella del verano, se abre cada vez a más públicos. Aunque la mayoría de los alumnos tienen edades comprendidas entre los 6 y los 17 años, "cada vez hay más adultos que se animan forzados por sus hijos pero, al final, le cogen ellos también el gusto".

Es el caso de Sergio Cepeda y su hijo Guillermo. Han venido desde Cartagena a pasar diez días en Asturias. Se alojan en Pravia y van cada mañana a practicar dos horas de surf a la playa de Aguilar. De 50 y 15 años, padre e hijo se afanan en coger alguna ola y poner en práctica las explicaciones que han recibido en tierra sobre cómo remar y ponerse de pie. Para el adolescente es divertido, para su padre "ha sido todo un descubrimiento" porque en el mar "realmente desconectas y es absolutamente desestresante". Porque los niños viven pegados a un móvil, pero sus padres también.

"Veo a niños enganchados, pero también a muchos mayores pegados a un móvil mientras están comiendo en un restaurante, por ejemplo", expone Cepeda. A su hijo le tienen limitado el uso del teléfono. En total, lo utiliza unas dos horas al día para consultar las redes sociales y hablar con sus amigos. Las tecnoadicciones es un tema que preocupa en casa de los Cepeda, pero desde la playa, con las gotas de agua cayéndoles por la cara, las cosas se ven diferente: "En verano, reconozco que tanto mi hijo como yo usamos menos el móvil". No miran sus teléfonos ni media hora al día en vacaciones.

En San Román de Candamo también se aparca el teléfono en verano. Álvaro García, de 14 años y natural de Pola de Siero, veranea en el concejo desde hace varios años y practica surf siempre que puede. Tanto él como sus amigos del pueblo no se acuerdan del móvil en todo julio y agosto. Quedan para salir, hablan, pasean y viven al margen de las redes sociales. "Cuando estoy en el mar, no me acuerdo del móvil nada de nada: lo dejo en casa y ahí queda hasta que vuelvo", señala.

Desde Aguilar la situación parece esperanzadora, pero el 49 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 24 años pasan más de cuatro horas al día pegados al móvil, según datos del Instituto Psicológico en España.

Cambiar el móvil por coger olas no sólo es bueno para liberar la mente y mantener a raya los excesos tecnológicos; también tiene otros aspectos saludables. A nivel físico, es un ejercicio muy completo que fortalece la musculatura y mejora la coordinación, explica el instructor. Roberto Pire es un apasionado del surf y lo practica desde pequeño. Hace unos años, creó junto a su socio Héctor Acebal la escuela para vivir de su pasión. Ofrecen travesías de paddle surf, cursos de surf de diferentes niveles y la posibilidad de tomar las clases en inglés para practicar idiomas. Este año, además, disponen de alojamiento en el albergue de San Esteban de Pravia para quienes acudan a disfrutar del surf en el Bajo Nalón con el pack completo. Una tendencia que cada vez abunda más en la costa asturiana, en lugares como Salinas y Llanes.

La afición por el surf sube como la espuma. "En ese momento en que entras en el agua, escoges la ola, la remas y te subes a ella€ en ese momento no piensan absolutamente en nada más; en otros deportes, como correr o andar en bici, eso no pasa: la cabeza siempre está funcionando. El mar y el contacto con la naturaleza tienen algo". Pire explica así una sensación que sólo el que ha estado en la cresta de la ola entiende. El surf engancha y desengancha.

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