Desde luego, el verano no está dejando indiferente a nadie en Europa, meteorológicamente hablando. Hace un mes vimos como en algunas localidades del sur de Francia alcanzaban los 46ºC, pulverizando el anterior récord de 2003. Además, en el noreste de España superamos los 43ºC, algo muy poco habitual para ser junio (tan poco habitual que también cayeron varios récords). Cuando pensábamos que ya habíamos pasado lo peor del verano climatológico, resulta que otra ola de calor afecta de lleno al Viejo Continente, y de nuevo se pulverizan récords de calor en Alemania y en el Benelux. Y todo esto tras un inicio de junio fresco e incluso frío (también con algún récord), con nevadas importantes en las montañas del norte peninsular, en el que nadie apostaba por un verano como el que al final estamos teniendo. Pero no sólo se están batiendo récords de calor, sino también de frío, el riesgo más olvidado en el contexto del cambio climático actual. Porque no hay que olvidar que el frío mata más que el calor y que provoca más daños en ciertas actividades como la agricultura. En los últimos días se han batido récords de bajas temperaturas para un mes de julio en EEUU y en Sudamérica la ola de frío de los últimos días ha sido muy importante. ¿Por qué estamos teniendo estos fenómenos tan extremos? Todo indica que la menor diferencia de temperatura entre los polos y los trópicos como consecuencia del calentamiento térmico está provocando una ralentización de las corrientes en chorro, lo que se traduce en ondas más pronunciadas (crestas y vaguadas), por lo que están aumentando los fenómenos extremos (olas de calor y de frío, sequías e inundaciones). Tendremos que acostumbrarnos y adaptarnos a esta nueva realidad climática, especialmente en una región tan vulnerable como lo es la mediterránea.