Hoy hace justo una semana que la Universidad de Alicante acogió una jornada dedicada al cambio climático muy poco tranquilizadora. Y fíjense que los ponentes, todos expertos de primer nivel, no hicieron más que esquivar alarmismos innecesarios, pero es que en los últimos días llevo sus teorías clavadas como espinas. De esas que están en la yema del dedo y cada dos por tres escuecen como unas condenadas. Además, es que las noticias internacionales no hacen más que someter presión sobre mi anular, digamos que andan por ahí. Diestro para más señas.

El pasado jueves fue un auténtico incordio, con un tremendo goteo de temperaturas de récord en Francia, Alemania, Bélgica o Países Bajos. Por allí se vivieron máximas sin paragón, que en algunos observatorios llegaron a pulverizar los anteriores valores absolutos tras superarlos en más de 1 ºC. En la ciudad alemana de Lingen el mercurio escaló hasta los 42.6 ºC, un registro insólito en el país bávaro que superó en 2 ºC la anterior plusmarca. En Holanda los termómetros nunca habían ido más allá de los 40 ºC, pues toma, dos tazas: el pueblo de Gilze-Rijen se plantó en 40.7 ºC.

Después de este varapalo, con las imágenes de la ciudad de París y sus 42.6 ºC grabados en mi retina, que también supusieron un récord insultante, llegó el fin de semana y la última hora de los incendios de Groenlandia, Alaska y del mismísimo Ártico. La NASA publicó una imagen de satélite impresionante. El humo de los incendios de Rusia se veía desde el espacio, entrelazándose con una borrasca y creando un mejunje extraño de nata montada -las nubes- y café -la humareda-. Y esperen, porque hurgando saltaron el domingo los 33.4 ºC de Helsinki. La serie de datos meteorológicos de esta ciudad finlandesa se remontan al año 1844, y claro, jamás se había visto nada igual.

En Alicante, Javier Martín Vide, Catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona en su exposición recordó que el calentamiento global debe ser considerado el problema ambiental más importante al que se enfrenta la humanidad. Andamos todos implicados, como precursores y víctimas. Ahora la dinámica atmosférica parece estar sobrestimulada y las olas de calor, e incluso las de frío, se están agravando. "Nos preocupan las ondulaciones de la corriente en chorro", declaró Jorge Olcina, también Catedrático de Análisis Geográfico Regional en la facultad alicantina. Uno de esos meandros hoy dejará 25 ºC en Groenlandia. ¡Menuda púa!