Celebración hace unos días del curso de verano del Instituto Valenciano de Seguridad Pública y Emergencias (IVASPE) en la Universidad de Alicante. Este año el tema escogido para desarrollar la actividad en la relación entre el cambio climático y las emergencias. Se trata de una cuestión que va a tener enorme recorrido en los próximos años, en relación con la realidad climática que estamos ya viviendo, con el cumplimiento de normativas europeas sobre el tema y con la necesidad de ir acomodando las acciones de los gobiernos, en todas las escalas, a los principios de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Es de destacar, de forma muy favorable, la decidida voluntad del nuevo gobierno valenciano por desarrollar políticas que integren la gestión de las emergencias en el nuevo contexto de calentamiento climático.

Así lo manifiestan la propia Consellera de Justicia y el Secretario Autonómico de Seguridad y Emergencias. En el desarrollo de la sesión se presentan evidencias ya comprobadas de cambios en los climas de España y de la Comunidad Valenciana que obligan a desarrollar nuevas formulas de gestión de las emergencias en los próximos años. Un dato me resulta revelador. Ante la frecuencia mayor, demostrada, de jornadas de calor intenso, que se viene padeciendo en las dos últimas décadas, ha surgido un problema nuevo: la afección de estos episodios en las personas mayores; un colectivo cada vez más numeroso y donde se viven fenómenos de soledad en la vivienda que justifica la elaboración de cartografías de detalle de vulnerabilidad que sean de utilidad en los momentos de actuación real. Es uno de esos hechos nuevos que el desarrollo del calentamiento climático de causa antrópica está ocasionando y que obliga a repensar estrategias, planes y protocolos. Y no es el único. Ahí está la mayor frecuencia de descargas eléctricas en tormentas secas y su relación con la génesis de incendios forestales. Este año lo estamos sufriendo de forma reiterada.