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El efecto "yo sí te creo": el apoyo social a las víctimas ayuda a denunciar el maltrato

Los procesos por violencia de género aumentan un 28% desde el caso de "La Manada" por el respaldo que reciben las mujeres, según los expertos

El efecto "yo sí te creo": el apoyo social a las víctimas ayuda a denunciar el maltrato

"No, el daño no terminó cuando me separé de él y de sus palizas. Cuando denuncié seguí sufriendo por los comentarios, por las miradas, por todos los que me dieron la espalda".

Concha (nombre figurado) es una víctima de violencia de género. Es joven, pero tiene la voz cascada. Rota de un proceso judicial que le hizo recordar cada empujón y cada golpe. Ahogada por el escrutinio de familiares y amigos y por el dolor del silencio que le dieron algunos. Su caso no es una excepción. Las psicólogas y abogadas consultadas por este diario aseguran que las víctimas se enfrentan a un proceso muy difícil cuando dan el paso y denuncian: tienen que estar fuertes y contar con una red de apoyo firme. Como la que encontró la víctima de "La Manada" de los San Fermines de 2016. Mientras el sistema judicial le daba la espalda, miles de corazones morados inundaron las calles para decirle que la acompañaban en su pena. Y ese efecto "hermana, yo te creo", retumbó en toda España. También en las Cuencas: desde el apoyo a la víctima de "La Manada", los procesos judiciales por violencia de género se han incrementado de 424 a 542 (un 27,8% más). "Las mujeres supieron entonces que no estaban solas", afirman las expertas.

Concha recibe a este diario en una casa coqueta, en un pueblo. Dice que le encanta, que es su sitio. Pero, en realidad, su tierra está a más de cien kilómetros. Y allí sigue el que fue su agresor, el que la cambió "para siempre". "En cierta forma yo sufrí más castigo que él. Porque yo tuve que dejar mi casa y mi entorno y porque yo fui más juzgada". "Hubo gente que dejó de hablarme a mi y que siguieron llevándose bien con él. En mi casa, me hicieron sentir fracasada porque estaba sola, porque no había conseguido a un hombre bueno".

Maldito mito del amor romántico. El que dice que en el amor todo vale, que hay una "media naranja". El que pinta a la princesa rescatada, a la hermanastra envidiosa, a la bruja malvada. Paula Marín, psicóloga especializada en violencia de género y feminismo, pelea en cada terapia por terminar con el cuento: "El mito del amor romántico dice a las mujeres, desde niñas, que su objetivo es encontrar un hombre. Y que, si ese hombre no te quiere o te trata mal, hay algo malo en ti. Nos llena de culpabilidad, nos dice como debemos comportarnos".

Y esa niña, que leyó tantos finales felices, se convierte en adolescente. "Imagínate que eres una chavala de veinte años a la que han violado en una fiesta. Lo cuentas a tus amigas y te dicen 'tía, es que habías bebido'. Ya no te planteas contárselo a tus padres, denunciarlo es impensable", explica Marín. Cada vez que "prepara" a una víctima para enfrentarse al proceso judicial, la avisa de todo lo que le espera: "Tienen que estar familiarizadas con términos como el patriarcado -el mayor predominio de la autoridad de los hombres en todas las áreas de la sociedad-, tienen que saber que volverán a sufrir pero que luego serán libres". En este punto, Marín matiza que los procedimientos judiciales son aún más duros para las víctimas porque "suelen ser mujeres que, a pesar de todo lo que han sufrido, quieren a esos chavales. Tienen una dependencia emocional grande y, en el fondo, no quieren que les pase nada malo".

-¿ Quería al hombre que la maltrataba cuando le denunció?

Concha ladea la cabeza y mira lejos, como si tuviera la vista puesta en otro tiempo. "En mi caso intervino la Policía porque me estaba dando una paliza terrible y hubo un aviso. Durante el proceso lo pasé fatal". "¿Que si lo quería? No sé, lo que sí sé es que tenía dependencia de él. Aún hoy, sigo cayendo en el mismo patrón de hombres una y otra vez. Quizás estoy más alerta ante el maltrato físico, pero no para otras formas de maltrato como el emocional".

Las mujeres, considera la psicóloga Paula Marín, ahora están más alerta y se denuncian conductas delictivas que antes estaban normalizadas: "Hasta hace relativamente poco, escuchar a una chica decir que no quería seguir viéndose con un chico porque 'era un cerdo' era común. En realidad, si ese chico la obligaba a hacer algo que ella no quería hacer, la estaba agrediendo sexualmente". De otra parte, el sector más machista de la sociedad, también hace más ruido. "Y sus mensajes se están viendo legitimizados con la aparición de partidos políticos como Vox, eso hay que pararlo por el bien de las víctimas y el bien de todas". La solución, para Marín, está clara: "Tienen que saber que cada vez somos más, y cada vez más fuertes. Y tiene que vérsenos".

Parece que, de momento, ganan los buenos. Elena Ocejo, presidenta de "Abogadas por la Igualdad", asegura que el incremento en los procesos judiciales sí puede estar ligado al apoyo mediático y social que tuvo la víctima de "La Manada": "Es una opinión, porque es difícil analizar estos datos sin un estudio en profundidad. Pero sí es cierto que ese apoyo mediático pudo animar a muchas mujeres que tenían miedo, que realmente estaban solas". Porque una víctima, añade la abogada, tiene que estar "muy fuerte" para someterse a un largo proceso en el que no solo tendrá que revivir el dolor, sino "intentar convencer a alguien" de lo que ha pasado.

"Nosotras somos la manada", gritan en ese vídeo de una manifestación que está viendo Concha. Parece que se le nublan los ojos. "Me emociono, sí. Porque pienso en el apoyo que tuvo esa chica, y me enorgullezco de lo que somos capaces de hacer las mujeres. Una vez, un psicólogo me dijo que el hombre que más daño me había hecho en mi vida fue mi padre. Aún queriéndome, me hizo sentir que no valía nada sin un hombre al lado. Y mírame, coño, aquí estoy. Tirando por todo yo sola".

- ¿Qué le diría a una niña?

-Que puede ser cocinera, peluquera, panadera, doctora o periodista, como tú. Que puede ser mamá y esposa, que puede ser lo que quiera, pero que no necesita ser la mujer de nadie.

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