Escribo este artículo a las 18:00 horas del jueves 12 de septiembre, en medio de un temporal de lluvias una vez más histórico para el sudeste. Lo de la hora y el día es importante porque ustedes leerán esto el viernes y puede haber muchos datos nuevos o diferentes a los que lean. Desde hace días los modelos de predicción nos venían insistiendo en la probabilidad de que desde el miércoles una gota fría de libro, (no me da la gana llamarla DANA, soy un clásico) iba a afectar al entorno mediterráneo español, especialmente al sudeste. Era de libro porque se situaba bien, en el entorno de Alborán, no se veía en superficie, porque la presión atmosférica era superior a los 1025 hectopascales, y tenía un flujo de vientos del nordeste, este y sudeste de muy largo recorrido, casi desde Italia. Era más difícil saber quién sería el afortunado o desafortunado que se llevara la máxima precipitación, aunque los modelos marcaban cantidades poco creíbles, pero que se han ido acercando bastante a la realidad. En vista de lo que se veía muchos creímos que Aemet debía aplicar el principio de precaución y poner avisos rojos en las zonas en las que se esperaba más precipitación, y naranjas en muchos otros. Aemet asumió el «marrón» y los puso bien y con tiempo, expuesto a las críticas de los que dicen siempre que no va a ser para tanto, pero que, cuando padecen las consecuencias, a toro pasado, dicen que se tenía que haber avisado más. El miércoles fue un día difícil sin duda para Aemet, porque puso ya los avisos para jueves y viernes, pero también para los que, a otro nivel, nos dedicamos a hacer pronósticos del tiempo en medios de comunicación: «que si no hay que alarmar, que si luego al final cuatro gotas, que si ya pasará los aviones para deshacer las nubes, etc.

Es más, el mismo jueves por la mañana con cantidades superiores a los 300 e incluso 500 mm en muchos lugares del sur de la provincia de Valencia y norte de la de Alicante, los que tenían aviso rojo pero aún no se veían afectados en el sur de Alicante y Murcia echaban pestes contra los predictores y contra las autoridades que habían suspendido las clases, cuando se había insistido en que la situación llegaría a esos sectores, más tarde, pero llegaría.

Al final, con excepciones lógicas, las previsiones han sido acertadas y los avisos rojos, que son muy caros, pertinentes, o sea, sí era para tanto.

Cuando termine el temporal haremos balance de daños y puede que de víctimas porque los avisos no lo pueden todo y el problema es estructural, la mala ordenación del territorio, aunque el culpable más cómodo para la administración volverá a ser el Cambio Climático, Trump, Bolsonaro, los chinos, etc.