Escribí hace meses haciendo público mi amistoso desacuerdo con el uso de la expresión DANA. Y estos días de temporal en el litoral mediterráneo, me ratifico aún más. La propuesta de su uso pudo tener buenas intenciones. En mi opinión es, sobre todo, un concepto técnico, académico, pero sin efecto social. De ahí que yo seguiré usando la expresión «gota fría» que es lo que la ciudadanía entiende en nuestro país, especialmente en el litoral mediterráneo, y más en situaciones de riesgo como la vivida. Se han visto en los medios de comunicación un uso curioso de esta expresión DANA. Hasta se la ha convertido en un nombre propio, como si fuera un nombre de los que se utilizan para nombrar a los huracanes: «Dana ha dejado lluvias fuertes en Alicante y Murcia...», «La fuerza de Dana ha resultado mayor de lo esperado...», hemos oído estos días. Increíble. Para esto es mejor que al igual que se pone en marcha el sistema de denominación de las borrascas intensas en invierno, surja un nuevo listado para nombrar a las gotas frías en el Mediterráneo. Y junto a ello lo normal es que la expresión se ha utilizado estos días acompañándola de la expresión original de «gota fría». En este sentido, se ha dicho: «La Dana o gota fría...». Porque es la gota fría, lo que la gente entiende y asocia a situación peligrosa en caso de alertas. Ya el remate ha sido estos días emplear la expresión «Medicane» que los periodistas han hecho sinónimo, sin más, de huracán...Cuando en el Mediterráneo no se pueden formar huracanes. Ya tenemos bastante con nuestras gotas frías.

Me reafirmo en mi convicción de que la sociedad lo que entiende, a efectos de emergencias, es la expresión gota fría. Y que puestos a comparar estos fenómenos atmosféricos del Mediterráneo con otros que acontecen en ámbitos climáticos distintos, para mí las lluvias registradas en este tipo de episodios tienen rasgos que las asimilan a las monzónicas y no a los ciclones tropicales. Pero es sólo mi opinión.