Ya no valen los remilgos ante el cambio climático. Las temperaturas no dejan de subir, al igual que el nivel del mar, y se están recrudeciendo las olas de calor, las sequías y hasta los episodios de lluvias torrenciales. Todo esto es compatible en el marco climático que estamos viviendo, según avisaron los expertos que hace una semana se congregaron en el Jardín Botánico de Valencia, coordinados por el catedrático Jorge Olcina. Allí el pasado jueves se celebró el primer seminario de la 'Cátedra Prospect Comunitat Valenciana 2030', una plataforma académica que ha nacido con el objetivo de llegar a las entrañas del cambio climático. A través de este viaje, la Universidad de Valencia pretende alentar políticas sostenibles y, sobre todo, diseñar planes ambiciosos para hacer frente a las amenazas del calentamiento global.

Aún hay quien considera que estos cambios forman parte de las oscilaciones propias del clima, presentes desde que apareció la Tierra. Sin embargo, el papel del ser humano como sujeto activo ya es incuestionable. «No hay debate en si las actividades humanas tienen que ver con el calentamiento global», mencionó Fidel González Rouco, experto del Departamento de Física de la Tierra en la Universidad Complutense de Madrid. En los últimos cien años la temperatura global ha subido 1 ºC y el nivel del mar se ha elevado 16 centímetros. «Los recientes cambios en el clima son directamente proporcionales a la emisión de CO2», subrayó González.

Los testimonios de los representantes de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) no fueron mucho más tranquilizadores. Ernesto Rodríguez Camino aprovechó la presentación del modelo climático EC-Earth para lanzar dos dardos: «a mediados de siglo el Ártico en verano podría no tener hielo y El Niño será cada vez más potente». Dio en la diana. También fue certero Rubén del Campo, portavoz de la AEMET, al apuntalar el concepto de crisis climática con sus saetas. En España los veranos se están alargando 9 días por década, en los últimos 40 años se ha duplicado la extensión de los climas áridos y las noches tropicales cada vez son más abundantes, alegó.

Si queremos enderezar el camino hay que articular una acción global sin precedentes. Parafraseando al meteorólogo Luis Balairon, solo para que el sistema se mantenga sin cambios respecto al escenario actual habría que bajar las emisiones de CO2, no vale con mantenerlas. Para aminorar el impacto de la crisis las restricciones deberían ser enormes y, de momento, el escenario a nivel político es poco prometedor. Todos podemos aportar nuestro granito de arena cogiendo la bici, reciclando y educando a la lumbre de la sostenibilidad. Que así sea.