La laguna salada más grande de Europa se encuentra en peligro. La aparición de miles de peces muertos el pasado fin de semana confirma la nueva catástrofe ecológica que está sufriendo la albufera murciana. Un lugar que debería ser protegido como una joya de la naturaleza, y que a día de hoy se encuentra en un estado bastante crítico.

Las lluvias de los días 12 y 13 de septiembre quedarán durante mucho tiempo retenidas en la memoria de los vecinos del sureste peninsular. Cerca de 800 personas fueron rescatadas en las provincias de Murcia y Alicante, 8 perdieron la vida y se desplegaron más de 1000 militares entre tierra, mar y aire.

El diluvio agravó los niveles de oxígeno y aumentó el de la clorofila en el Mar Menor, empeorando su situación. La gran masa de agua dulce con sedimentos y restos orgánicos que fue arrastrada por las fuertes lluvias ha dejado la vida marina sin oxígeno. Peces y crustáceos se concentran en las orillas de la playa en un estado lamentable, entre muertos y moribundos.

Aunque se quiere echar la culpa a la DANA, los grupos ecologistas y centenares de pescadores afirman que el problema comenzó en los años sesenta con el desarrollo del turismo masivo y la agricultura, bombardeando miles de litros de agua contaminados por nitratos. También en los noventa se comenzaron a detectar los primeros desequilibrios por eutrofización.

La Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) y la sección española de World Wildlife Found (WWF), mantienen que es un problema que se lleva arrastrando varias décadas. Una situación dantesca, que científicos, ecologistas y pescadores veían venir desde hace años. Los nitratos han provocado la eutrofización del Mar Menor y han aumentado la mortalidad de las especies marinas.