El mar siempre ha sido objeto de estudio y de admiración durante siglos. Descubrir y conocer mejor qué hay en sus profundidades y qué particularidades tienen las especies animales que lo habitan se ha convertido en algo casi obsesivo para la sociedad científica. Y no es para menos, pues apenas hemos logrado conocer mejor qué misterios existen a partir de ciertas profundidades. Dentro del conjunto de enigmas que rodean al gran azul uno de los más populares es el que concierne al canto de las ballenas, pues existen grandes cantidades de teorías sobre por qué cantan y por qué se comunican de tal forma. Durante el presente siglo hemos podido comprender, entender y descubrir, gracias al incansable trabajo de los investigadores, que los cantos de estos cetáceos componen el lenguaje de un complejo sistema de comunicación, a través del cual son capaces de expresar incluso sentimientos como la soledad. Dentro de la gran cantidad de especies que cantan bajo el océano hay una que ha ido más allá: la ballena glacial. Un último estudio ha demostrado, tras realizar un seguimiento a esta especie y analizar las diferentes formas de canto, que los adultos son capaces de regular el volumen de su lenguaje para proteger a las crías de los depredadores. Reducen sus sonidos para que no se escuchen más allá de cien metros, evitando de tal forma llamar la atención de las especies que se alimentan con la caza de sus crías. Apenas quedan unos 500 ejemplares de esta especie de ballena, por lo que se encuentra en grave peligro de extinción. El océano seguirá siendo un gran hábitat de secretos y misterios, pero debemos cuidarlo. Porque, de no hacerlo, quizá no volvamos a escuchar nunca los cantos de sus profundidades.