A mediados de esta semana en el grupo de debate de la AVAMET, que entronca los móviles de todos los socios en una conocida red social, bajo el nombre de 'El Secarral', saltó un tema de lo más interesante. En este contexto de crisis climática, la sociedad tiene en su ideario un entorno natural decadente. En algunos casos esto es así, pero si prestamos atención a nuestras montañas veremos que la realidad por aquí dista bastante de esa imagen preconcebida, salvo excepciones. El monte tiene una vegetación más frondosa que a principios de siglo XX. Sí, ahora verán los datos. En España hay algo más de 11 millones de hectáreas de superficie forestal protegida y, tan solo entre los años 1990 y 2010, la extensión de los bosques aumentó un 31%.

Detrás de esta eclosión está la protección de amplias zonas naturales y, sobre todo, el abandono progresivo de las tierras de cultivo. El 56% de la superficie de la Comunitat es terreno forestal, que se prodiga especialmente por las provincias de Castellón y Valencia, donde en los últimos años la densidad arbórea ha aumentado de forma evidente según la atomizada Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica. Allá donde antes había algarrobos, olivos, almendros y vides, ahora se prodigan el monte bajo, los arbustos o el pino carrasco. Se calcula que cada año la extensión de las masas arbóreas en la Comunitat aumenta cerca de 3.000 hectáreas. Esto ha reverdecido nuestro entorno pero, a la vez, ha disminuido la salud del bosque, que además ahora es más proclive a los grandes incendios.

Otra consecuencia de esta explosión de la naturaleza ha sido el auge de mamíferos como el jabalí, el corzo, el muflón o la cabra montesa. Cada vez tienen más superficie forestal para vivir y menos presión ante la despoblación de las zonas rurales. Los ejemplares de cabra montesa se han incrementado muchísimo en los últimos años, hasta el punto de que en la provincia de Castellón, por ejemplo, su distribución se ha multiplicado por cinco en los últimos 30 años.

El socio que introdujo este tema se imaginaba un porvenir con ciudades superpobladas e hiper contaminadas y, en contrapartida, una zona rural con más bosques, animales y muy despoblada. Añadamos a este cóctel temperaturas cada vez más altas, una mayor cadencia de las lluvias torrenciales y a la vez menos recursos hídricos y ¡eureka! Así huele el futuro de gran parte de la Comunitat. A muflón.