Nos encontramos en pleno mes de noviembre y las calles de los pueblos y ciudades comienzan a oler a castañas asadas. Como es normal en esta época, se acerca la temporada y venta de este fruto. Noviembre y diciembre son los meses por excelencia para su recogida, un hecho que nos recuerda al paso del otoño, a la aproximación del invierno y la llegada de la Navidad.

Nuestra castaña, la europea se denomina Castanea sativa, así es su nombre en latín y la solemos comer a finales del mes de octubre, aunque con más popularidad en el mes de noviembre. En España es muy común encontrar el castaño en el norte de la península, desde Galicia a Cataluña, aunque si las condiciones climáticas son beneficiosas, también lo podemos ver esparcidos en puntos de Andalucía e incluso en cotas altas de las Islas Canarias.

Dentro de Europa este árbol está repartido desde el sur de Gran Bretaña hasta los países más meridionales. Tiene su origen dentro de nuestro continente con la expansión del Imperio Romano. Es un árbol que necesita ambientes fríos y húmedos para su óptimo crecimiento, por lo que el norte de España es un lugar perfecto para su desarrollo vegetativo. Su localización se expande sobre todo en zonas donde la altitud está por encima de los 600 y 700 metros. Las bases del castaño necesitan condiciones húmedas, eso sí, sin llegar a encharcar.

Aunque parecía que la cosecha de la castaña de este año no iba a ser la mejor de todas, por las condiciones meteorológicas que no han estado totalmente a su favor, no se ha impedido la recolecta del fruto. Eventos muy calurosos y aporte hídrico tardío (en algunas zonas de manera torrencial) han retrasado en varios puntos de la península la cosecha de la castaña, así que si las comes ¡disfrútalas!