El consumo de electricidad aumenta rápidamente a nivel mundial y, sin un suministro estable, los países no podrán impulsar sus economías. Nuestra vida cotidiana depende de servicios energéticos fiables y asequibles para funcionar sin trabas y de forma equitativa.

Debido a ello, las Naciones Unidas se han propuesto garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos en su Agenda 2030. Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer.

«El mundo está lejos de alzancar la meta de energía limpia y asequible para todos», advirtió el secretario general de la ONU, António Guterres en un evento de alto nivel en el Consejo Económico y Social de la ONU en 2017. «1.000 millones de personas no tienen acceso a electricidad y 3.000 millones todavía cocinan y calientan sus casas sin energía limpia o tecnologías más eficientes», recordó Guterres.

La energía es el «hilo conductor» de todos los ODS y vital para la reducción de la pobreza, la seguridad alimentaria, la salud y la calidad de la educación, reiteró Guterres, quien afirmó que «hay que asegurarse que, para 2030, todas las personas tengan acceso a servicios de energía modernos, asequibles y confiables, sin importar donde están o qué tan lejos viven de la ciudad».

El secretario general también hizo una llamada a los gobiernos y los actores no estatles para aumentar sus esfuerzos y transformar los sistemas energéticos mundiales: «Promover tecnología modernas que suplan las necesidades energéticas sin contaminar el medio ambinete y liberar gases de efecto invernadero en la atmósfera, así como aumentar las inversiones en energía eficiente, limpia y renovable». La interconexión global es clave para el correcto desarrollo de estas cuestiones.

Uso de energías sostenibles

El uso de combustibles fósiles (carbón, petróleo o gas) ha sido la principal fuente de producción de electricidad. Sin embargo, estos producen grandes cantidades de gases de efecto invernadero, que contribuye al cambio climático y tiene efectos perjudiciales para el bienestar de la población y del medio ambiente.

La energía representa el 60% de todas las emisiones mundiales de gases de efectos invernaderos. Además, la contaminación del aire en locales cerrados, debido al uso de combustibles para la energía doméstica, provocó 4,3 millones de muertes en 2012 (el 60% de las cuales fueron de mujeres y niñas).

Para pasar a una energía más sostenible, el mundo debe triplicar su inversión anual en infraestructuras de energía sostenible y pasar de los 400.000 millones de dólares a 1,35 billones de dólares en 2030.

El avance de la energía sostenible, que en 2015 suponía el 17,5% del consumo final de energía, no está a la altura de lo que se necesita. A pesar que, en la actualidad, 100 millones de personas tengan corriente eléctrica de esta fuente y la proporción de su uso sea la mayor de la última década, todavía se requieren mayores inversiones públicas y privadas en energía, más financiación y políticas con compromisos audaces.

Por último, según un Informe de REN21 (una asociación internacional con sede en las oficinas PNUMA), las energías renovables serán más baratas que las convencionales en una década y derribarán las barreras que impiden el acceso a la electricidad en algunas comunidades. La transición definitiva hacia este tipo de energías se espera para mediados de siglo.