El grupo de aguas Suez, que integra varias empresas de distribución y gestión de agua potable en el litoral mediterráneo es un ejemplo de corporación que ha decidido apostar por la sostenibilidad, la ética empresarial y ambiental y la adaptación al cambio climático. El jueves 14 de noviembre celebró un acto de reconocimiento para los empleados que trabajaron denodadamente durante la pasada gota fría del mes de septiembre y que originó las gravísimas inundaciones en la Vega Baja del Segura y en Los Alcázares, en el Mar Menor. Los testimonios de algunos trabajadores, que se dejaron horas y esfuerzo titánico para recuperar lo antes posible la normalidad en las zonas afectadas, para restablecer rápidamente los servicios mínimos de abastecimiento y saneamiento tras la crecida del río Segura y de las ramblas tributarias, fueron realmente emocionantes. Todo esto se escuchó en el Teatro Cortés de Almoradí, en una sala abarrotada de autoridades, de trabajadores de la empresa y de ciudadanos de la Vega Baja. Creo que, de este acto, salió una lección que ahora debe materializarse: no hay soluciones únicas para reducir el riesgo de inundación existente en estos territorios y todas las acciones que se puedan poner en práctica deben tener el apoyo de todas las administraciones, de la escala que sean y del signo político que tengan. Enhorabuena por este acto y por el compromiso del grupo Suez por las acciones de adaptación al cambio climático y de mejora de la resiliencia de los territorios ante sus efectos, por su apuesta por la ética ambiental y por el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el ámbito empresarial. El músculo de una empresa, y la clave de su éxito, es sin duda su personal. Y la corporación Suez puede sentirse orgullosa por los cuadros tan bien formados y solidarios que tiene. Y por una dirección que orienta la nave en la buena dirección.