Durante el pasado siglo XX la ciencia-ficción vivió una época dorada. A lo largo de los años diversos autores teorizaron sobre el futuro de la sociedad, del planeta o de la vida más allá de la Tierra. Dentro de este esplendor literario, Arthur C. Clarke teorizó en su novela «Cita con Rama» sobre la visita (por triplicado) de una nave interestelar que atravesaba el Sistema Solar. Hace algo más de dos años la comunidad científica se asombró con la aparición, por primera vez, de un objeto interestelar que pasó cerca de nuestro planeta: Oumuamua. Por desgracia, más allá de simples imágenes y escasos estudios, apenas hemos podido conocer mejor el origen de este curioso objeto o sus particularidades. Pero, gracias a él, comenzamos a hacer un gran hincapié en estar atentos por si volvía a ocurrir algo parecido. Y así ha sido. En este caso se trata de un cometa procedente de algún otro rincón del Cosmos. Bautizado como 21/Borisov, el próximo 28 de diciembre se situará a unos 300 millones de kilómetros de la Tierra. Una distancia gigantesca si pensamos en el tamaño del planeta, pero enormemente pequeña en la escala del propio universo. Gracias a su cercanía los astrónomos y científicos podrán obtener mayor información sobre el comportamiento de este tipo de objetos. Aunque Oumuamua estuvo rodeado de un mayor misterio por su forma y aparición, quizá algún día podamos averiguar si este tipo de fenómenos guarda alguna relación con otras civilizaciones o, simplemente, son viajeros que recorren el espacio de forma natural. Solo es cuestión de tiempo saberlo. Hasta entonces únicamente podremos deleitarnos con la imaginación y seguir mirando a las estrellas, pues solo allí se encuentran estas respuestas.