Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Día Mundial contra el Sida

"Era tan ingenua que creía que el sida no iba conmigo"

Sonia Fariza lleva tres décadas conviviendo con el VIH y cuenta su testimonio para evitar que los jóvenes de hoy se olviden de que la enfermedad sigue registrando nuevos contagios

Las personas con VIH combaten contra el estigma de la enfermedad. Shutterstock

Voy con el tiento que requiere entrevistar a alguien que vive con el estigma que sigue arrastrando ser portador de VIH y me encuentro que mi interlocutora me da un ejemplo de valentía y me dice que no tiene ningún miedo en dar la cara y decir su nombre y apellido. "He tardado en visibilizarme, pero lo quiero hacer con todas sus consecuencias. Me ha costado por mi hija, porque no quería que utilizaran mi enfermedad como arma arrojadiza contra ella, pero ahora que es más mayor y tiene ya 16 años, ha sido ella quien me lo ha pedido", confiesa.

Ella es Sonia Fariza. Tiene 57 años y es de Madrid, pero reside en San Pedro Alcántara, un pueblo de Málaga, desde hace tres décadas, poco después de recibir el diagnóstico de su contagio. En su juventud vivió en primera persona las luces y las sombras de La Movida madrileña, un movimiento que "se ha idealizado, pero lo cierto es que caíamos como moscas", critica con sabor amargo, recordando los estragos que la droga causó en toda su generación. "El otro día, viendo de nuevo el vídeo de la boda de mi hermana, me di cuenta de que casi todos los amigos que aparecen están ya muertos", se lamenta.

El proyecto 'Podcasts positivos - Mujeres VIHvas', puesto en marcha por la Coordinadora Estatal de VIH y Sida (CESIDA), con la colaboración de la doctora Álvarez y Radio Vallekas, visibiliza el VIH "en femenino plural", de forma que mujeres supervivientes, como Sonia, pueden compartir su relato con el deseo de que su historia no se repita. Y es que ahora, alerta, "los chavales vuelven a pincharse heroína con jeringuilla, como en mis tiempos". Tenía 26 años y "estaba muy metida en el mundo de las drogas" cuando en 1988 se vio invadida por el temor que poco a poco iba reduciendo su círculo. "Era tan ingenua que creía que a mí no me iba a suceder, que el sida no iba conmigo", señala. Lo cierto es que su drogodependencia era tal que le costó mucho dejar de consumir al conocer que estaba enferma.

"Cuando mi pareja supo que lo había cogido, me dijo que no me preocupara, que él iba a morirse antes que yo y, dicho y hecho. Después de pincharme yo, se pinchaba con las mismas jeringuillas para ver si lo cogía. Dos años tardó en pillarlo y así fue. Murió de sida con 33 años", relata. "Estábamos muy enganchados el uno al otro, tanto como a la heroína", reconoce.Fue gracias al apoyo de Proyecto Hombre como Sonia consiguió rehabilitarse y dejar atrás la senda de la autodestrucción. Así, en 1992 dio comienzo su nueva vida. "En mi caso he tenido la suerte de poder hacer vida normal. No empecé con los antirretrovirales hasta el año 2000, así que no probé los primeros tratamientos, que tenían muchos efectos secundarios", indica.

Incluso ha podido hacer realidad su deseo de ser madre. "Lo habíamos intentado varias veces y ya lo dejamos por imposible, así que cuando me quedé embarazada, fue cuando menos me lo esperaba. Tuve a mi hija con 41 años y tuve un embarazo bueno a pesar de ser de alto riesgo", cuenta. "El médico me dijo que no había ningún problema porque al no tener carga vírica no iba a transmitirle la enfermedad a mi hija. Sin embargo, como también tenía hepatitis C, no me aconsejaba un parto natural porque se la podía transmitir, así que me hizo una cesárea programada", detalla.

"Mi pareja murió de sida con 33 años. Yo he tenido la suerte de poder hacer vida normal. No empecé con los antirretrovirales hasta el año 2000 y he tenido una hija"

Después, prosigue, "tuve que tomar unas pastillas para cortar la leche porque no podía darle el pecho a mi hija y le di biberón y las primeras semanas tuve que darle una pastilla para protegerla, nada más". Sin embargo, el suyo es un caso de éxito y es consciente de que no todo el mundo tiene la misma suerte. De hecho, a una amiga suya, también portadora de VIH, que en esos momentos también estaba embarazada, le aconsejaron abortar y fue muy duro para ella, lamenta.

"Aunque soy de las más mayores, soy la madre más moderna del instituto. Me sorprende que los padres actuales no hablen con sus hijos de sexo ni de drogas, no entiendo cómo en pleno siglo XXI siga siendo un tabú. Yo, en cambio, le lleno el cajón de preservativos a mi hija para que si lo hace, que lo haga con cabeza, porque parece que los chicos y chicas de hoy en día han perdido el miedo al sida porque se ha convertido en una enfermedad crónica y no en una sentencia de muerte", concluye.

Manifestante en una protesta contra el estigma de la enfermedad.Shutterstock

La importancia de un diagnóstico precoz

Con motivo del Día Mundial contra el Sida, la Organización Mundial de la Salud vuelve a hacer hincapié en la necesidad de trabajar para lograr los objetivos del programa de ONUSIDA 95-95-95 para 2030, es decir, que el 95% de las personas que viven con VIH sepan que tienen la infección; que el 95% de las personas diagnosticadas con VIH estén en tratamiento con antirretrovirales de forma continuada; y que el 95% de las personas tratadas tengan suprimida la multiplicación viral y por tanto no lo trasmitan". De esta forma, además de controlar la infección, se evitarían nuevos contagios.

Según las cifras del Ministerio de Salud, se estima que entre 140.000 y 170.000 personas viven con VIH actualmente en nuestro país. Además, en el último año, se han diagnosticado 3.381 nuevos casos en España, de ahí la importancia de la campaña #YONOMEOLVIDO, impulsada desde las asociaciones CESIDA, GESIDA y SEISIDA.

En el último año, se han diagnosticado 3.381 nuevos contagios en España y cerca de 20.000 personas no saben que tienen el VIH

Son objetivos "alcanzables" en España, en palabras de Ramón Espacio, presidente de CESIDA, la Coordinadora Estatal de VIH y Sida. "Casi hemos logrado el 90-90-90 previsto para 2020, excepto en el primer número, el de personas diagnosticadas, que estamos en un 86,4%. Es decir, hay cerca de 20.000 personas con VIH -un 13,6%-, que no lo saben.

Frente al discurso del miedo, que "ha fracasado" al disminuir el peligro mortal con el avance de los tratamientos, hay que educar "en la responsabilidad" de realizarse la prueba, "independientemente de que seas un hombre o una mujer y de cuál sea tu orientación sexual, si has mantenido prácticas sexuales de riesgo debes hacértela", porque los datos de diagnóstico tardío siguen siendo muy altos (47,6%). "Esas personas, sin saberlo, están entre meses y años con una infección por VIH y por lo tanto están sin tratamiento, con el peligro que eso supone para su salud y para el riesgo de contagio a otras personas porque hay que subrayar que una persona en tratamiento no transmite el VIH", subraya.

Compartir el artículo

stats