Las pequeñas y medianas empersas (pymes) que se dedican al procesamiento industrial y la producción manufacturera representan más del 90 % de las empresas de todo el mundo y entre el 50 % y el 60 % del empleo. Además, los sectores de energías renovables emplean a más de 2,3 millones de personas (aunque se espera que pueda llegar hasta los 20 millones en 2030).

La rápida evolución de la economía mundial y el aumento de las desigualdades obliga a una industrialización que ofrezca oportunidades a todas las personas y cuente con el respaldo de la innovación e infraestructuras resilientes.

Esta es la meta que se ha marcado la ONU en su Agenda 2030. Sin embargo, para conseguir una economía robusta se necesitan inversiones en infraestructuras, fundamentales para lograr un desarrollo sostenible, conseguir ciudades más resistentes al cambio climático, empoderar a las sociedades de muchos países y fomentar una mayor estabilidad social.

El sector manufacturero, clave

El sector manufacturero es un impulsor importante del desarrollo económico y del empleo. Sin embargo, el valor de la industrialización per cápita es solo de 100 dólares en los países menos desarrollados (frente a los más de 4.500 dólares en Europa y América del Norte).

El rápido crecimiento de la industrialización en Asia impulsó el aumento de la proporción mundial del valor agregado manufacturero en el PIB casi en un 1 % entre 2005 y 2017, mientras que la multiplicación del trabajo en este sector tiene un impacto positivo en la sociedad: cada trabajo en la industria crea 2,2 empleos en otros sectores.

Infraestructuras escasas

A pesar de los avances en los últimos años, las infraestructuras básicas siguen siendo escasas en muchos países en desarrollo. Así pues, entre 1.000 y 1.500 millones de personas carecen de accesos fiables a servicios de telefonía, otros 2.500 millones carecen de acceso a servicios básicos de saneamiento y más de 800 millones carecen de acceso al agua.

Los países en desarrollo son una gran oportunidad para los agronegocios, puesto que apenas el 30 % de la producción agrícola se somete a procesamiento industrial, frente al 98 % de los países más avanzados.

Además, las buenas perspectivas de generación de empleo sostenido y mayor productividad proporciona a los países menos adelantados un gran potencial de industrialización en alimentos y bebidas, textiles y prendas de vestir.

Por otro lado, los países con ingresos medianos se beneficiarían al ingresar a las industrias de metales básicos y de fabricación, que ofrecen una gama de productos con una gran demanda internacional.

Por último, las limitaciones en infraestructuras en los países africanos con menores ingresos afectan al 40 % de la productividad de las empresas.

Problemática mundial

Los problemas actuales relativos al crecimiento industrial y la instalación de infraestructuras afectan al resto de ODS de las Naciones Unidas y, por lo tanto, a todas las personas del mundo. Es importante para todos porque son nuestros medios de vida.

Así pues, el nacimiento de nuevas industrias supone una mejora del nivel de vida, mientras que el hecho de que las empresas aspiren a la sostenibilidad tendrá un impacto positivo en el medio ambiente.

Sin tecnología ni innovación, la industrialización no ocurrirá y tampoco habrá desarrollo. En este punto, se debe invertir en productos de alta tecnología que dominnen las producciones manufactureras, aumenten la eficiencia y mejoren los servicios móviles para que las personas estén conectadas.

El precio de no actuar es desorbitado, ya que dificultaría poner fin a la pobreza y desarrollaría una deficiente asistencia sanitaria, además de un saneamiento insuficiente y un acceso limitado a la educación.