La escarcha y la cencellada son fenómenos muy comunes en estas épocas del año y su formación es más que curiosa. Son figuras cristalinas que aparecen sobre todo en las mañanas gélidas de invierno. Estos hidrometeoros nos recuerdan lo 'cruda' que puede llegar a ser esta época del año y se consideran como unos de los fenómenos por excelencia de estas fechas.

La escarcha o helada blanca suele aparecer en las temporadas anticiclónicas, en los días en calma y con ausencia de vientos. Estas condiciones favorecen que el suelo irradie rápidamente el calor. Este fenómeno ocurre por la noche y lo solemos encontrar a la mañana siguiente, en los coches y en la vegetación, con esa capa congelada que nos recuerda a la nieve.

Cuando el sol se esconde y anochece, la temperatura suele bajar y la tierra comienza a enfriarse. El aire frío, al ser más denso, desciende hacia las capas más bajas y comienza a enfriarse junto con la superficie. Tanto la humedad como la temperatura juegan un gran papel. La humedad relativa del aire tiene que ser superior a 60% y la temperatura de la superficie inferior o igual a 0º C. De esta forma el vapor se convierte directamente en cristales de hielo que conocemos como escarcha.

Aunque el procedimiento es muy parecido, a la hora que se forme la cencellada, tienen que haber bancos de niebla. La cencellada blanca, aparece en las jornadas anticiclónicas, con ambientes fríos y en calma. Este fenómeno se forma cuando se producen nieblas en los lugares donde la temperatura es baja, cuando el 'punto de rocío' está por debajo del de la congelación.

Las pequeñas gotículas suspendidas en la niebla, pasan a estar en estado de subfusión, y al entrar en contacto con alguna superficie quedan atrapadas formando esos cristales pequeños y brillantes.

Aquí destaca el viento, que cuando sopla desvía estas formaciones a su merced y pueden crear una especie de 'banderas de hielo', 'plumas' y 'agujas' impresionantes para fotografiar.