Alexander Murphy acaba de publicar un pequeño pero delicioso ensayo sobre los fines de la geografía y su sentido en el mundo actual. Debería ser libro de lectura obligatoria para todos aquellos que desconocen el valor de la geografía, la importancia de su discurso; para todos los que siguen creyendo que la geografía es una pregunta de «trivial», un ejercicio memorístico de accidentes del medio físico, una asignatura menor en la formación de los ciudadanos. La geografía otorga el «dónde» que es un eje fundamental en el sistema de valores vitales de todo ser humano, el argumento principal que explica la propia existencia del ser humano en la Tierra, un principio civilizador. La geografía es acción, comprensión, propuesta de actuación, sentido de responsabilidad con los grandes temas del nuestro planeta en la actualidad: cambio climático, riesgos naturales, degradación ambiental, migraciones, globalización, ciudades inteligentes, planificación de actividades económicas, movilidad sostenible, información territorial, mapas. Y también, cómo no, es ejercicio de escape, de desplazamiento por tierras no conocidas, de viaje iniciático, de disfrute de las excelencias de nuestro planeta, de fortalecimiento de relaciones entre personas diversas. Pensar geográficamente, nos dice Murphy, es un medio de fortalecer la sociedad civil. Y es, también, la forma más ética, igualitaria y sensata de respetar la naturaleza y al ser humano que vive -que vivimos- en ella. Es el estudio e interpretación de ese todo animado por un soplo de vida que es nuestra Tierra, como nos enseñó Humboldt. Ignorar a la ciencia geográfica en este mundo actual, tan grande, tan pequeño, tan variado, es favorecer la desigualdad entre los seres humanos; es condenar a las sociedades a la destrucción de su sentido de existencia que se basa -o así debe ser- en la armoniosa convivencia con la naturaleza que lo acoge. En 2020 la geografía es la ciencia del cambio global, de la sostenibilidad ambiental y de la información territorial. Es ciencia de reflexión y acción. De relación y comprensión. De la explicación sencilla de lo complejo. Ahí es nada. ¿Todavía hay quien se atreva a cuestionar hoy el valor de la geografía?