El aumento de temperaturas que conlleva el cambio climático hace avanzar y alargar la primavera y, por tanto, la vegetación comienza a crecer antes y durante un período más largo. Esto provoca que las hojas verdes de los árboles extraen cada vez más agua del suelo, que al evaporarse acentúa la pérdida de humedad. La principal consecuencia son veranos más secos, largos y calurosos, así como olas de calor más frecuentes en gran parte del hemisferio Norte. Si bien los dos fenómenos tienen lugar en estaciones del año diferentes, el estudio «Summer soil drying exacerbated by earlier spring greening of northern vegetation» publicado en la revista científica «Science Advances» ha puesto de manifiesto que están conectados.

La reciente investigación está dirigida por el profesor Xu Lian de la Universidad de Pekín (China) y ha intervenido el profesor Josep Peñuelas, investigador del CSIC en el CREAF (España), junto con investigadores de Alemania, Australia, Bélgica, Estados Unidos, Francia y Reino Unido.

El análisis de datos obtenidos por satélite y con simulaciones climáticas en todo el hemisferio Norte desde 1982 hasta 2011 ha permitido vincular el aumento del verdor de la primavera con la disminución de la humedad del suelo en verano. Además, se confirma que esta conexión puede ser replicada mediante modelos informáticos diseñados para simular el sistema climático. En palabras del profesor Xu Lian, autor principal de la investigación, «la influencia del verdor temprana en la sequedad del suelo es más compleja de lo que se pensaba. Este fenómeno causa pérdidas de agua muy rápidas al transmitir una gran cantidad a la atmósfera. Ahora bien, el agua perdida se recupera como precipitación posterior sobre la Tierra. Hemos demostrado que este mecanismo alivia las pérdidas de agua que se producen con el reverdecimiento, de lo contrario el secado de la superficie terrestre sería mucho peor».