Gabriel "siempre tuvo en el corazón a Christiane", afirman sus familiares. "De haber estado vivo -falleció en 1997 en Mazarrón (Murcia), víctima de una afección cardíaca- se hubiera vuelto loco al reencontrarse con ella", confiesan sus hermanos Sálvador y Cándida, que dicen haber vivido esta historia, la de la búsqueda de un amor, medio siglo después, con "una mezcla de tristeza y alegría".

Christiane Van Geel, una ciudadana belga de 78 años natural de Amberes, ha hecho lo imposible para encontrar de nuevo al que considera el amor de su vida, Gabriel López Campos, un mallorquín de Son Ferriol. Desde los años 70 no sabía nada de él y tenía la esperanza de volverlo a encontrar, por lo que pidió ayuda a quien pudiera facilitarle alguna pista sobre el paradero del que llama su "hermoso mallorquín". Una búsqueda a la que se entregó hasta la noche del viernes, cuando supo que su amado murió hace 23 años.

"Estoy muy triste", comentó a este diario Christiane desde Amberes al conocer el final de la historia. Le queda el consuelo de que la familia de Gabriel está dispuesta a hablar con ella para contarle más detalles del hombre que agitó su vida de una manera tan poderosa y de quien perdió el contacto en 1970. "Por nuestra parte, estaríamos encantados de reunirnos con Christiane", afirman.

"Se me ha salido el corazón"

"Cuando me han contado toda esta historia se me ha salido el corazón. Mi hermano estaba locamente enamorado de ella, y nosotros, la familia, la queríamos tanto... Gabriel tuvo otra mujer pero qué va... Cuando Christiane se casó, mi hermano perdió toda la alegría", confesó ayer desde Murcia su hermana Cándida.

En Son Ferriol, en la misma casa en la que vivió Gabriel López Campos, el mayor de ocho hermanos a los que pudo mantener gracias a su trabajo como dinamitero en la mina de Sineu, Salvador hacía ayer esfuerzos para contener las lágrimas. "Recuerdo a Christiane como si la hubiera visto ayer. Era una chica muy guapa y cariñosa, una extranjera, y ya se sabe que las extranjeras, en aquel tiempo, llamaban la atención", rememora su hermano. "Se querían muchísimo, él siempre la quiso", insiste.

Christiane y Gabriel se conocieron en el Port de Sóller a finales de los años cincuenta, en el primer viaje que a la entonces adolescente se le permitió hacer al extranjero sin sus padres. "Al principio todo fue casual: una cruce de miradas, un cumplido, un encuentro no buscado y ya estábamos enamorados", relató Christiane. Con el tiempo, después de paseos por la playa y algunas excursiones, ella quedó prendada del joven mallorquín, aunque le sorprendían algunos detalles de su vida, como que pese a su juventud tuviera que mantener a sus hermanos "sin ayudas ni becas escolares" del Estado.

"Éramos una familia muy humilde", reconoce Cándida. "Mi padre ganaba una miseria y yo no pude ir al colegio. Gabriel se hizo responsable de todos nosotros, y llegó a emigrar a Alemania, para trabajar en una fundición de metalúrgico", apunta.

Tras dos veranos de romance en la isla, la vida vida de Gabriel y Christiane continuó, cada uno por su lado, y los años pasaron. Christiane conoció a otro hombre, Johan, un hombre tolerante y de mente abierta al que ella pudo contarle su relación con Gabriel y sus sentimientos. "Estoy dispuesto a ser el segundo hombre de tu vida", le concedió Johan. Después de tres años de relación se comprotieron y fijaron la fecha de la boda.

Pero tres semanas antes de la ceremonia. Gabriel llamó por sorpresa a la puerta de Christiane. "No pude evitar buscarte para ver si lo nuestro todavía se puede salvar". Aquel nuevo encuentro en Amberes con su "hermoso mallorquín", agitó de nuevo los sentimientos de la joven. "En secreto tuvimos varias citas, reviví de nuevo el amor y dolor de los recuerdos perdidos". Finalmente el que iba a convertirse en mi marido quiso encontrarse con Gabriel. "Ahora sí que quiero conocer a ese hombre tuyo", me dijo.

Al final del encuentro Gabriel le dijo a Christiane: "Es mejor que te cases con Johan, hacéis una buena pareja y sobre todo quiero que seas feliz", le manifestó. La pareja contrajo matrimonio, de su unión nacieron dos hijos y permaneció unida durante 40 años, hasta que Johan falleció en el año 2005 a consecuencia de un cáncer.

En una de sus últimas cartas, Gabriel escribió a Christiane contándole que había vuelto a recorrer todos paisajes de Mallorca donde fueron felices. Y le dijo que nunca la olvidaría, como ella tampoco lo hizo.

En los años 70 Gabriel tuvo un accidente en la fundición alemana en la que trabajaba. "Estuvo un mes y medio en coma, y la única secuela que tuvo se la produjo el hecho de no poder estar con Christiane. Él veía que no podría darle la vida que a ella le gustaría. Ojalá se hubiera casado con Christiane y no con otra", suspira aun su hermana Cándida.

Gabriel también se casó con una limpiadora del hospital en el que permaneció ingresado un buen tiempo, y no tuvieron hijo alguno. "La mujer de su vida fue Christiane", afirman unos más que emocionados familiares.