El balance radiativo de la atmósfera en la superficie terrestre depende de diferentes factores meteorológicos, los más importantes, son la nubosidad, tanto la cantidad de nubes en el cielo expresado en octeno de cielo cubierto, como el tipo de nubosidad, en nubosidad de tipo bajo, medio, alto o de desarrollo vertical como los cúmulos o los cumulonimbus. Según los diferentes estudios de la influencia de las nubes en el balance radiativo de la atmósfera se observa como las nubes altas tienen un forzamiento térmico positivo más elevado que los de tipo bajo, por ejemplo los cirros provocan unas temperaturas más altas, ya que los cristales de hielo que forman las gotas de las nubes permiten el paso de la radiación solar y también provocan una reflexión de la radiación infrarroja emitida por la superficie, especialmente de día, que los estratos, que disminuyen la radiación solar, aumentan la reflexión de la radiación por las gotitas de las nubes, que son en forma de gotas de agua líquida, ya que se encuentran situados en altitudes más bajas con temperaturas más altas y no están congeladas las gotas como las nubes medios, altocúmulos. Se ha observado que en días con cielo despejado la radiación solar directa es la máxima por la ausencia de nubes que provocan una reflexión de la radiación solar, pero en cambio con cúmulos y con tiempo soleado si la radiación directa es casi igual a la del cielo despejado, se suma la radiación difusa producida por la reflexión de las gotas de las nubes que pueden estar en fase líquida o sólida lo que aumenta la radiación solar difusa y la radiación total. Todos estos estudios se han hecho teniendo en cuenta que la cantidad de aerosoles es similar, ya que los aerosoles de origen antrópico pueden distorsionar mucho la radiación solar, disminuyéndola, por eso en la ciudad se observa una disminución de la radiación solar en comparación con el campo por la mayor contaminación.