El epidemiólogo norteamericano Michael T. Osterholm, que anticipó la actual pandemia de coronavirus, augura nuevos brotes de enfermedades infecciosas, alguna de ellas peor que el covid-19, y aboga por un compromiso internacional para repartir la fabricación de fármacos y equipos de protección por el mundo.

Michael T. Osterholm, uno de los mayores expertos mundiales en epidemiología, anticipó la pandemia de coronavirus que está afectando al mundo hace dos años en su libro 'La amenaza más letal', del que la editorial Planeta saca una edición actualizada el próximo 19 de mayo con un prólogo en el que el investigador analiza la situación que vivimos en le actualidad.

Una edición en la que el científico da por hecho que habrá nuevos brotes de enfermedades infecciosas: "Habrá un siguiente, luego otro y luego otro más. Y como hemos advertido en este libro, uno de ellos será aún más grande y uno o varios órdenes de magnitud más grave que el brote de covid-19".

Lo más probable -agrega- es que sea un nuevo virus de la gripe, que se cobró la vida de entre 50 y 100 millones de personas. Sin embargo, se produciría en un mundo con el triple de población, con vuelos comerciales internacionales y con megalópolis superpobladas en el tercer mundo".

Para el fundador del Centro para las Enfermedades Infecciosas (Cidrap) de la Universidad de Minesota, "la falta de inversión, liderazgo y voluntad pública" hacen que la preparación ante este enemigo sea lamentable.

La única manera en que se podría haber frenado la propagación de la pandemia habría sido con una vacuna efectiva, que no existía: "Iniciar un proyecto así desde cero exige muchos meses, o incluso años".

Por eso, urge a la creación de un programa similar al Proyecto Manhattan (plan de desarrollo nuclear de la Segunda Guerra Mundial) para proveer al mundo de una vacuna antigripal revolucionaria y de una organización internaciopnal para abordar la resistencia antimicrobiana.

En el libro, recuerda cómo el 20 de enero de 2020 su centro manifestó que el covid-19 causaría una pandemia. "¿Por qué la Organización Mundial de la Salud (OMS)? A nuestro entender, esto hizo caer a muchos líderes y organizaciones en una especie de complacencia, al pensar que aún había bastantes posibilidades de contener el virus. Fue una distracción desafortunada e innecesaria".

Para Osterholm, son varios factores los que han confluido para llegar a la crisis sanitaria. Y el primero es cómo, en las casi dos décadas que han transcurrido desde el SRAS (síndrome respiratorio agudo severo), el mundo ha pasado a depender muchísimo más de los recursos de fabricación de China.

Nadie pudo prever que China se fuera a paralizar durante meses y no suministrar productos, pero la dependencia colectiva de ese país en la fabricación de medicamentos y equipos de protección "podría desembocar directamente en una pérdida sustancial de vidas como efecto secundario del covid-19 y de futuros brotes pandémicos", denuncia Osterholm.

Y resalta la necesidad de proteger a los sanitarios.

Por ello, destaca la necesidad de que los gobiernos suscriban un compromiso internacional de repartir y diversificar la fabricación de fármacos, suministros y equipos clave e inviertan "grandes sumas en nuevos fármacos y antibióticos para los que no hay ningún modelo de negocio comercial real".

A la vista está, sostiene, que se necesita un sistema diferente para investigar, sintetizar y distribuir ciertas clases de fármacos. "La única solución son los subsidios estatales y los cupos de compras".

También habla de medidas como el cierre de colegios y sostiene que solo se debería dar este paso si se puede demostrar que los niños son más infecciosos en el colegio que quedándose en casa porque son los abuelos quienes tienen que cuidar de ellos.

Para el especialista, en lo que atañe a prepararse para enfermedades infecciosas, "no se ha hecho más que tirar por la borda una oportunidad detrás de otra" en materia de salud pública.

"Nunca se nos ocurriría entrar en guerra con un enemigo humano y luego encargar un portaaviones o un sistema de armamento a un contratista de defensa que tardaría años en diseñarlo y fabricarlo. Pero esto es lo que hacemos constantemente en la guerra que libramos contra nuestra amenaza más letal. Y tan pronto como remite, parecemos olvidarnos de ella hasta la próxima ocasión.

Y por eso, agrega: "Después de toda la enfermedad, la muerte, la desestabilización y las pérdidas económicas que ha provocado la pandemia del covid-19, la mayor tragedia sería que desperdiciáramos esta crisis sin aprender de ella ni prepararnos para el futuro".