Geólogos españoles y argentinos han logrado cartografiar, en la isla Marambio de la Antártida, indicios del meteorito que provocó la extinción de los dinosaurios. Los materiales geológicos cartografiados contienen un registro fósil excepcional, muy estudiado por científicos de todo el mundo, en el que se concentran la mayoría de las publicaciones paleontológicas de esta zona de la Antártida.

Además, registran también la apertura del Estrecho de Drake, que tuvo lugar hace unos 34 millones de años y que dio lugar al desarrollo de la Corriente Circumpolar Antártica, la cual contribuyó al aislamiento térmico de la Antártida y al inicio de la generación de los actuales casquetes glaciares.

En el trabajo han participado investigadores del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y del Instituto Antártico Argentino (IAA). Los mapas, que se acompañan de una extensa y detallada memoria, son el producto de más de una década de colaboración entre ambas instituciones.

La isla Marambio se encuentra en las proximidades del extremo nororiental de la Península Antártica y es uno de los lugares más interesantes y visitados de la Antártida desde el punto de vista científico.

Mucho de este interés radica en que en ella se encuentra el estrato geológico más extenso y austral del planeta que alberga los restos del meteorito causante de la extinción de los dinosaurios. Esta capa corresponde al denominado límite K-Pg (entre las épocas geológicas Cretácico y Paleógeno) de una edad de 66 millones de años.

El nivel contiene el registro de un cambio fundamental en la historia evolutiva de la vida en la Tierra, pues significó la extinción de la mayoría de los grupos faunísticos dominantes hasta entonces en la Era Mesozoica, como los dinosaurios y los reptiles marinos (plesiosaurios), y la expansión de otros, como los mamíferos, a lo largo de la Era Cenozoica en la que nos encontramos.

Cuando el meteorito, de unos 10 kilómetros de diámetro, impactó, al parecer en las costas de lo que hoy es la Península del Yucatán en México, sus cenizas se esparcieron por todo el mundo y durante décadas estuvieron extendiéndose sobre toda la superficie de la Tierra.

Estas cenizas eran ricas en elementos raros como el iridio, que aparecen en proporciones ínfimas en la superficie de la Tierra pero que son más abundantes en los meteoritos.

La anomalía geoquímica, junto con las extinciones de grandes grupos de fósiles (plesiosaurios, ammonites, etc.), se encuentran registradas dentro de un estrato verdoso, rico en un mineral llamado glauconita, de unos 5 metros de espesor que, a lo largo de 7 kilómetros, atraviesa la isla de Marambio. Esta capa verdosa se ha cartografiado con detalle por primera vez en los mapas recientemente publicados.

El estudio de esta capa puede ofrecer las claves para entender los actuales cambios climáticos y su relación sobre la evolución de los seres vivos. De hecho, según explica Manuel Montes, investigador del IGME, "en Marambio, el límite K-Pg tiene asociado un horizonte de mortalidad de peces que no aparece en otras secciones de este tipo en el mundo".

Tal es la importancia de estos afloramientos, que se está considerando declararlo como 'Geosite' (lugar geológico de relevancia internacional) de la Antártida siguiendo las pautas metodológicas 'Global Geosites' en la que participa una comisión internacional en la que también colaboran investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y del IGME.

Tanto los mapas como la información contenida en la memoria, ya están siendo la base de trabajo para la adecuada gestión y conservación de este importante patrimonio geológico mundial.

Según destaca el IGME, este corto periodo de cambios planetarios drásticos ha sido muy estudiado en todo el mundo. Zumaya en la costa del País Vasco y Caravaca en Murcia, albergan en España sendas secciones de referencia mundiales del límite K-Pg.

"La importancia de esta cartografía geológica es que ayuda a comprender los grandes cambios climáticos y paleoecológicos que tuvieron lugar en la Tierra antes y después del límite", indica Manuel Montes.

El profundo trabajo de investigación que ha supuesto la realización del mapa representa una completa base de datos que será usada por futuros grupos de investigadores como paleontólogos, geoquímicos o paleoclimatólogos, entre otros.