El estudioso Jesús López Romalde, catedrático de Microbiología de la Universidad de Santiago (USC), considera que esta pandemia ha dejado un claro mensaje: La salud es "global" y sería atroz si desapareciese el equilibrio entre la humana, la animal y la ambiental, dado que las consecuencias de ello podrían ser "dramáticas".

"Nos estamos enfrentando a una crisis importante, pero también nos encontramos ante la oportunidad de hacer las cosas mejor en el futuro", manifiesta en una entrevista con Efe, en la que dice que "no esperábamos que un pequeñísimo agente infeccioso pudiese llegar a alterar de esta forma nuestra vida".

Opina que una investigación "sosegada" ayudará a resolver muchas incógnitas, pues ha habido muchas indagaciones que han hecho que se sepa mucho de este patógeno en tiempo récord pero que se han realizado "a marchas forzadas" y, al menos bajo su criterio, "con mucha presión política, social y mediática".

- Pregunta: Usted siempre ha tenido claro el origen zoonótico del virus.

- Respuesta: Yo he descartado desde un principio esas teorías, conspiranoicas, de que el virus era producto de laboratorio, porque todas las evidencias científicas de las que se dispone hasta ahora señalan a un origen zoonótico.

- P: En base a su transmisibilidad entre seres humanos, tampoco descarta que el SARS-CoV-2 lleve ya un tiempo entre nosotros. ¿Correcto?- R

: Sí. Y que, por mutación o recombinación, alguna cepa haya incrementado su virulencia en los últimos meses y ocasionado la pandemia. Hay todavía incógnitas que el tiempo y una investigación más sosegada ayudarán a resolver. Se ha investigado sobre este virus a marchas forzadas desde su aparición, con mucha presión social, política y mediática. Esto ha hecho que se sepa más de este virus en pocos meses que de otros viejos conocidos en muchos años.

En contrapartida abundan estudios no demasiado rigurosos que se han hecho públicos saltándose los mecanismos de revisión por pares habituales para cualquier publicación científica y probablemente muchos no pasen esos filtros de calidad, con lo que no formarán parte del corpus científico sobre el SARS-CoV-2.

- P: ¿España está mejor preparada en el sentido de métodos analíticos para detectar rápidamente nuevos posibles contagios y detener la propagación?- R:

Hemos estado, valga la redundancia, expuestos a una sobreexposición informativa que puede generar ansiedad e incluso miedo en buena parte de la población. Por no mencionar la cantidad de bulos que han circulado en medios y redes sociales. La buena noticia es que, en caso de que se produzcan repuntes de la enfermedad, tenemos mucho más conocimiento que en diciembre de 2019.

Sí, se han desarrollado métodos analíticos fiables, tanto de detección directa del ácido nucleico del virus (RT-PCR), como métodos serológicos, como para detección de antígenos o anticuerpos como ELISA y también ensayos rápidos, aunque estos últimos con menor fiabilidad... Se han evaluado asimismo posibles tratamientos, algunos con resultados prometedores, y se está avanzando en el desarrollo de vacunas.

- P: ¿Reforzar al máximo la atención primaria es clave para el control de posibles rebrotes?- R:

En efecto. El papel de la atención primaria en los próximos meses va a ser fundamental en la detección de nuevos casos, al hacer el seguimiento epidemiológico de afectados y sus contactos, y establecer medidas como la cuarentena o el confinamiento, si es necesario, de determinados grupos poblacionales. Todo ello contribuirá a que los rebrotes, en caso de que se produzcan, sean localizados y no presenten una gran magnitud.

Por tanto, reforzar las estructuras y personal de atención primaria, o la disponibilidad de rastreadores epidemiológicos, son medidas que se deberían tener en cuenta a nivel de los gestores y autoridades sanitarias.

- P: Esa primera barrera, que constituye la atención primaria, ha de funcionar porque, de no ser así, ¿cuál sería el escenario?

- R: Si la primera barrera que constituye la atención primaria funciona, hará que el sistema sanitario no se vea colapsado como sí ha pasado en la primera oleada, por lo que la capacidad de reacción será mucho mejor y la actuación más eficiente para el control de la enfermedad. Los tratamientos efectivos o las vacunas aún tardarán algo en llegar y, mientras eso no sucede, nosotros como individuos y sociedad somos la vacuna.

- P: ¿Esta pandemia ha supuesto un antes y un después?

- R: Creo que sí. No esperábamos que un pequeñísimo agente infeccioso pudiese llegar a alterar de esta forma nuestra vida y, mucho menos, nuestra economía. A pesar de que había habido antecedentes como la pandemia de gripe de 1918, y otras epidemias más recientes. A pesar de que algunos expertos ya habían alertado de que la pérdida de biodiversidad o la invasión de espacios naturales facilita, cada vez más, la transmisión y propagación de patógenos procedentes de especies animales y su posible salto al ser humano.

- P: A pesar de todas esas evidencias, la sociedad en general se sentía segura...

- R: Y en pocos meses hemos pasado a la inseguridad y al miedo de no poder volver a la normalidad, de no saber cómo va a ser lo que llaman ahora la nueva normalidad. Creo que la lección más importante es que el mantenimiento de un sistema sanitario fuerte es una prioridad en cualquier sociedad moderna, así como el establecimiento y reforzamiento de un tejido científico que pueda dar respuestas adecuadas a posibles amenazas a la salud pública.

Debemos concienciarnos de que la salud es global, del concepto "One-health", que integra la salud humana, la salud animal y la salud ambiental y de que si desaparece el equilibrio entre ellas, eso puede tener consecuencias dramáticas. Nos estamos enfrentando a una crisis importante, pero también estamos ante la oportunidad de hacer las cosas mejor en el futuro.