La responsabilidad social corporativa (RSC) es un término quizá demasiado enrevesado para definir una necesidad inaplazable en cualquier empresa: comprometerse a colaborar para que la sociedad sea más justa y el planeta, más habitable. No se trata de solidaridad, sino de supervivencia, y también de una exigencia de los consumidores. Ningún emprendimiento tiene futuro sin un modelo de negocio sostenible. De ello está convencida Elena Fernández Rodríguez, responsable de que Correos cumpla con esos objetivos, y que ha participado en las jornadas del Womenalia Inspiration Day by Woman, el mayor evento de Europa dedicado a la mujer profesional.

¿Qué peso debe tener la responsabilidad social en una estrategia empresarial?

Es una herramienta fundamental para establecer un modelo de negocio más sostenible a largo plazo y con una visión más transversal. El coronavirus ha confirmado la necesidad de implementar un cambio sistémico, de aplicar nuevos modelos de liderazgo y de gestión realmente sostenibles, a nivel tanto económico como social y medioambiental, para colocar a las personas y al planeta en el centro. Se está empezando a hablar no ya de una integración, sino de una fusión de la estrategia corporativa y de la RSC. Este proceso permite generar nuevas oportunidades de negocio y de desarrollo de servicios más alineado con las necesidades de la sociedad, permitiendo además anticipar mejor los riesgos y los cambios en el mercado.

¿Tanto influyen esos objetivos en el cliente?

Según el estudio de Marcas con valores. El poder del consumidor-ciudadano, un 44% de las personas busca información sobre las marcas relacionada con sus compromisos ambientales, y un 45% declara que elegiría una marca en lugar de otras similares por cuestiones ambientales. Ante un consumidor cada vez más consciente, la buena gestión de la dimensión social y medioambiental se convierte en uno de los ejes fundamentales de crecimiento, especialmente para las compañías de gran consumo. En otras palabras, las empresas que transmitan confianza y conecten de una forma sincera con los valores de los consumidores saldrán reforzadas.

¿Qué significa para una compañía estar comprometida con la sostenibilidad económica?

Para que una compañía sea rentable a medio y largo plazo, además de generar beneficios económicos a sus accionistas, debe ser capaz de crear valor a largo plazo a sus grupos de interés. Como punto de inflexión, señalaría la declaración Business Roundtable, de 2019. Esta declaración supuso el cierre de una etapa en la que se consideraba que la misión de la empresa se limitaba a generar beneficios y maximizar la inversión de los accionistas. Se abrió un nuevo escenario en que los CEO de las grandes compañías se comprometían a beneficiar no solo a sus accionistas, sino también al resto de sus stakeholders, es decir, a todas las personas y organizaciones que se relacionan con sus actividades.

Cada vez se habla más de que la gestión debe ser líquida y en esa gestión es complicado disociar la sostenibilidad económica de la social y medioambiental. La viabilidad económica es clave para la supervivencia de cualquier empresa, pero ya hemos visto como una mala gestión de la dimensión social o medioambiental puede poner en riesgo la sostenibilidad económica de las organizaciones.

¿La responsabilidad social corporativa debe tener una perspectiva de género?

Por supuesto. Pero no solo la RSC, sino la estrategia corporativa. La gestión de la diversidad, sin limitarla a la perspectiva de género, debería ser una línea troncal en cualquier empresa. Conocemos numerosos estudios y experiencias que muestran que un aumento de mujeres en los puestos de liderazgo genera una mayor rentabilidad. Pero la perspectiva de género y de diversidad debe ir más allá de la composición de los equipos directivos. Debe desarrollar políticas corporativas que aborden cuestiones como la integración en los procesos de selección y promoción, la conciliación, la brecha salarial o la prevención del acoso sexual, entre otros aspectos.

Correos es un ejemplo de ello, ¿no es así?

Tenemos un plan de diversidad que actúa sobre cuatro dimensiones: género, personas con discapacidad, generacional y cultural. Estas se sustentan a su vez sobre siete ejes de trabajo: promoción, formación, talento, cultura, RSC, empresa saludable y comunicación. También contamos con un código de conducta que establece medidas para prevenir cualquier tipo de discriminación o acoso, y que garantiza la igualdad de trato y oportunidades. Además, disponemos de un plan de igualdad que actualmente está siendo revisado. Correos es una de las 37 empresas españolas que se han unido a la iniciativa mundial sobre igualdad de género, Target Gender Equality, promovida por Global Compact de Naciones Unidas. La finalidad de este programa es ayudar a las empresas a establecer y alcanzar objetivos empresariales ambiciosos en términos de representación y liderazgo de las mujeres.

¿Una compañía pública como Correos tiene un mayor compromiso con la igualdad?

Sí. Correos fue pionera en incorporar a mujeres en su plantilla. En 1881 contrató a la primera mujer telegrafista. Actualmente, continúa siendo un referente de la igualdad laboral. En 2016 se alcanzó la paridad en la plantilla y en 2019 las mujeres llegaron a ser el 52% de los empleados. Asimismo, ellas han pasado de ser, a principios de la década, el 31% del total de los mandos intermedios a suponer hoy en día el 46%. De hecho, en el consejo de administración de Correos la presencia femenina está en el 41%, por encima del objetivo del 30% recomendado por las autoridades europeas para el año 2020.

¿También es así con el desarrollo sostenible?

Nuestro plan de sostenibilidad descansa en tres ejes: negocio e innovación responsable, compromiso con la comunidad y gestión sostenible. Los proyectos que desarrollamos los analizamos teniendo en cuenta los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas y el reto demográfico. En el ámbito de la gestión sostenible, priorizamos tres líneas de trabajo: eficiencia energética, reducción de las emisiones de CO2 y la gestión de los residuos generados. Además, este plan recoge las medidas, indicadores y mecanismos de gestión para alcanzar tres metas globales: mejorar la calidad del aire de las ciudades impulsando la movilidad inteligente; luchar contra el cambio climático, y consumir de manera sostenible promoviendo una economía circular.

¿Las empresas españolas dan la importancia necesaria a la elaboración de un plan RSC?

Absolutamente. Las grandes empresas llevan años adoptando planes de RSC y sostenibilidad, apostando por ámbitos como la transparencia, el medioambiente y la inclusión social, entre otros. Tal como señala el Estudio multisectorial sobre el estado de la responsabilidad corporativa de la gran empresa en España, elaborado por el Club de Excelencia en Sostenibilidad, el 98% de las grandes empresas del mercado español, incluidas las representadas en el IBEX-35, cuentan con políticas específicas de RSC.

¿Ocurre lo mismo en las empresas pequeñas?

Cada vez más pymes en nuestro país, especialmente desde la aprobación de la Agenda 2030, están alineando sus estrategias y acciones con los ODS. La concreción de estas metas y programas ha permitido a los pequeños empresarios poner en valor proyectos que ya estaban desarrollando y, a su vez, identificar acciones que les permiten, en su escala, ser palanca de transformación social y de impacto positivo. No cabe duda de que la integración de las políticas de RSC en las empresas españolas, grandes y pequeñas, es ya una realidad. Nuestro reto es conseguir que en el futuro haya una visión mucho más amplia y transversal en todas las actividades corporativas.

¿Los Objetivos de Desarrollo Sostenible deben ser la referencia para cualquier estrategia corporativa?

Definitivamente. La crisis provocada por la pandemia ha puesto de manifiesto tanto la necesidad de actuar ya como el retroceso en alguno de los ODS. En estos momentos, esos objetivos son el único marco válido de referencia para las estrategias de RSC, a la vez que son una guía para determinar el propósito empresarial, utilizando un lenguaje común para todos, con la finalidad de crear valor compartido para los diferentes grupos de interés. En Correos estamos trabajando activamente como socio clave para que nuestro país cumpla su agenda relativa a los ODS. Aprovechando la capilaridad de nuestra red, ponemos a disposición de la sociedad productos y servicios que abarcan muchos de los 17 ODS para reducir las desigualdades, proteger el medioambiente y desarrollar alianzas. En este marco, desde 2015 hemos impulsado el grupo de trabajo de la Unión Postal Universal (UPU) destinado específicamente a analizar el importante rol que desempeñan los operadores postales como palancas de las políticas públicas en esta materia. Mediante el estudio de iniciativas se pretende, además, conseguir sinergias generadas con otros sectores como educación y sanidad, que pueden resultar de gran ayuda para alcanzar los fines propuestos.

Quedan nueve años para cumplir con la Agenda 2030. ¿Se conseguirá?

El deseo de todos es lograrlo y se está trabajando en ello, pero la realidad es otra. Las empresas debemos asumir un rol más activo en la consecución de los ODS analizando el impacto de nuestra actividad en cada uno de ellos. El progreso de los ODS está siendo desigual. Marcha a distintas velocidades en los diferentes países. La pandemia no solo es una crisis sanitaria, sino que se está convirtiendo también en una crisis económica y humanitaria. En la era post-Covid, las pérdidas económicas acentuarán el aumento de la pobreza y de las desigualdades en todos los estados, pero mucho más en aquellos donde estas circunstancias son endémicas. En Europa, el pacto verde adoptado por la Comisión, unido a los fondos puestos a disposición de los países de la Unión para asegurar una recuperación verde e inclusiva serán instrumentos clave para avanzar en la consecución de los ODS. Pero queda mucho por hacer y los avances, para que sean significativos, deberán ser globales.