Los asiduos al parque de la margen derecha del Guadiana lo habrán visto lanzando a canasta en las pistas más próximas al puente de Palmas, donde pasa horas entrenando. Su nombre es Mamadou Benteh Jallow. Abandonó Gambia persiguiendo el sueño europeo y, tras un largo y difícil periplo acompañado siempre de un balón de baloncesto, recaló este verano en Badajoz, porque le dijeron que había un parque público con pistas en las que podría entrenar. En este lugar durmió bajo cielo raso hasta que un niño de 11 años que lo veía jugar avisó a su padre, el policía local Félix Alegría. Tras ese encuentro, Mamadou ha empezado a contar los días de una nueva vida con planes de futuro.

Habla español, inglés y senagalés. Dice que no recuerda la fecha exacta en la que se fue de Gambia. Lo hizo con su madre. Pasaron a Senegal y después a Libia. Cuando salió de su país no tenía muy claro dónde iban. "Yo escuchaba mucho Italia y Europa trabajo". En Libia estuvo un tiempo viviendo con su madre, que perdió la vida en este país. De la travesía del Mediterráneo en una patera con 120 inmigrantes recuerda "muy poco". Sí sabe que tuvieron "suerte" porque acudió en su ayuda Salvamento Marítimo de Italia, "porque si no esta patera no hubiese llegado a Italia". Terminó en Cerdeña, cuyos habitantes, según cuenta, "no son gentiles con los negros". Consiguió trasladarse a Génova gracias a un camionero que le permitió esconderse en su vehículo. Alcanzó la frontera de Francia pero tuvo que esperar un tiempo hasta que un maquinista lo ayudó a subir a un tren que lo acercó hasta Marsella y después a Montpelier, desde donde viajó en autobús hasta Barcelona.

No le quedaba dinero y tuvo que pedir en la calle para poder ir a Madrid. Esa era su meta, "porque el Real Madrid era mi equipo favorito de pequeño cuando jugaba al fútbol y también por el baloncesto". "Escuché en Italia que en España juegan muy bien a baloncesto, la liga es muy buena y el Real Madrid tiene uno de los mejores equipos". Su pasión por este deporte nació en Italia y se reforzó en Madrid. En el centro de acogida de menores había pelotas. Mamadou además llevaba la suya desde Italia como compañera de viaje. "En el puerto no tenía nada que hacer y jugaba para evitar aburrirme". En Madrid vivió mucho tiempo en la calle. Recuerda el frío con la nevada de Filomena. Un amigo cuya hermana trabaja en Badajoz le aconsejó que se trasladase a esta ciudad "porque tiene un río con canchas de baloncesto". Además, al ser una ciudad pequeña, hay pocos inmigrantes porque "donde hay muchos inmigrantes como yo es muy difícil que te vean". 

Mamadou con su pelota de baloncesto. / S. GARCÍA

Para llegar a Badajoz se escondió en el baño de un tren en Atocha. Cinco horas de viaje encerrado. Al llegar a la estación de San Fernando se fue directo al parque, "a la cancha, preguntaba dónde está el río, ahí abajo, me decían". No buscó ningún techo bajo en el que cobijarse. Se quedó en las pistas y comía lo que la gente le daba. Un día de julio un niño de 11 años se acercó y le comentó que su padre era policía local y podría ayudarle. Mamadou conoció a Félix Alegre, a quien llama "papi", que se ha convertido en su tutor y ángel de la guarda. "Vine al día siguiente a hablar con él y le trajimos mantas, porque coincidió que esas noches hacía mucho frío", cuenta Félix. Pasó una semana a la intemperie hasta que pudo entrar en el albergue de Cáritas en Bravo Murillo. Desde finales de septiembre comparte un piso tutelado con otras dos personas.

En España Mamadou ha tenido problemas por un conflicto con su edad, pues mientras en su pasaporte consta que es menor (cumple 18 en junio), en Madrid la Fiscalía de Menores determinó que es mayor de edad por su apariencia física.

El hijo de Félix juega en las Escuelas Deportivas Guadalupe (EDG), que han becado a Mamadou, que pertenece a dos equipos. Como es muy modesto, no quiere reconocer que es bueno. Félix insiste en que lo es. En el último partido metió 14 puntos. Además va a empezar a ir "de mesa", para lo que va a realizar un curso. También se ha matriculado en el centro Abril. En Gambia estudió "muy poco, porque hace falta mucho dinero". Mamadou ya es parte de la familia y de la pandilla de amigos de Félix, con los que sale a comer todos los domingos. Ahora quiere encontrar trabajo.

"Mi objetivo de futuro es llegar a la NBA en cinco años. Sé que será muy difícil" y también sabe que tiene que entrenar mucho para conseguirlo. En el parque del río todos lo conocen porque lo ven en la pista. También entrena en la universidad con los veteranos del baloncesto. Se le ve contento. "Nunca he visto gente como la de Badajoz, en Madrid te ven durmiendo en la calle y no te dicen nada, pero aquí se interesan por mí y me preguntan si estoy bien2. Es consciente de que algún día tendrá que irse. En uno o dos años quiere estar en la liga EBA y no va a dejar de preparase. "Yo sé que tendré esta posibilidad, aunque mejorar requiere tiempo". En estos momentos no se plantea regresar a Gambia. "Quizá algún día, pero no ahora, allí no se está bien, y aunque aquí mi situación todavía no es muy buena, es mucho mejor que en mi país". Volverá, dice, cuando lo llame la selección gambiana de baloncesto.