Las administraciones comienzan a impulsar políticas para desactivar el machismo y las masculinidades tóxicas que generan la desigualdad. El feminismo ha empoderado a las mujeres y las políticas públicas de igualdad se han centrado en ellas, en atajar las discriminaciones, desigualdades y violencias que padecen por el hecho de ser mujeres. Sin embargo, la ecuación está incompleta, la igualdad es una quimera sin la implicación de los hombres.

"Es urgentísimo que pongamos el foco en qué está pasando con los hombres y qué responsabilidad tendríamos que asumir en este momento. Las mujeres han hecho todo un proceso de revisión de su identidad, de su lugar en la sociedad y en el mundo y en paralelo los hombres no hemos hecho el mismo proceso de transformación que necesitamos si queremos construir una sociedad de iguales. Mientras ellas se han movido de sitio, la mayoría de hombres seguimos en el lugar de siempre y ésa es una de las grandes dificultades para la igualdad", explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA el catedrático de Derecho Constitucional e investigador especializado en igualdad de género y nuevas masculinidades Octavio Salazar.

La lucha contra las violencias machistas, la incorporación de la mujer a puestos de poder político y económico, las medidas orientadas a recortar las brechas laborales y salariales, el empoderamiento de las chicas desde edades tempranas... El feminismo, tanto social como institucional, ha contribuido a mejorar la vida de las mujeres. Pero conforme se dan pasos hacia la igualdad resulta más clamorosa la necesidad de trabajar con los hombres, que en muchos casos siguen instalados en un modelo de masculinidad que obliga a cumplir expectativas muy rígidas.

La competitividad, la agresividad, la sexualidad dominadora, el individualismo y la fortaleza son valores asociados a esa masculinidad que perpetúa la desigualdad.

Reeducación

Salazar destaca que en España no se han llevado a cabo políticas de igualdad dirigidas a los hombres y considera que hay que empezar a trabajar desde un punto de vista educativo y socializador alrededor de cómo se reproducen la cultura machista y la violencia y cómo se entiende la sexualidad. A su juicio, no se pueden dejar estas cuestiones a la voluntad individual, sino que deben impulsarse desde la administración, con una especial dedicación en el ámbito educativo.

El experto considera especialmente apremiante la actuación con los más jóvenes, puesto que se ha detectado un aumento de comportamientos delictivos así como una menor percepción y un creciente negacionismo de la violencia de género.

"En la educación, el foco se ha puesto fundamentalmente en el empoderamiento de las mujeres, pero en paralelo no se ha trabajado con cómo los chicos tendrían que construir otro tipo de masculinidad", asevera. Una de las prioridades que debe abordar es la concepción de la sexualidad en la que los hombres ocupan un lugar de protagonismo y dominio y en la que la prioridad es satisfacer el deseo masculino.

El Ministerio de Igualdad ya ha comenzado a trabajar en esta línea. La Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género está elaborando un estudio sobre masculinidades que presentará "en los próximos meses", indican fuentes del Ministerio.

La futura estrategia estatal de lucha contra las violencias machistas incorporará una línea de masculinidades que por el momento está en proceso de diseño y la Delegación ha firmado un acuerdo de colaboración con Instituciones Penitenciarias para colaborar en la promoción de los programas de rehabilitación de los hombres condenados por violencia de género, especialmente de aquellos que están en libertad, no sólo los que se encuentran en prisión.

"En el siglo XXI tenemos que empezar a decir que el machismo es un problema de los hombres que sufrimos las mujeres. Es un trabajo que tenemos que hacer nosotras y ellos, juntos. Los hombres también tienen que tener un papel en esto de acabar con la violencia machista", sostiene la responsable de Mujer de Más Madrid y diputada regional Loreto Arenillas.

Su partido ha presentado una iniciativa que se debate este jueves en la Asamblea de Madrid y que pretende impulsar políticas de prevención de las violencias machistas dirigidas específicamente a los hombres. La proposición no de ley presentada solicita la puesta en marcha de una línea de intervención con hombres que incluya medidas de acompañamiento, sensibilización y campañas destinadas a la población masculina para avanzar en igualdad.

Un teléfono para asesorar

En la propuesta registrada se destaca que las políticas destinadas a luchar contra las violencias machistas no están siendo suficientes y que los hombres jóvenes no están modificando sus percepciones sobre la violencia ni sus causas profundas: "El simple relevo generacional no va a acabar con estas prácticas y es fundamental realizar políticas dirigidas específicamente a trabajar por la prevención de las violencias machistas en todas sus formas con los hombres".

Además, plantea crear una línea telefónica de atención específica de hombres para proporcionar asesoramiento y atención psicológica específica a quienes tengan dudas sobre sus comportamientos y quieran trabajar en mejorarlos.

"Creemos que hay que trabajar el concepto de masculinidad tóxico y para hacerlo nos parece importante que se asesore a los hombres", dice Arenillas, a la hora de poder cuestionar la subordinación y la posesión asociadas al amor romántico, los celos, la dominación y las actitudes violentas. El servicio telefónico perfilado ayudaría a elaborar las emociones desde un lugar de empatía, en lugar desde un lugar violento.

Salazar no cree que "el problema de la masculinidad", que es de carácter social y cultural, pueda resolverse con respuestas individualizadas e incide en que los hombres no son víctimas ni seres indefensos que deban ser tratados de pobrecitos por estar perdidos y no saber cómo actuar en la explosión del feminismo: "Seguimos teniendo una posición supercómoda y privilegiada por el hecho de ser hombres".

Ahora les toca a ellos

El sociólogo Pablo Santos, "facilitador" de grupos de hombres en la asociación Otro Tiempo, incide en que se debe trabajar con la población masculina con el objetivo de que las mujeres vivan vidas libres de violencias, con el objetivo de que el planeta sea más habitable, no sólo para entender qué les pasa a los hombres, qué coste tienen para ellos los mandatos y roles rígidos de género.

"Los hombres tenemos una serie de privilegios sólo por nacer hombres en la sociedad en la que vivimos. (...) Lo que me interesa es reajustar esa desigualdad histórica que siempre nos ha beneficiado a los hombres, no que los hombres conectemos 'per se' con vidas más dignas y saludables, sino que entendamos que la política feminista no debe centrarse en los costes de la masculinidad, sino en cómo esa masculinidad afecta a hombres, mujeres, al planeta y al resto de seres", defiende.

Matiza que los hombres deben ocuparse de esta realidad de forma autónoma, sin pedirles a las mujeres que se hagan cargo también de esta problemática, y cree que los grupos de intervención permiten que se hable con otros hombres de lo emocional, de lo relacional, de las preocupaciones... Se trata de una herramienta "muy potente de apoyo mutuo", un elemento transformador.

Gracias a estos grupos, opina Santos, los hombres hacen un camino y luego en la calle, se sienten legitimados para criticar una broma machista, para no quedarse impasible ante una agresión o afear que se comparta la foto de una chica desnuda en un grupo de Whatsapp.

Reconoce que "disparar contra la masculinidad es disparar contra el corazón del sistema", pero "se trata de dejar semillas en agentes sensibilizadores de estas prácticas basadas en el buen trato, en la práctica van a difundir esas nuevas maneras de ser hombre y de esta manera se van a poder ir confrontando otras prácticas machistas".

Mucha pedagogía

Octavio Salazar subraya que el camino de reaprendizaje para dejar de ocupar una posición de privilegio y dominio genera incertidumbre, miedo, desubicación: "De repente tienes que desaprender lo que has aprendido desde que eras pequeño, a tener que ser un 'hombre de verdad'".

Frente a los avances feministas, algunos hombres tienen un "sentimiento de agravio" y reaccionan "desde el cabreo y una lógica conservadora".

"Estamos en un momento en el que, por circunstancias sociales y políticas, hay una especia de exhibicionismo del machismo. (...) En el mundo de las redes sociales alimenta con muchísima insistencia discursos nada elaborados marcados por sentimientos de odio, cabreo y agravio y donde es imposible el debate, lo único que se genera es confrontación", afirma Salazar.

La única vía es hacer mucha pedagogía, y son los hombres quienes progresivamente han de asumir un papel público de interpelación a otros hombres: "Las mujeres son muy luchadoras, pero me pregunto dónde estamos los hombres sacándoles los colores a los colegas. Tenemos la responsabilidad de que nuestros compañeros varones se sientan de alguna manera interpelados, concluye".