Ana intuía dónde se metía cuando se presentó al casting de MasterChef.

"Todos los años entraba una chica joven y yo en aquel momento tenía 22 años. A mi favor contaba con que era deportista de élite, muy extrovertida, y se fijaron en ese perfil. Creo que después vieron que, al estar compitiendo, tenía mucho descontrol hormonal y estaba en una fase muy manipulativa. Con eso deciden por dónde pueden jugar con cada concursante".

Ana, una atleta valenciana que participó en la cuarta edición bajo el apodo de Aniuska, no guarda un buen recuerdo del programa.

"Acabé muy desmotivada. Ahora lo pienso y digo: es la tele", relata en conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. "Está todo guionizado. Pero era joven y me lo creía".

Uno de los aspectos que más le desagradaron fue la falsa ayuda de los cocineros auxiliares, que asisten entre bambalinas a los concursantes. En una ocasión, cuenta, sí fue útil: necesitaba levadura y le dejaron un bote de Royal en la mesa.

"Pero si quieren echarte te ayudan a malas. Me pidieron que cogiese leche condensada y luego el jurado me riñó por poner leche condensada", rememora. Ana fue la primera expulsada de la cuarta edición. En el vídeo con la valoración de su plato, la "bomba de sangre", MasterChef habla de "bomba contra la salud pública" y de que su comportamiento "fue propio de la hija del exorcista".

"Cuando acabas de cocinar te meten en los totales", continúa. Los totales son las entrevistas que se emiten con cada concursante entre las escenas de cocinado. En ellas están solo el participante y un redactor.

"Te hacen preguntas para provocar. Tienes que seguirles el hilo y, sin darte cuenta, te reconducen. Yo creo que ellos querían que llorase. Lloraba porque me preguntaban por mi abuela: que si la echaba de menos, que si mi abuela estaba muy estresada, que si no sentía que una atleta como yo había fracasado... A lo mejor te tienen media hora ahí diciéndote: este es un lugar para llorar si quieres. Hemos visto que cuando Jordi te ha corregido casi se te escapa una lagrimita. Y aquí puedes llorar. ¡Llora, llora!".

Al acabar cada edición, muchas reacciones de los concursantes y ganadores en entrevistas son de agradecimiento. Tras proclamarse ganador hace apenas unos días, Juanma Castaño declaró que "es muy tópico, pero que se acabe el programa es lo peor. Además de estar disfrutando y aprendiendo, recibes mucho cariño de la gente". Sin embargo, hay otra realidad más amarga detrás, en los que cayeron.

La joven valenciana, que ahora tiene 28 años, habla sin tapujos porque ya ha caducado su contrato de confidencialidad con Shine Iberia, la productora de MasterChef.

Shine demandó a Saray Carrillo, la mujer trans de Córdoba que participó en la octava edición y fue expulsada por presentar una perdiz sin desplumar, por saltarse este contrato.

Carrillo desveló en una entrevista que fue una redactora quien la buscó en redes sociales e insistió para que se presentara y criticó los ataques recibidos.

Saray Carrillo presentó una perdiz sin desplumar para reivindicarse y que no la humillaran más. MasterChef

"La gente está diciendo que mi plato fue una falta de educación y en realidad fue una forma de reivindicarme, de decir 'señores, yo no voy a cocinar más para que me humilléis'. Desde que empezó el programa, me sentí que yo era el puching ball de MasterChef. Desde el primer día se veía que todos iban contra mí", dijo. La cordobesa ha preferido no participar en este reportaje por estar aún abierto el proceso judicial.

Con el contrato de confidencialidad MasterChef consigue aminorar las críticas, aunque las de Ana no son las primeras.

El tercer finalista de su edición, José Luis Losa, desveló en redes sociales que nunca recibió el premio —un curso de cocina— ni pudo reclamarlo. Y los concursantes anónimos tampoco son los únicos en levantar la voz. María del Monte abandonó la primera edición del Celebrity cargando contra las malas caras de los jueces y Fernando Tejero declaró que "la mitad de lo que pasa ahí es mentira".

Tanto Losa como Aniuska han participado en otros programas de televisión tras MasterChef. El primero fue a Supervivientes y alabó a su productora, Bulldog TV, al tiempo que dejó que tiene "muy mal sabor de boca" de Shine Iberia.

Ella pasó por First Dates. "Estuve mucho más cómoda porque era yo en todo momento. Nadie me presionaba. MasterChef es todo el rato un juego psicológico", zanja.

El negociazo de Shine

Fundada en 2011, asociada a Endemol desde 2015 y perteneciente al grupo internacional Banijay desde 2020, Shine Iberia se ha convertido en un gigante empresarial gracias a Televisión Española.

La compañía pasó de facturar menos de dos millones de euros en 2011 a superar los 37 millones en 2019, un brutal crecimiento acompañado de unos beneficios superiores a 2 millones de euros.

La mayoría de la facturación de Shine en 2019 —25 millones, el 75% del total, según una respuesta de TVE tramitada por transparencia y publicada por El Independiente— procede del ente público.

Pese a que la publicidad está prohibida por ley en TVE, el programa funciona como una gran plataforma promocional. Son conocidos los "patrocinios culturales" (legales) de Bosch y El Corte Inglés, pero algunas localizaciones de exteriores también pasan por caja.

Este diario ha revisado varios contratos públicos adjudicados a Shine Iberia desde ayuntamientos de todo el país: Coruña, Cáceres, Denia, Isora, el Lago de Sanabria en Zamora o Tenerife, a razón de entre 15.000 y 45.000 euros. En grabaciones así, y como se puede observar en el desglose del contrato de Coruña, la productora pide que el cliente pague los desplazamientos, alojamiento y comida de toda la plantilla (65 personas + 21 de equipo artístico) y disponga al servicio de camareros, montaje, limpieza y seguridad durante la grabación.

Ni TVE ni MasterChef han aclarado a este periódico si esta fórmula es legal ni si TVE recibe algún porcentaje de esos ingresos. La CNMC ya ha multado a la cadena pública en el pasado por emitir publicidad encubierta en el show culinario.

MasterChef promocionó de forma descarada a "La casa de papel", un programa de la competencia (Netflix) MasterChef

MasterChef es la joya de la corona, pero no la única: Shine también produce Maestros de la Costura, Prodigios y Hacer de Comer. Es la productora que más factura a TVE.

El suicidio de Verónica Forqué, actriz que participó en la última edición de MasterChef Celebrity y que abandonó "por agotamiento" a las puertas de la semifinal, ha puesto todos los focos sobre el show. Varios consejeros de RTVE han pedido ver los brutos del rodaje para investigar si la productora fue responsable al contratarla.

Aunque no destacara por sus dotes culinarias, Shine mantuvo a Forqué durante diez programas sin expulsarla y resaltó en numerosas ocasiones sus evidentes alteraciones psicológicas. Discusiones, malas contestaciones e incluso el rechazo de los compañeros a escogerla en su equipo fueron algunas de las escenas protagonizadas por Forqué y seleccionadas para aparecer en pantalla.

Shine, que no ha contestado a ninguna pregunta de este medio, publicó un comunicado lamentando su muerte y destacó que en la grabación del programa, entre mayo y julio de 2021, Forqué "afirmó en muchas ocasiones sentirse feliz y agradecida". La empresa desveló, además, que preparaba una serie con ella.

"No sé qué causa-efecto ha podido haber ahí, pero sí conozco el nivel de presión", dice un concursante de una de las ediciones más recientes de anónimos que prefiere no dar su nombre. "Extraoficialmente son unos cuatreros que nos tratan como el culo. A mi edad ya sé lo que es trabajar bajo presión, pero las formas de la organización y el ambiente laboral no fueron correctos. Entiendo que es un equipo grande, pero me da igual: a mí no vienes y me gritas, a mí me tienes que tratar bien porque la base de esto somos los concursantes. Mi experiencia fue muy decepcionante, aunque al haber estado allí de algún modo soy cómplice".

Verónica Forqué en su paso por MasterChef MasterChef

MasterChef está construido como una mezcla de reality y talent show.

En la versión normal, los concursantes se trasladan a una casa en la que permanecen aislados —les quitan el móvil y solo pueden hablar por teléfono diez minutos a la semana— mientras dure su participación. Cobran cerca de 1.000 euros al mes, reciben algunas clases de cocina y dedican la mayoría del tiempo a las grabaciones. En la casa siempre hay un cuidador, un responsable que controla que todo va bien.

Este formato es el que más barato le sale a TVE: unos 370.000 euros por programa, según una respuesta de transparencia publicada por Maldita.

Tanto el Junior como el Celebrity son más caros, cercanos al medio millón de euros. En el Celebrity, como en otros formatos similares, los famosos cobran según caché. RTVE indicó en otra respuesta de transparencia realizada por VozPópuli que la media está en 15.000 euros por programa. Aquí solo acuden a grabar, no viven todos juntos.

"Lo habitual es fichar a dos o tres caras muy conocidas y luego echar mano de personal de relleno. Estos últimos se llevan unos 2.000 euros por semana", explican fuentes conocedoras del sector. En estos casos, no es extraño pactar condiciones como hasta qué semana llegan los concursantes. "Los celebrities tienen otros vínculos profesionales. Es normal", añade otra fuente.

Como Televisión Española vendió los Estudios Buñuel, MasterChef se graba en una nave alquilada en Fuente el Saz del Jarama (que paga Shine pero repercute a TVE), al norte de Madrid.

Al no ser un plató al uso, allí permanece inmovilizada una de las dos únicas unidades de alta definición que tiene la cadena (la otra está en Barcelona). "Cuando son los Goya nos toca alquilar otra porque no tenemos", denuncian desde el sindicato CGT. Trabajadores de TVE que tienen que ir hasta allí a grabar lograron, tras denunciar a la corporación, que les pagaran el desplazamiento.

Tratos de favor

Entre los ex-concursantes consultados hay quienes salieron muy disgustados, pero también quienes guardan un bonito recuerdo.

"Las grabaciones son pesadas y es una situación extraña, pero con nosotros se portaron bien", dice Vicky Pulgarín, ganadora de la segunda edición. "El programa va de que los jueces son duros. Ese es el juego. Te puedes sentir humillado pero es momentáneo. Tienen que pasar cosas morbosas para que la gente lo vea".

En la misma línea se expresa Efrén Álvarez, participante en la primera edición que mantiene buena relación con el jurado (después del programa trabajó para Jordi Cruz y para Samantha Vallejo-Nágera). "Los redactores venían con un modo más Gran Hermano, pero rápidamente vieron que no éramos gente de televisión y cambiaron la línea de preguntas. Fue una edición muy blanquita, sin salseo, un aprendizaje para todos. Si vas a la octava edición ya sabes lo que hay".

La cantante Tamara, al ser expulsada MasterChef

Las denuncias de quienes quedaron descontentos tienen que ver no solo con la guionización, sino con la poca imparcialidad y los tratos de favor.

"Algunos a los que han dado mucha bola dirán que ha sido una experiencia maravillosa, pero el resto no", apunta uno de los consultados. "Y en cualquier caso es un programa, no un concurso. No sé si el jurado mentía porque no estoy en sus papilas gustativas, pero puedo sospechar. Para mí es más un reality que un talent show".

Fuentes cercanas al programa destacan que los resultados tienen mucho que ver con lo que ordene Macarena Rey, la CEO de Shine Iberia.

"Está muy manipulado. Se trucan las cosas y entre los propios concursantes se huelen quién va a ganar", dicen. El jurado no prueba los platos según finaliza el cocinado, sino que los concursantes terminan, dejan una parte emplatada y otra no, se para la grabación y se marchan del plató. Dos horas después, vuelven a grabar la parte en la que dan de probar su creación. Por eso el jurado tiene siempre respuestas tan bien preparadas. Los tres chefs llevan pinganillos por los que los redactores les dirigen el discurso.

Samantha Vallejo-Nágera, Pepe Rodríguez y Jordi Cruz, los presentadores y jurado MasterChef

Licenciada en Administración y Dirección de Empresas, antes de coger las riendas de la productora Macarena Rey trabajó en Canal+, en Telefónica Media y en la productora Bocaboca.

Junto a su marido, Javier Goyeneche —empresario del sector textil y poseedor de varios títulos nobiliarios—, Rey se mueve en círculos de clase alta. Sus conexiones son notables en MasterChef. Cuenta La Otra Crónica que Cayetana Guillén Cuervo participó en el Celebrity porque la invitó ella directamente. La marca de ropa de Goyeneche, Ecoalf (de Eco y Alfredo, como se llama el hijo del matrimonio) sale a menudo en el programa vistiendo a todos los concursantes.

A su cumpleaños en 2019 acudieron muchas de las caras que han pasado por el programa, como Edu Soto, Raquel Meroño, Fonsi Nieto, Miguel Ángel Muñoz, Raquel Sánchez Silva, Tamara Falcó, Boris Izaguirre, Mario Vaquerizo y los presentadores/jurado, Vallejo-Nágera y Pepe Rey. Quitando a Fonsi Nieto y a Raquel Sánchez-Silva, todos llegaron lejos en el concurso y tres de ellos (Meroño, Muñoz y Falcó) lo ganaron. MasterChef se retroalimenta a sí mismo y lleva a estos participantes de invitados en cada nueva edición.

Pese a ser, en palabras de la CEO, un formato "blanco y familiar", las redes sociales ven en MasterChef connotaciones de clase. La selección no siempre es neutra. En el formato infantil, por ejemplo, muchos concursantes proceden del Campamento MasterChef, una de las vías por las que Shine explota la marca. Este campamento cuesta 800 euros por semana. Uno de los ganadores fue el hijo de José Luis Pérez, jefe de informativos de la Cadena COPE.

En las ediciones de anónimos también hay concursantes que destacan por sus raíces familiares. Amelia Platón Galofré, más conocida como Amelicious, es hija de Luis Platón, antiguo directivo de la agencia Saatchi&Saatchi y de Blanca Galofré, conocida dietista que trabajó para Samantha Vallejo-Nágera, como esta misma desveló. Amelicious llegó lejos en el programa y ha sido invitada a publicitar sus productos diéteticos, "sustitutivos de las comidas diarias", tras los que no hay evidencia científica.

Macarena Rey, CEO de Shine Iberia EPC

Ana Iglesias, ganadora de la novena edición, es hija de un conocido directivo del mundo del fútbol. Aun así, el programa no destacó este hecho tanto como el de que Meri Rodas, concursante de la misma edición, fuera hija del Doctor Gil Rodas Font, uno de los médicos del Barça, dato que se repitió hasta la saciedad en pantalla.

El marcaje del origen de cada concursante funciona en las dos direcciones. En las últimas ediciones, MasterChef ha aumentado la diversidad escogiendo a participantes que se salieran de la norma. Por ejemplo: Sonsoles Conde, la primera participante en silla de ruedas, José María, un joven de 19 años hijo de una madre toxicómana, criado por una abuela ahora enferma de Alzheimer y que encima perdió a su hermana cuando esta tenía nueve meses, o la propia Saray Carrillo, gitana además de mujer trans.

"Entendieron que tenían que ser representativos y lo hicieron de la peor manera posible, de la que se hace cuando para ti no es lo normal y crees que tienes que incluir a extraterrestres en el programa", critica la columnista Alana Portero, autora de una interesante crítica a la expulsión de Saray Carrillo. "Coges perfiles muy concretos, que representen la idea que tú tienes de esa minoría: silla de ruedas, otro casi criado por los lobos, una mujer gitana y trans... Lo primero que hacen es contar su historia con unas dosis de trauma increíbles. Y la diversidad no tiene por qué estar ligada al trama. Yo soy mujer trans y tengo mis problemas, pero el trauma es más serio. Cuando esa personalidad evoluciona, utilizan su particularidad para regañarles. 'Tú que eres una luchadora, tú que has sufrido tanto, ¿cómo no eres capaz de sacar este huevo poché adelante?' Lo que en principio se usaba para dar riqueza se convierte en una forma de disciplinar a los concursantes".

Ninguno de los tres casos mencionados prosperó. Todos fueron expulsados en los programas iniciales y, con su perdiz sin desplumar, Carrillo se convirtió en blanco del programa. Macarena Rey afirmó en El País haberse "equivocado" con ella. "Mi intención era meter a alguien trans para normalizar, pero no ha sido así. Lo bonito de la integración es tratar a todo el mundo por el igual y MasterChef es un programa estupendo para dar visibilidad. Saray no lo ha utilizado. En vez de contar lo difícil que ha sido hacer su transición, al ser de etnia gitana y con una familia conservadora, ha salido por otro lado", dijo.

"Saray salió contestona", continúa Portero. "No entró en las lógicas del programa y se la sometió a un correctivo. Selecciónenla porque da juego o porque es trans, pero ella no tiene por qué representar a nadie ni educar en la diversidad. Fue un desastre. Con Samantha Hudson intentaron ese correctivo en el Celebrity, no lo consiguieron porque es alguien que nunca sabes por dónde va a salir. Al segundo programa estaba fuera".

Esto, sumado a que los invitados a las comidas en exteriores suelen ser empresarios y notables, además del político local de turno, hace que parezca un programa "hecho para el pueblo por alguien que no tiene contacto con él", añade la columnista.

"Lo encuentro horroroso", opina el crítico televisivo Ferrán Monegal, que reconoce que MasterChef no debería medirse por sus buenos datos de audiencia. "Es lo de siempre: cuando hay un accidente la gente se para a ver los muertos. El restaurante más exitoso del mundo es McDonald's. Equiparar calidad con audiencia es un error".

Más allá del programa en sí —"un reality en el que la gastronomía es lo de menos, pero sin el canibalismo de los de Telecinco"—, Monegal entiende que lo que falla con MasterChef es la estrategia de TVE en los últimos años.

"Si quieren apostar por el entretenimiento, allá ellos. Tampoco les arregla la audiencia media, sino que se la sube un día a la semana. Si quieren más audiencia que hablen con Paolo Vasile, que les contará que el truco está en poner MasterChef todos los días", concluye. "Pero siendo la televisión pública, TVE debería marcar distancias: no solo en contenidos sino en las formas de llegar a la audiencia. Y no lo hace".