Agujeros negros, agujeros de gusano, estrellas, años luz o bosones... son términos que cada vez más se oyen en películas y series de ficción. Películas como Interstellar han ayudado a divulgar conceptos tan complejos como la relatividad, la gravedad o la existencia y trascendencia de agujeros negros en el universo. Sin embargo, noticias como la primera fotografía de Sagitario A*, el enorme agujero negro alrededor del cual gira toda la galaxia de la Vía Láctea, vuelven a llamar la atención del público.

El universo y sus misterios siempre han sido objeto de admiración para la humanidad. Entre todos los cuerpos cósmicos y fenómenos que esconde el universo, los agujeros negros tiene algo que atrae. Su propia naturaleza resulta cuanto menos seductora. No pueden contemplarse ni verse como tal pero resulta que su existencia es esencial, tanto que los científicos parece que dan por buena la tesis de que en el centro de todas las galaxias hay un enorme agujero de gusano masivo que absorbe todo lo que hay a su alrededor.

¿Qué son los agujeros negros?

Son fenómenos cósmicos y su nombre, en realidad, refleja en parte su naturaleza. Se trata de enormes cuerpos celestes que no pueden observarse directamente salvo por el vacío que generan (ese enorme agujero negro) y el disco de acreción que aparece alrededor suyo. La NASA define un agujero negro como un objeto astronómico con una fuerza gravitatoria tan ingente que atrae hacia sí todo lo que entra en su campo. Ni siquiera la luz puede escapar de él, de ahí que sea negro. No emite luz sino que la absorbe y, por tanto, no puede ser observado. Las estrellas emiten luz, los planetas y la lunas reflejan esta luz, los agujeros negros no.

Primera fotografía de Sagitario A*, el agujero negro en el centro de la Vía Láctea

Primera fotografía de Sagitario A*, el agujero negro en el centro de la Vía Láctea ZML

¿Cómo se formó el agujero negro de la Vía Lactea?

Hay que diferenciar entre los agujeros negros supermasivos y los calificados como agujeros negros de masa estelar. Sagitario A* es, en realidad, uno masivo. Este tipo de agujeros negros tienen una masa de varios millones la masa de nuestro sol. Están en el centro de casi todas las galaxias elípticas o espirales y los científicos creen que se formaron por el mismo proceso que da origen a los componentes esféricos de las galaxias.

Una de las hipótesis con las que trabajan los científicos para explicar cómo se forman estos fenómenos en el corazón de las galaxias apuesta por la existencia de agujeros negros más pequeños que se convierten en semillas que van aumento su super masa a medida que aumentan por acreción de materia.

En general, los científicos y la NASA creen que el resto de agujeros negros, los de masa solar, se producen cuando un estrella agota el combustible de su núcleo y colapsa. Se trata de estrellas masivas (más de 20 veces la masa de nuestro Sol). Cuando se quedan sin combustible, la estrella explota formando una supernova. Es ese momento, cuando en teoría el núcleo del astro (si tiene el tamaño suficiente) se concentra en un volumen cada vez más pequeño. Se trata de un proceso en el que tras la explosión, se produce una concentración de la masa de esa estrella hacia dentro. Toda esa energía y esa masa generan una fuerza gravitacional descomunal que comienza a atraer todo lo que hay dentro de su campo de influencia. Es el momento en el que nace el agujero negro.