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Trashumancia urbana

Daniel Sánchez, el pastor postmoderno de Barcelona

La capital catalana recupera los rebaños de la mano de este peculiar rabadán de 36 años al que no se le ha perdido nada en la gran ciudad. "Los animales no piensan en el pasado, ¿por qué nosotros sí?", reflexiona

El único pastor de Barcelona: “Decidí no trabajar más para vivir así”

El único pastor de Barcelona: “Decidí no trabajar más para vivir así” EPC

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El único pastor de Barcelona: “Decidí no trabajar más para vivir así” Carlos Márquez Daniel

Daniel es de esas personas con las que es difícil intuir si molestas o apeteces. Está claro que la presencia de personas ajenas a su rebaño altera su rutina queridamente solitaria, su largo paseo de sol a sol, en este caso, por la vertiente marítima de Collserola. Te despistas un momento y ha avanzado un centenar de metros porque no conviene perder el tintineo de los cencerros. En un entorno al que llega el murmullo del tráfico de la Ronda de Dalt, no puede despistarse ni un segundo. "El otro día perdí a la mitad, pero no tienen ningún interés en bajar a la ciudad, igual que yo". Aparecieron. Daniel Sánchez es el pastor que desafía la masificación del parque natural de Barcelona y que ningunea la ordenanza municipal que prohíbe la ganadería. Es un rabadán en plena era digital, con tics del siglo XXI pero con mil años de historia a sus espaldas.

Nació en Horta-Guinardó, precisamente el distrito en el que se desarrolla esta prueba piloto de tres meses de trashumancia en la ciudad. Pero él se siente de otra parte. Vive desde hace 12 años en Sant Llorenç Savall (Vallès Occidental), en una casa sin agua corriente -usa la de la lluvia- y con una placa solar que le da para una bombilla de bajo consumo en cada habitación. ¿La ducha? "Como los japoneses, con una toalla y echándome tazones de agua caliente". Antes trabajó como mozo de almacén y técnico de iluminación.

Tuvo un accidente de moto y su vida dio una voltereta. "Habría acabado en el campo igualmente, pero la caída aceleró el proceso. Dejé de trabajar para poder vivir de esta manera". Durante esta experiencia en Barcelona se aloja en una pequeña caseta prefabricada. Sin quejas, dice que es más que suficiente. En toda la mañana no suelta ni un solo lamento; ni por las condiciones laborales, ni por la crudeza del oficio, ni por el hecho de no haber conocido jamás las vacaciones. "Espera, sí, el año pasado fui un día a la playa. Por la tarde".

El sello personal

Hizo el curso de pastor (dos meses de teoría y cuatro de prácticas) en la Escola de Pastors de Catalunya, que este 2022 acoge a su 14ª promoción. Aprendió temas vinculados con la alimentación, la salud de los animales o la resolución de conflictos. Cuenta que muchos pastores suelen ir delante marcando el camino. Pero él es un poco el Johan Cruyff de la cosa: le gusta innovar. Es más de dejar hacer, de controlar desde la retaguardia o desde los flancos con ayuda de cuatro preciosos perros, tres 'border collies' y un imponente mastín de ocho meses al que es mejor no acariciar porque podría perder su pedigrí de vigilante del rebaño. Izquierda, derecha, arriba y abajo. Responden a las órdenes de Daniel con asombrosa precisión. Y de su constante movimiento perimetral surge el orden que evita que el pelotón se desperdigue. Uno de los perros, por cierto, se lo dio Jordi Muxach, el legendario pastor de la perra Coloma fallecido en octubre de 2019.

Retrato de una de las cabras del rebaño de Daniel. Joan Cortadellas

Quizás les haya llamado la atención eso de aprender a resolver conflictos. En tiempos de Instagram, de entrar en un campo de nabos en flor porque está precioso todo de amarillo, nada mejor que una fotito con unas ovejas o un perro de montaña. No son una atracción ni una mascota. Eso no implica que uno no pueda acercarse y compadrear. Pero antes de dar cualquier paso, se impone preguntar al pastor. A Daniel, en este caso. Él es quien pone los límites y las distancias. Y quién sabe, quizás le pillen en un buen momento y les cuente alguna anécdota o les explique algo que no sabían.

Lo que hay que saber

Como que sus 300 ovejas y cabras han sido contratadas por el Ayuntamiento de Barcelona para echar una mano, o una boca, mejor dicho, en la prevención de incendios. O que son animales muy gregarios que suelen ir en grupo y que algunos de ellos han nacido para liderar. O que las cabras, más que las ovejas, suelen ponerse delante "porque se creen superiores". No han sido pocas las ocasiones en las que Daniel ha tenido que llamar la atención a alguien que paseaba con su perro. "Lo único que pido es que los aten cuando pasen cerca". Para completar el círculo de la convivencia, recuerden no gritar, no echarles de comer y reducir la marcha si pasan en bicicleta. Sentido común, al fin y al cabo.

El 'border collie' que Jordi Muxach le regaló a Daniel. Joan Cortadellas

Resulta curioso que esto esté sucediendo en la ciudad que tiene una normativa que prohíbe la ganadería. Se trata, concretamente, de la ordenanza municipal de actividades y de intervención integral de la administración ambiental de Barcelona. En su artículo 8 deja bien claro que hay tres cosas que no tienen cabida en la capital catalana: las actividades nucleares, las ganaderas y las extractivas o mineras. Es decir, para el consistorio de principios de siglo, cuando se aprobó el documento, está al mismo nivel criar animales en la falda del Tibidabo que abrir un pequeño Vandellós en Poblenou o buscar diamantes en el Morrot de Montjuïc. El actual gobierno ha flirteado con la idea de modificar el texto, pero a un año de las elecciones no esperen milagro municipal alguno. La prueba piloto burla el veto con la excusa de la trashumancia, con Daniel de trashumante. Y, de hecho, la idea es que los otros distritos de montaña de Barcelona se sumen con rebaños propios en años venideros.

"El otro día perdí medio rebaño, pero no hay riesgo de que vayan a la ciudad. Tienen tan pocas ganas yo de bajar a Barcelona"

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Ferran Pauné, ecólogo especializado en ganadería extensiva y coordinador de la prueba piloto a través de la consultoría Pascuum, sostiene que en Barcelona podrían desplegarse hasta siete rebaños distintos, y que todo el parque natural de Collserola podría albergar entre 30 y 40. Al consorcio del pulmón barcelonés, de hecho, le gustaría tirar adelante este proyecto cuanto antes, asegura, pero primero será necesaria la implicación de los nueve municipios que rodean estas más de 8.000 hectáreas de milagro de la naturaleza. Ferran argumenta que eligió a Daniel por "su combinación ideal de cabras y ovejas". Pero algo tendría que ver que estamos ante todo un personaje, ideal para poner en primera página una actividad que lucha por su supervivencia.

Un mastín de ocho meses, el perro de vigilancia del rebaño de Collserola. Joan Cortadellas

Suele decirse que los pastores que practican la trashumancia van persiguiendo la primavera, buscando la mejor zona para pacer; llanura en invierno, montaña en verano. Pero esto para Daniel es mucho más, "una forma de vida", sostiene. Si se tratara de eso, de llenar el bolsillo, lo habría dejado hace mucho tiempo. No detalla sus ingresos, pero sí deja claro que este es un trabajo que da para ir viendo cómo va el Dow Jones. En el caso de este pastor de 36 años no es del todo un inconveniente porque ha llegado a la conclusión de que se puede vivir con poco, porque tener más dinero "solo genera más ganas de gastarlo". Basta con evitar la tentación, receta. Por eso no baja a la ciudad. Y cuando lo hace, parece que, como los caballos urbanitas, se coloca unas anteojeras que no le permiten ver más allá de lo estrictamente imprescindible. Va y viene, casi como conteniendo la respiración.

¿Quién manda aquí?

Cuenta Daniel que de sus 300 cabras y ovejas ha aprendido a tener paciencia y a no mirar atrás. "Los animales no piensan en el pasado, ¿por qué nosotros sí?". Se ha dado cuenta de que el comportamiento del rebaño, y sobre todo el de los perros, es distinto cuando él tiene un mal día. Todos forman, al parecer, un organismo vivo. "¿Son una extensión de mí o lo soy yo de ellas...?", reflexiona. Nada de todo esto, por cierto, habría sido posible sin cuatro personas a las que pide encarecidamente nombrar. Vamos a ello. Son Albert Fernández, quien le ayudó en sus inicios; David Rodríguez, con el que prevé asociarse pronto; Yaiza Carballo, su pareja y 'community manager' de la cuenta de Instagram Happyxais.savall, y Helena Villamor, amiga que siempre estuvo para un roto y para un descosido.

Daniel se queda sentado en un tronco, rodeado de los perros, en la sombra, en una zona que queda justo por encima del Hospital Vall d'Hebron. Tiene agua, una lata de conservas, el teléfono para hacer fotos y vídeos, el bastón, un cuchillo. Su rebaño y toda la tarde por delante. Ligero de equipaje.

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