Pilar Gallego es enfermera especialista en salud mental y ejerce como gestora de casos en CoorEduca Salud Mental, dependiente de Atención Primaria. Asesora a padres y docentes cuando un menor manifiesta ideaciones suicidas. Es la única profesional específica en esta materia que hay en el archipiélago, aunque en ese trabajo de asesoramiento también participa la psicóloga clínica Nicole Haber, coordinadora del Observatorio del Suicidio de Balears. 

¿En qué casos interviene? 

Cuando el centro escolar tiene una sospecha de que hay una ideación suicida, pensamientos negativos o un malestar del adolescente me llaman y entra en juego el protocolo. Para hacer esa detección tenemos la guía de actuación sobre un primer manejo de la conducta suicida y explicamos cómo el orientador tiene que llevar a cabo las preguntas de una manera adecuada. El objetivo es que el adolescente sienta que se le está escuchando y que no se sienta juzgado. 

¿También se implica en casos de tentativas?

El protocolo contempla tres niveles: riesgo alto, medio y bajo. Cuando ha habido una tentativa autolítica hablamos de riesgo alto, y en ese caso lo derivamos al programa de atención y prevención del suicidio infanto-juvenil para que haya un tratamiento más intensivo. 

¿Cuál es la fotografía que nos ha dejado la pandemia? ¿Qué está pasando en los centros escolares?

La adolescencia es el momento en el que se forma la personalidad, cuando los chicos se reflejan en el otro, y han estado aislados a nivel social durante mucho tiempo. Se han relacionado a través de redes sociales y no cara a cara. El hecho de no poder expresarse y no poder estar con su grupo de iguales les ha provocado un malestar emocional que no saben cómo manejar. 

¿Ese malestar es consecuencia de lo que ven en sus casas, con unos adultos también afectados, o del confinamiento?

Han influido muchas cosas. El aislamiento, y además la falta de rutina. ¿Tenían un horario para levantarse y conectarse a las clases on-line? Algunas familias sí tenían unos horarios pero otras no. Y en esos casos hubo un abuso de las nuevas tecnologías, pantallas y redes sociales. Y el entorno socio-familiar del adolescente también nos da muchos datos. Es importante que haya un apoyo emocional de la familia. Puede que haya una comunicación, pero a veces no se produce de la manera adecuada. Se tiende a banalizar los problemas del adolescente o su malestar emocional. Muchas veces la conducta de los padres es banalizar o no darle importancia. 

A menudo piensan que son tonterías de niños. 

Efectivamente. Es importante la validación emocional en el adolescente, sobre todo por parte de sus padres porque ellos son su referente y principal apoyo.

Los intentos de suicidio entre niños y adolescentes en Balears se han incrementado un 30% por la pandemia. ¿Ese incremento debería alarmarnos?

Nos tiene que hacer trabajar para que toda la sociedad esté informada acerca de que el suicidio se puede prevenir. Tenemos que poner el foco en ese problema para adelantarnos con la prevención y la formación. Y no solo formando a educadores o sanitarios, también a las familias. Es algo que está ocurriendo y tenemos que ser sensibles. Más que alarmarnos, hay que estar en alerta porque esta situación es real y tenemos que llegar a toda la sociedad.

También ha habido un aumento de tentativas en niños de 7 a 10 años. ¿Cómo explicar que un niño de tan corta edad piense en quitarse la vida?

Lo que hay detrás es una demanda de ayuda. Ese niño nos está diciendo que le pasa algo y no sabe pedir ayuda de otra forma. Es importante obtener toda la información de su entorno socio-familiar para contextualizar, y para tener esa mirada global trabajamos con Educación y servicios sociales. 

¿El sistema está preparado para atender ese incremento? ¿Hay profesionales y camas suficientes en hospitales?

Hay un aumento de la demanda por este malestar emocional e incluso han aumentado los ingresos en psiquiatría. Una de las soluciones que se está poniendo en práctica es hacer los ingresos en la planta de pediatría, aunque quien hace el seguimiento es el psiquiatra. Pero es verdad que hay una necesidad de aumentar los dispositivos y recursos de salud mental.  

¿Cuáles son las señales de alarma?

Hay que estar atento cuando se objetiva una mayor tristeza en el niño, cuando vemos una disminución de su ánimo y deja de hacer cosas que le gustaban como practicar deporte o estar con otros niños. También nos tiene que poner en alerta que no quiera ir al colegio, y en ese caso valorar si se están dando situaciones de acoso escolar. Es muy importante contextualizar. 

¿También lo verbalizan? 

Si hablamos de niños pequeños, no lo suelen verbalizar. Pero pueden dar señales cuando hacen algún escrito en el contexto de una tarea de clase. Cuando el equipo educativo lo detecta y preguntan al niño, él lo agradece. Preguntar es una forma de ayudar. Si hablamos de adolescentes, en algunos casos te pueden pedir ayuda directamente, pero no siempre es así. A veces son sus compañeros los que pueden dar la voz de alarma. 

¿Lo más importante para prevenir es preguntar?

Sí, la herramienta más importante que tenemos para prevenir un suicidio es hablar, comunicarse. Es la única manera que tenemos para rescatar a esa población de adolescente. Es importante encontrar un sitio adecuado y tranquilo, libre de ruidos e interrupciones, y disponer de todo el tiempo del mundo para escuchar a esa persona. Hay que validar ese malestar, ser capaces de ponernos en su lugar. Puede que para nosotros no sea un problema, pero para él lo es y le está afectando. Y está demandando ayuda. 

¿Las autolesiones son la antesala de algo más grave o no tiene por qué ser así?

Es un factor de riesgo para el suicidio, pero a veces nos encontramos con un tipo de autolesión que se provocan para aliviar esa ansiedad y malestar emocional que no son capaces de gestionar de manera saludable y más efectiva. Pero tiene un factor de riesgo y es importante que haya un seguimiento, tanto por parte del centro educativo como de los padres. 

Entiendo que son situaciones que pueden sobrepasar a un docente. Se les pide dar la lección y además que estén pendientes del bienestar emocional de sus alumnos.

Es así, pero los docentes quieren ayudar y hacerlo bien. Por eso nos demandan asesoramiento y formación. Pero es cierto que a veces asumen responsabilidades que van más allá de dar la lección y agradezco su trabajo y las ganas que tienen de ayudar. 

¿Cómo reaccionan los padres cuando se les informa de que su hijo tiene ideaciones suicidas?

Hay una reunión en la que participan el adolescente, la orientadora que inicia el protocolo y los padres. Normalmente hay una buena respuesta, y ahí influye mucho cómo el docente enfoca el tema y se lo explica a los padres. En general encontramos una muy buena respuesta, se encuentran abiertos a recibir esa atención y esa ayuda. 

¿Todo es culpa de la pandemia?

No, sigue habiendo otros factores de riesgo como el acoso escolar en los que interviene el Instituto de alerta escolar y convivencia, Convivexit, que ponen en marcha un protocolo específico. Otros factores de riesgo para que hayan esas ideaciones suicidas son personas que pasan por un momento de tránsito de identidad de género. Son elementos que ya estaban antes de la pandemia. 

¿A dónde pueden acudir los padres si su hijo tiene problemas?

Tienen varias vías. En caso de que haya un riesgo, que el adolescente verbaliza ese malestar, que no puede más, pueden ir a Urgencias o llamar al 112. El centro educativo también les prestará un asesoramiento, y también el pediatra o el médico de atención primaria puede hacer una primera valoración y derivar a salud mental infanto-juvenil. 

  • Teléfono de atención al suicidio: 024
  • Teléfono de emergencias: 061
  • Teléfono de la esperanza en Baleares: 971 461 112