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Enfermedad

La viruela del mono muestra su peor cara

Las dos muertes reportadas en 24 horas y las dudas sobre las vías de transmisión elevan la preocupación por la enfermedad en España | Los expertos critican la falta de control

Una sanitaria muestra un test positivo de viruela del mono. DADO RUVIC

Las dos muertes notificadas por Sanidad en menos de 24 horas, de dos hombres jóvenes, y las incertidumbres sobre las vías de contagio, amplificadas por casos concretos contados en redes sociales, han disparado la preocupación por la viruela del mono en España. Aunque la mortalidad no es alta –dos fallecimientos entre 4.300 casos detectados en nuestro país– y la transmisión es más lenta que la de la Covid-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) asume que seguirá habiendo un goteo de muertes. La inmensa mayoría de los casos corresponden a hombres que tienen sexo con otros hombres, pero parece evidente que el virus se va extendiendo entre todos los sectores de la población, de manera análoga a lo que ocurrió con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) en 1981.

Precisamente en 1981 la ciudad estadounidense de San Francisco, sede de una importante comunidad gay, decretó la alarma por la difusión de una misteriosa enfermedad que resultó ser el sida, causado por el VIH. La misma ciudad decretó la alarma por la viruela símica hace unos días, y después la siguieron el estado de Nueva York y la ciudad neoyorquina. El paralelismo entre el VIH y la viruela símica parece claro: los brotes iniciales de ambos virus se produjeron entre la comunidad homosexual masculina, que a principios de los 80 sufrió una grave estigmatización por ello. También en los albores del sida se dudaba si la enfermedad –el virus tardó años en ser identificado– se podía transmitir por gotas de saliva o un contacto tan simple como un apretón de manos o un abrazo. Hasta que se descartaron esas vías, e incluso después, los seropositivos de VIH y enfermos de sida sufrieron discriminación y aislamiento.

En el actual brote de la viruela del mono en Europa, identificado por primera vez en Reino Unido, los expertos dan por hecho que el festival Gay Pride de Maspalomas, celebrado en mayo en el sur de Gran Canaria, fue un evento supercontagiador. Las autoridades sanitarias, con la OMS a la cabeza, recomendaron no suspender los actos multitudinarios de este tipo, ya que se podía informar mejor a las personas en estas concentraciones y se evitaban reuniones en domicilios, donde es mucho más difícil la prevención y el control.

Sea como fuere, España es el país fuera de África donde la viruela del mono está mostrando su peor cara. Además de las dos muertes, las únicas en Europa en este brote, España es el segundo país del mundo en número absoluto de casos, solo por detrás de EE UU, pero es el primero –y muy destacado– en casos por millón de habitantes, con 79; seguido de Portugal, con 62. Actualmente la quinta parte de los casos detectados en todo el brote (unos 21.000 en 76 países) corresponden a España.

"Corremos el riesgo de que se vuelva endémico"

Javier Cantón - Virólogo

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¿Qué se está haciendo mal? Los expertos atribuyen el alto número de casos en España a los focos iniciales en Gran Canaria y Madrid y a las escasas medidas de control. “En mayo de 2022 se reportó transmisión local en zonas no endémicas –ha dicho el médico José Félix Hoyo–. Es una enfermedad de fácil control aislando casos y vigilando contactos. En mayo eran pocos y podíamos controlarlo con medidas intensivas. Hoy lamentamos muertes. Habrá más”, advierte.

El virólogo Javier Cantón, experto en zoonosis y coronavirus, expresó también su “enorme” preocupación por la situación actual de la viruela del mono en España. “Corremos un riesgo que parece invisible de que se vuelva endémico. Por favor, que no se asiente el virus en nuestra fauna. Precaución”, expresó en su cuenta de Twitter.

En declaraciones a “The Objective”, el epidemiólogo Joan Carles March opinó que “España no se ha tomado en serio esta enfermedad. No se está realizando un buen rastreo de contactos ni un buen aislamiento de enfermos”. En la misma línea, su colega Joan Caylà recordó que “prevenir es mejor que curar, hay que evitar contagios, faltan vacunas y también antivirales para los enfermos”. “The Objective” informó de que España se ha quedado sin tratamientos del antiviral tecovirimat para hacer frente a la viruela del mono. Citan como fuente de esta información al doctor Javier Membrillo, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), quien denuncia que España posee un número de vacunas “insuficientes” para frenar la enfermedad.

La imagen viral del metro de Madrid

El sábado corrió por las redes sociales una imagen tomada en el metro de Madrid. En la foto se aprecia la parte inferior de la pierna de un hombre completamente cubierta de lesiones. El autor de la foto, el médico Arturo M. Henriques, contó en Twitter que el hombre (que describió como albañil, heterosexual de entre 40 y 50 años) tenía lesiones por todo el cuerpo, de la cara a los pies. Se acercó a él y le preguntó si tenía viruela del mono, y la respuesta fue afirmativa. El hombre, que vestía bermudas, dijo que su médica de cabecera le dijo que podía salir a la calle y solamente le pidió que llevase mascarilla. Cuando el médico le advirtió que eso no era suficiente, el hombre le espetó que no le “tocara los cojones”.

Después preguntó a la mujer que se sentaba al lado del hombre en el metro si no tenía miedo de contagiarse, y ella respondió que en el Gobierno habían dicho que solo tenían que cuidarse los gays.

Este periódico contactó con Arturo M. Henriques, que se reafirmó en lo relatado en el hilo y dio permiso para que se publicase. Inicialmente, Henriques no quiso contarlo (los hechos ocurrieron el 15 de julio), pero después lo hizo para concienciar y para combatir el estigma del colectivo gay.

Posteriormente el epidemiólogo Adrián Aginagalde comentó en la misma red social lo siguiente sobre las lesiones que se aprecian en la foto: “No parecen máculas, ni pápulas, ni desde fuera esas lesiones no parecen máculas, ni pápulas, ni vesículas. Probablemente tampoco pústulas. Parecen lesiones bastante secas. La transmisibilidad se supone (muy) baja en esas fases”. Añadió que, aunque “las lesiones no parecen, necesariamente, estar en su fase máxima de transmisibilidad”, este pasajero del metro “debería haber recibido indicaciones de Salud Pública explicándole el aislamiento o alternativas”, y que “evidentemente, si hay lesiones no hay que exponerlas”.

En cualquier caso, esta anécdota ilustra la falta de campañas de información oficiales sobre la viruela del mono, sus modos de transmisión y el periodo de contagiosidad, que algunas fuentes médicas sitúan entre 3 y 7 semanas. La OMS cree que este brote, el más importante fuera de África en la historia de la enfermedad, puede haberse debido a que se han ampliado las vías de contagio. Se investiga la importancia de los aerosoles como vía de transmisión, aunque se cree que no son tan relevantes como en el caso del COVID. Sí es más importante el contagio por objetos (fómites).

Todo esto recuerda inevitablemente a la incertidumbre en los primeros tiempos del sida, y que ha producido ya 80 millones de casos. Por otra parte, no parece que las autoridades sanitarias españolas tengan en cuenta, a seis semanas del inicio del curso escolar, que, como recuerda en un documento la Comunidad de Madrid, “los casos graves se producen con mayor frecuencia entre los niños”. Y ellos, igual que todos los menores de 45 años, carecen de la protección cruzada que da la vacuna contra la viruela, que se dejó de administrar en 1980.

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