Trastornos alimentarios
Los trastornos de conducta alimentaria suben un 15% en menores de 12 años
La edad de ‘debut’ de la anorexia nerviosa se sitúa entre los 12 y 14 años | Un estudio muestra que el número de hospitalizaciones en el área sanitaria de Vigo se duplicó

La psiquiatra infanto-juvenil experta en trastornos de la conducta alimentaria, Pomba Liñares, en el hospital Ribera Povisa. / Ricardo Grobas
Elena Ocampo
Los desórdenes alimentarios, una de las patologías mentales con mayor incidencia en estos dos últimos años y medio, se ceban ya en la preadolescencia. “Lo que verdaderamente nos preocupa es que estamos viendo un incremento de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) de hasta un 15% en niñas menores de 12 años”, apunta la psiquiatra infanto-juvenil del hospital Rivera Povisa, Pomba Liñares, experta en esta patología y señalando datos de 2020. “Probablemente estas cifras hayan aumentado tras la pandemia por COVID–19”, destaca la especialista que acaba de reflexionar sobre los cambios epidemiológicos que vivimos durante su ponencia en el 72 Congreso de la Sociedad Gallega de Pediatría (Sopega).
“Estamos viendo un incremento muy significativo de pacientes con trastornos alimentarios en los últimos dos años y medio”, asegura. “Hicimos un estudio con pacientes del área sanitaria de Vigo y vimos que se había duplicado el número de hospitalizaciones”. No solo eso –prosigue– si no que “un porcentaje no desdeñable de casos” son los más graves. De ahí, el incremento de los que requieren de ingresos. No son los únicos. Los cuadros de ansiedad o conductas patológicas como las autolesiones también se han disparado, reconoce.
Generalmente, la edad en la que debuta la anorexia nerviosa es entre los 12 y los 14 años, confirma la experta. La preadolescencia y la adolescencia son momentos claves donde la detección de un trastorno alimentario es crucial. En esta época de presión social de la imagen e identificación de la delgadez con la belleza y el éxito, los menores absorben las tendencias. “Como las influencers lifestyle [publican sus rutinas, manera de vestir y viajes que realizan], las afectadas llegan a identificar su trastorno de conducta alimentaria con un estilo de vida”, ejemplifica la pediatra. Las redes “muestran un modelo de belleza irreal, muchas veces inalcanzable y perjudicial para la salud”, prosigue. “Los preadolescentes y adolescentes están en una etapa evolutiva de ‘descubrimiento del mundo’ en donde lo social es lo prioritario, al tiempo que quieren encajar con sus iguales y pertenecer a un grupo…
Empapándose de estos mensajes y asumiéndolos como reales”, completa. A Pomba Liñares le parece fundamental fomentar desde etapas precoces “el sentido crítico”, dándoles a los jóvenes herramientas que puedan utilizar para cuando la presión social lo acapare todo”.
Otros estudios indican que quienes desarrollan un desorden alimentario también a menudo son objeto de presiones externas, como el acoso escolar, algún abuso o la ruptura de los padres. Restringir la ingesta de alimentos es una forma en la que un menor pretende sentir que tiene el control de su vida. Y, en ese caso, probablemente el inicio de un trastorno alimenticio es la manera que tiene el niño o la niña de expresar que tiene un malestar emocional que necesita ayuda. “Muchas veces no hay conciencia de enfermedad”, resume Liñares.
"El abordaje terapéutico de la anorexia y bulimia en la edad pediátrica es como uno oncológico: el plazo es de 4 o 5 años; pero se cura”
La tendencia está ahí. Desde la sede de Vigo de la Asociación de Bulimia y Anorexia de Pontevedra (ABAP) aseguran que las consultas psicológicas y nutricionales vinculadas a este tipo de trastornos se han disparado en un 60% a lo largo de 2021. Anorexia o bulimia son TCA con los que conviven unas 400. 000 personas en España, según la Fundación Fita y la Asociación Española para el Estudio de los Trastornos de la Conducta Alimentaria. Más allá del COVID, la pandemia ha traído consigo una agudización de estos casos. “Han sido muchos aspectos en la pandemia los que han afectado a la salud mental de la población... Y los preadolescentes y adolescentes han sido de los más perjudicados. Tenemos que pensar que se encuentran en un momento evolutivo en donde lo social es fundamental para su adecuado psicodesarrollo y la pandemia conllevó una merma en sus relaciones interpersonales”, analiza. “Además, durante un tiempo se quedaron sin estructura en sus vidas y con una vivencia de caos y de descontrol. La propia pandemia era una fuente de angustia y de intensa incertidumbre sobre el futuro, ocasionando aún más ansiedad”, reflexiona.
Como un proceso oncológico
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