Veinte años después de la catástrofe del Prestige, 100 buques pasan cada día ante el perímetro marítimo de Fisterra, de los que 35 portan mercancías peligrosas y 15 exhiben una bandera de conveniencia. Mientras, el buque monocasco con bandera de Bahamas hundido ante las costas gallegas el 13 de noviembre de 2002 contiene en su interior 1.500 toneladas de petróleo y su pecio se sigue corrompiendo, con el consiguiente riesgo de nuevas fugas. Son algunas de las conclusiones que se exponen en el documental 20 anos de dignidade dirigido por Xosé Aragunde, que se estrenará el próximo domingo en el Pazo da Cultura de Pontevedra. Será a las 12.00 horas con entrada libre.

Representantes de Nunca Máis expusieron ayer los motivos por los que, 20 años después, este movimiento social mantiene su vigencia. Xaquín Rubido Xocas explicó que el transporte marítimo de buques con bandera de conveniencia (“los paraísos fiscales del mar, con tripulaciones menos profesionalizadas y mayor índice de siniestralidad”, apuntó) se ha incrementado notablemente ante el litoral gallego, pasando de los 400 millones de toneladas de carga en el año 2001 a los 950 millones de toneladas registrados el pasado 2021. Añadió que el 42,8% de la capacidad de carga marítima mundial está actualmente en manos de buques con bandera de conveniencia. Estos, cuando no atracan en puertos europeos, no tienen que cumplir su legislación, pero transitan de todos modos ante nuestras costas, con el margen del límite del mar territorial.

El documental que se presentará en Pontevedra expone el “cúmulo de despropósitos y decisiones erradas” que se tomaron en el desastre del Prestige, como expuso la concejal de Cultura de Pontevedra, Carmen Fouces. “Todas aquellas burradas y malas decisiones hoy en día se están tomando igual respecto al cambio climático”, lamentó la edil.

Uxía Senlle expuso por su parte que veinte años después del Prestige el movimiento social Nunca Máis sigue reclamando cambiar “las políticas hechas contra nuestra dignidad, contra nuestra naturaleza”.

Xaquín Rubido apuntó además que, gracias a la movilización de Nunca Máis, en los últimos veinte años se han conseguido algunos avances en seguridad marítima, que, sin embargo, sigue presentando numerosas deficiencias. Recordó además que el pecio del Prestige se sigue corrompiendo en el fondo del mar, como han demostrado los científicos y pese a que los responsables políticos de la gestión de aquella catástrofe aseguraron en su día que el barco no se oxidaría “porque no hay oxígeno”, algo que también se demostró incierto.

Nunca Máis exige a la Administración que se baje al pecio para comprobar si hay fugas y sellarlas. Reclama también que el Estado cumpla la obligación de comunicar el listado de lugares de refugio y de planes de reacción ante un accidente similar. “El chapapote sigue asfaltando el fondo marino”, lamentó Rubido. También expresó su desánimo ante las declaraciones de los responsables públicos de entonces que hoy en día mantienen que volverían a hacer lo mismo y a tomar las mismas decisiones: “Son jetas, o caraduras, o gente sin alma; no sé cómo se atreven a decir semejantes tonterías”.