El príncipe Louis Nicolas Crépy de Orleans se da el 'Sí, quiero' en València
Se casa el nieto de Beatriz de Orleans ante la realeza y nobleza internacional

El príncipe Louis Nicolas Crépy de Orleans y Carolina Torio se casan en València / Eduardo Ripoll

Un Rolls Royce obliga a espaciar el pasillo humano creado entre la puerta de la Plaza de la Reina y la Catedral de València en el que la expectación se ha materializado en dos filas humanas. Apenas pasan unos minutos de las cuatro de la tarde cuando el imponente vehículo oscuro con las llantas blancas avanza ante el revuelo de móviles que planean sobre las cabezas de turistas y curiosos. De él, baja Carolina Torio Ballester envuelta en un velo blanco y atraviesa flashes y vítores, mismo camino que tomará hora y media después, con pétalos de flores en el ambiente, tras dar el 'sí quiero' a Louis Nicolas Crépy de Orleans.
El novio es el mayor de los once nietos de la princesa Beatriz de Orleans, que fue relaciones públicas de Dior en España, y estuvo casada con Miguel de Orleans, conde de Évreux. La novia, la valenciana Carolina Torio Ballester, estudió en Boston, igual que sus padres, y trabaja en el departamento de Servicios de Consultoría de Desarrollo y Asuntos Científicos de PharmaLex de Madrid. La pareja, Carolina Torio Ballester y Louis Nicolas Crépy de Orleans, se conocieron hace 10 años a través de una prima del príncipe francés.
Pero antes de que la joven valenciana cruzase la entrada de los hierros de La Seu de València y se les permitiera el beso que sella su amor en la riqueza y la pobreza, la salud y la enfermedad, un hombre entrajetado que supera los 70 años baila con el disfraz de oso gigante que habitualmente está en la plaza de la Reina. Parece que hasta rete al oso, imitándolo como si sacase las garras. Su acompañante, una mujer que luce un vestido rojo similar a una túnica japonesa y con quien habla en inglés, le hace fotos. Apenas dan unos pasos, le dejan dos euros y continúan su camino hacia el templo que ya burbujea expactación.
No pasan ni 10 minutos desde que la pareja se acerca al templo valenciano cuando las puertas de los hierros se abren. Son las 15:20 horas, faltan 40 minutos para que La Seu de València acoja este sábado 14 de octubre una boda real después de más de cuatrocientos años, cuando se celebró el enlace entre el rey Felipe III, llamado "el Piadoso", con su prima María de Austria.
Es en ese momento cuando la expectación se transforma en prisas de los primeros invitados por entrar ("venga, chicas, vamos", se oye de fondo) y en un paseíllo humano de fotógrafos, periodistas y curiosos que escoltan las entradas de familiares y amigos. A los comentarios constantes y preguntas de quienes se arremolinan le complementan los compases de tacones y zapatos caminando por el espacio habilitado hasta el templo.
Comienzan a llegar los invitados de los novios
Los minutos de después se han convertido en un transcurrir de trajes y vestidos de todo tipo (hasta de leopardo) pero no apto para todos los bolsillos. Son 400 los invitados y difícilmente haya entre los presentes alguno que le preocupe cómo se queda el salario mínimo interprofesional. Claro que las dudas del SMI serían diferentes para cada uno porque por los comentarios escuchados y las conversaciones cruzadas, la presencia internacional es variada, con el francés real del novio como sello dominante.
En la espera dos nombres propios han levantado expectación. El primero el de la abuela del novio, Beatriz de Orleans, con un traje rosado y diadema en el pelo, que a su llegada ha hablado de que este es un día de felicidad. El otro el de la cantante de ópera Ainhoa Arteta quien a las puertas del templo se ha admitido nerviosa porque cantará en la ceremonia. Aunque los apellidos compuestos y los cargos destacados formaban parte del trajín como las pamelas, los lazos, las tiaras y los diferentes tocados de pelo.

Así ha sido la llegada de los invitados a la boda real en València / Eduardo Ripoll
La novia llega en un Rolls Royce
La llegada de la novia, cinco minutos despues de las 4 de la tarde, ha provocado el mayor revuelo, por algo es la protagonista del día. No se ha hecho mucho de rogar. Dentro le esperaba el novio que ha sido de los más madrugadores, ahorrándose el paso por el túnel humano. Mientras él esperaba rodeado de la decoración eclesiástica del templo, la novia se arreglaba en el Hotel Westin de València junto a su madre quien, treinta años atrás, también cruzó el mismo umbral para casarse con el hoy padre de la novia.
Un Rolls Royce ha llevado a Carolina Torio hasta la mismísima puerta del templo para permitirle hacer su entrada triunfal. Para ello le ha sido preciso sortear la peatonalización de la plaza y hacer maniobras para esquivar la marabunta humana concentrada. Su llegada ha sido recibida con algún vítore y pocos aplausos al estar las manos más ocupadas en los móviles con los que inmortalizar el momento para que novios e invitados no sean los únicos que recuerden el día en que una boda real volvió a llenar la Catedral de València.

Diego Aitor San José
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