Adolescentes y TCA: obsesión enfermiza por tener más músculo o comer sano

El Colegio de Dietistas y Nutricionistas avisa del aumento de casos de vigorexia y ortorexia y del abuso de «dietas milagros» y de suplementos sin control, en lo que los más jóvenes no ven riesgos

Mujer en una báscula.

Mujer en una báscula. / Levante-EMV

El colectivo de nutricionistas llama la atención y lanza una alerta sobre los comportamientos de los más jóvenes en relación con la comida. Los Trastornos de Conducta Alimentaria, conocidos como TCA, van más allá de la anorexia o la bulimia y de querer verse más delgados frente al espejo. Lo que, a priori, podrían empezar siendo conductas sanas o buenos hábitos de alimentación —como reducir el azúcar, por ejemplo, o ir al gimnasio— pueden acabar siendo obsesiones enfermizas con consecuencias preocupantes.

Así lo avisan desde el Colegio de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CODiNuCoVa), que ayer —Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos Alimentarios— alertó sobre el aumento de vigorexia y ortorexia. Según el informe «Percepción del riesgo de TCA en la población adolescente", la preocupación por la imagen corporal comienza a ir más allá de la pérdida de peso y ahora la atención también se centra en la ganancia de masa muscular y el incremento de peso total.

«Observamos una tendencia hacia la búsqueda de cuerpos más voluminosos y musculados. Este desplazamiento en las prioridades podría implicar un aumento en el futuro de otros tipos de TCA menos tradicionales como la ortorexia, obsesión por la comida sana, o vigorexia, que se centra en la búsqueda obsesiva por alcanzar mayor masa muscular a cualquier precio y mediante cualquier medio», explica Bárbara Tena, cofundadora de Comer Libremente y coautora del documento.

Hay que tener en cuenta que esta tendencia aparece ya en adolescentes, lo que supone una preocupación creciente por su apariencia física y la aparición de la crítica corporal desde los 12 años. 

El informe está elaborado por el Proyecto Comer Libremente y en colaboración de CODiNuCoVa y es resultado de encuestas a 300 adolescentes valencianos de 12 a 18 años durante 2023. Se ha contrastado que, además de la obsesión del aumento de masa muscular o por la ingesta llevada al extremo de comer comida saludable —lo que fomentan, en muchos casos, cuentas en las redes sociales—, sigue presente la preocupación por adelgazar, sea como sea, en lo que los más jóvenes parece que no ven ningún riesgo.

Perder 4 kg en un mes

Según los datos, el 58,6% de las personas encuestadas admite haber realizado comentarios sobre cuerpos ajenos tras percibir cambios físicos en sus compañeros y compañeras. El 35,7% de los adolescentes está o ha estado a dieta en el último año y la mayoría de ellos no quiere especificar el motivo por el que la comenzó. No obstante, a este respecto, hay un dato que ha alarmado especialmente al colectivo de nutricionistas: que uno de cada cuatro encuestados considera normal perder más de cuatro kilos en un mes.

«Esto refleja una posible normalización de prácticas de pérdida de peso de riesgo, con conductas alimentarias que son en sí un trastorno, como el ayuno prolongado, la restricción calórica extrema o el uso de laxantes. Estas prácticas pueden desencadenar un círculo vicioso: tras una dieta extrema, muchas personas experimentan atracones, lo que aumenta su insatisfacción corporal y refuerza conductas compensatorias poco saludables, creando un ambiente propicio para TCA», explica Luis Cabañas, presidente del CODiNuCoVa.

Asimismo, otro de los mayores riesgos de las «dietas milagros» y la fijación de conseguir el «cuerpo deseado» que abunda en redes sociales —aunque, en la mayoría de casos, no son reales— son los suplementos para perder peso, que un 13 % de adolescentes reconoce haber tomado. Su comercialización está demasiado «extendida», según el colegio, y «sin ninguna medida de control ni regulación». 

«El hecho de seguir dietas sin una supervisión profesional en edades tempranas es un factor de riesgo de desarrollar un TCA. La atención excesiva en la imagen corporal y el control de los alimentos ingeridos aumentan el riesgo de mantener posteriormente este tipo de conductas extremas, generando una obsesión que empeora la calidad de vida», señala Belén Serrano, dietista-nutricionista y coautora del estudio.  

«La limitada percepción de los riesgos de las dietas subraya la necesidad de fomentar una educación sobre prácticas saludables a la hora de modificar el físico y, para ello estamos los profesionales de la Nutrición», indica, por su parte, Cabañas.

Desde CODiNuCoVa recuerdan la importancia del trabajo multidisciplinar en este sentido, contando también con psicólogos.

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