Entrevista

María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación: "El 'bullying' y la violencia machista son dos formas de un mismo modelo social"

La docente e investigadora de la Complutense asegura que el aprendizaje cooperativo puede ayudar a detectar el acoso escolar

María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid.

María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid. / José Luis Roca

Olga Pereda

Catedrática de Psicología de la Educación de la Universidad Complutense, María José Díaz-Aguado es la directora de la Unidad de Psicología Preventiva, institución que, de la mano de la Fundación ColaCao, llevó a cabo en 2023 uno de los mayores estudios del 'bullying' en España. Editado ahora como libro, el informe revela que en cada clase hay dos alumnos que son víctimas de acoso y en cada dos clases hay un acosador. El 17% de los agresores y el 20% de sus damnificados reconocen haber intentado quitarse la vida alguna vez. La profesora Díaz-Aguado recibe a El Periódico en su despacho de la facultad para hablar de matonismo en las aulas, una “grave amenaza para los derechos humanos”.

¿Por qué los acosadores acosan? 

Para ejercer el poder sometiendo a quien perciben más débil. Si lo consiguen, suelen reincidir. Pero si comprueban que solo pueden obtener poder de forma positiva, el acoso suele cesar. Con cierta frecuencia, los acosadores tienen dificultades para conseguir protagonismo positivo y se relacionan mal con figuras de autoridad. La forma más fácil de ejercer el dominio que buscan es elegir a la víctima más indefensa. Es un ejemplo de un modelo ancestral terrible donde el dominio se ejerce abusando de otra persona.

Igual que la violencia machista. 

Exactamente. Ambas son gravísimas amenazas para los derechos humanos. Son dos formas de un mismo modelo social y suelen estar relacionadas. Por eso es buena idea prevenir el acoso escolar y la violencia de género conjuntamente, como propone Naciones Unidas.

No todo es 'bullying'. ¿Qué condiciones se tienen que dar para que lo sea?

La traducción literal de 'bullying' es matonismo, que se caracteriza por un desequilibrio de poder. Además, se hace con la intención de dañar. Es grave porque se repite y porque la víctima sufre una violencia dolorosa y no puede hacer nada para evitarla. Puede pedir ayuda, sí, pero el sistema tiene que intervenir. El acoso suele cesar cuando eso ocurre y se impide que el matón consiga poder con la violencia facilitándole alternativas positivas para lograr poder o sentirse bien y popular.

"El acoso escolar y la violencia machista son dos formas de un mismo modelo social y suelen estar relacionadas"

¿Cuál debe ser el papel de familia? 

Todas deberían hablar con los hijos y las hijas del acoso escolar y de otras formas de agresiones. Ayudarles a rechazarlos, a intervenir desde la primera señal para detenerlos y enseñar a resolver los conflictos sin violencia. Trasmitirles confianza en que si tienen un problema estamos disponibles para ayudar. El 70% del alumnado responde que, en su casa, existe la postura más contundente de rechazo al acoso. En el otro extremo, el 4% asegura que no le dan importancia o se dice que eso ha sucedido siempre y que es algo normal, una situación que incrementa el riesgo de ejercer acoso o apoyar a quienes lo ejercen.

Hay padres que, lamentablemente, admiten que prefieren que sus hijos sean acosadores que acosados. 

Tremendo. Según nuestro estudio, los acosadores suelen tener una tendencia muy fuerte a conductas antisociales para sentirse importantes. Una de ellas es el 'bullying', pero hay otras. Por ejemplo, la violencia contra las mujeres o el trato desafiante hacia el profesorado y otras figuras de autoridad en la familia. También pueden emplear la violencia contra sí mismos como una forma de ejercer su poder. Nuestro estudio revela que el 17% de los acosadores [y 20% de las víctimas] reconocen que han intentado quitarse la vida alguna vez. Hacen falta muchos más recursos de prevención en salud mental, dentro y fuera de los centros escolares.

"Tenemos que empoderar al profesorado para que puedan asumir lo que les pedimos: ni más ni menos que cambien la sociedad, ese modelo ancestral de dominio y sumisión que se reproduce en el acoso"

¿Cree que el Gobierno y las comunidades se toman en serio la violencia en las aulas? 

Se lo toman en serio y están tomando medidas acertadas que dan resultados, pero es preciso incrementarlas y mejorar su eficacia. En nuestro estudio vimos que el 80% del alumnado reconoció haber trabajado desde las aulas sobre qué es el acoso y qué hacer para detenerlo y el 85% también trabajó sobre los riesgos de internet y las redes sociales. Las dos medidas reducen el riesgo de acoso o ciberacoso. Funcionan, aunque no garantizan una protección absoluta. Hay que extenderlas al 100% del alumnado, evaluarlas y mejorar su eficacia. Tenemos que empoderar a las escuelas y al profesorado para que puedan asumir lo que ahora les pedimos: ni más ni menos que cambien la sociedad, ese modelo ancestral de dominio y sumisión que se reproduce en el acoso. Les tenemos que dar recursos suficientes para un objetivo tan ambicioso.

Los profesores alegan que es muy difícil localizar casos en el instituto. 

En secundaria, el objetivo tradicional del profesorado era enseñar una materia específica en un horario concreto. Hoy les pedimos objetivos mucho más ambiciosos, como mejorar el aprendizaje a través de la cooperación entre estudiantes, con el que es más probable que algunas señales de acoso aparezcan en el aula y sea más fácil que los docentes las vean. Por ejemplo, una broma desagradable, una humillación, una exclusión o una conducta despectiva. Si intervenimos ante esta primera señal, que todavía no es acoso, no irá a más. Con las clases tradicionales, donde el profesor explica una lección y los alumnos toman nota, es más complicado detectarlo.

"En las clases tradicionales, donde el profesor explica una lección y los alumnos toman nota, es más complicado detectar el bullying"

La mitad de los estudiantes que sufren 'bullying' aseguran que su aspecto físico (sobre todo, en las chicas) es el motivo de las agresiones. Otro factor de riesgo es tener alguna dificultad de aprendizaje o diversidad funcional. 

La principal condición de riesgo de victimización es ser percibido como débil o diferente. Por eso los colectivos que sufren estigmatización en el conjunto de la sociedad tienen más riesgo de sufrir acoso. La prevención del acoso escolar debe incluir un tratamiento proactivo de respeto a distintos tipos de diversidad, enseñando a detectar y a rechazar los discursos de odio que pueden conducir a la violencia. Por otra parte, que el aspecto físico sea la causa más frecuente a la que las víctimas atribuyen su acoso puede estar relacionado con la exagerada importancia de la apariencia en la generación nativa digital, en su acentuada tendencia a ver y colgar fotos y vídeos. El hecho que las chicas sufran más este tipo de acoso, sobre todo a partir de la pubertad, nos recuerda que los estereotipos sexistas de la mujer objeto, valorada sobre todo por su apariencia, no han desaparecido y que para prevenir esta violencia es necesario adoptar una perspectiva de género.

Callar solo empeora las cosas. ¿Cómo podemos animar a las víctimas a que rompan el silencio? 

Transmitiéndole más seguridad. En el modelo dominio-sumisión, el matón puede sentirse un héroe y la víctima, culpable y con miedo e, incluso, creyendo que pedir ayuda es estigmatizador. El sexismo puede incrementar este riesgo entre los chicos al prohibirles pedir ayuda. A los hombres les cuesta bastante más solicitar apoyo, quizá por eso, tanto en España como en el resto de países de la UE, por cada mujer que se suicida hay tres hombres que lo hacen. Tenemos que crear una cultura distinta donde todas las víctimas sepan que no son culpables de la violencia y que el sistema les va a apoyar. Si las perciben aisladas, indefensas y en silencio, el riesgo de victimización aumenta.

¿Quién tiene poder para detener al matón? 

El grupo de compañeros, los adultos y el sistema. No solo pasa en la escuela, esto forma parte de la cultura de la violencia.

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