Entrevista

Dolores de la Puerta, experta en microbiota: "La salud mental está íntimamente relacionada con nuestro intestino"

La autora de 'La microbiota estresada' sostiene que la mayoría de las patologías, incluidas las mentales, mejoran si se actúa sobre los microorganismos que habitan en el cuerpo

María Dolores de la Puerta, doctora experta en microbiota.

María Dolores de la Puerta, doctora experta en microbiota. / José Luis Roca

Patricia Martín

Madrid

La doctora María Dolores de la Puerta se formó como cirujana pero en el año 2000 comenzó a explorar la microbiota (los billones de microorganismos que habitan en nuestro cuerpo) y quedó “fascinada”. Desde entonces, se ha volcado en tratar a pacientes de diversas patologías, actuando sobre la microbiota (antes conocida como flora intestinal), y a realizar divulgación científica sobre el poder del 'llamado ‘nuevo órgano’. Recientemente, ha publicado 'La microbiota estresada', un libro donde expone el estrecho vínculo existente entre el intestino y nuestra mente.

-¿Qué le llevó a cambiar el mundo de la cirugía plástica por el de la microbiota?

-Mi inquietud por encontrar respuestas que parecían difíciles de resolver por los caminos de la medicina convencional. Entonces, descubrí la microbiota y como me pareció un mundo fascinante, empecé a girar la práctica clínica y en dos años ya solo veía pacientes de microbiota.

-¿Cuáles son las principales funciones de la microbiota?

-Por un lado, funciones digestivas, ayuda a hacer la digestión, principalmente la fibra, que nuestro cuerpo no es capaz de digerir sin microbiota. Además, nos aporta aminoácidos, vitaminas, contribuye a la estabilidad de las hormonas y tiene función de barrera frente a la colonización por patógenos, por lo que previene infecciones y tiene actividad inmunomoduladora. También tiene funciones en el metabolismo endocrino, el sistema nervioso, etc. Podemos decir que influye en el funcionamiento de todo nuestro organismo, con más o menos relevancia.

"El estrés crónico es un gatillo proinflamatorio que destroza la microbiota, la desordena muchísimo y también afecta a la pared del intestino"

-¿Cómo se relaciona con la salud mental?

-En el intestino también tenemos neuronas, que son las células que tenemos en el cerebro y ambas partes tienen conexiones directas e indirectas a través del nervio vago y a través de sustancias. Con lo cual, nuestra salud mental, tanto física como emocional, está íntimamente relacionada con la salud de nuestro intestino.

-¿Qué influencia concreta tiene en la microbiota el estrés y la ansiedad?

-La relación está mediada por las moléculas que se asocian al estrés. Una situación de estrés agudo, no supone un problema. El problema es el estrés que se mantiene, que produce una serie de moléculas asociadas al cortisol que son tremendamente inflamatorias. El estrés crónico es un gatillo proinflamatorio que destroza la microbiota, la desordena muchísimo y también afecta a la pared del intestino. Y lo mismo sucede con la ansiedad, el origen es diferente pero el final de la historia es el mismo.

-¿Y una microbiota alterada, a su vez provoca estrés y ansiedad?

-Sí, es un camino bidireccional. Una buena microbiota nos genera una serie de moléculas que nos protegen de la inflamación y eso nos ayuda a gestionar adecuadamente el estrés. Y si tenemos una situación de microbiota desordenada, una de las complicaciones asociadas, es un mal manejo del estrés. Es un pez que se muerde la cola.

-Otro de los temas que aborda en su libro es su influencia en la calidad del sueño. 

-Sí. Hace muchísimo tiempo que sabemos que la melatonina, que es la hormona que regula los circos circadianos, lo que debe ocurrir en nuestro organismo en el día y en la noche, se produce en el cerebro pero también en el intestino. Además, el 90% de la seratonina circulante, que es la hormona de la felicidad, se produce en el intestino. Con lo cual, si nuestra microbiota está bien, tenemos un potencial tremendo de producción de melatonina en el intestino, que nos ayuda con la calidad del sueño.

"La microbiota tiene relación con problemas de piel, migrañas, trastornos del neurodesarrollo o patologías neurodegenerativas como el párkinson o el alzhéimer"

-Puede ponerme ejemplos de la vida real, de la influencia de la microbiota en la salud mental.

-Su influencia es muy significativa en pacientes con patologías crónicas, como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa, donde les arreglas la microbiota y tienen menos brotes. Pero si estos pacientes sufren una situación de estrés mantenido, como la muerte de un familiar o estar preparando una oposición, estas circunstancias funcionan como un gatillo para generar un brote. Por ello, a la hora de tratar al paciente, además de los fármacos que sean necesarios, hay que modular el estrés o el estado ansioso o depresivo que dio lugar al brote. Lo veo de forma muy habitual en las consultas.

-Además de en la salud mental, cada vez tiene más importancia en todo tipo de patologías. ¿Cuáles?

-Yo en consulta no solo trato patología digestiva. La microbiota también tiene relación con problemas de piel, migrañas, trastornos del neurodesarrollo como el TDAH, patologías neurodegenerativas como párkinson o alzhéimer, desórdenes metabólicos o endocrinos. No quiero decir que trabajando la microbiota de los pacientes se resuelvan sus patologías. En algún caso sí, cuando el trastorno es funcional. Pero en la mayoría de patologías graves si modulamos la inflamación, que es denominador común que conecta todas estas enfermedades a la microbiota, tendremos una buena herramienta para mejorar algunas de las enfermedades más importantes. Podemos mejorar la evolución de la enfermedad y la calidad de vida del paciente.

"A la microbiota no le gusta todo lo que venga para calentar y comer"

-Como podemos mejorar nuestra microbiota, tengamos o no una enfermedad.

-Hay cuatro recomendaciones. En cuanto a la alimentación, lo que le gusta a la microbiota es la fibra de calidad, presente en cereales integrales o tubérculos. Además, le gustan los polifenoles [antioxidantes] de frutas, verduras, frutos rojos, setas, aceite de oliva, cacao o café o los alimentos fermentados como el yogur o el kéfir. Y no le gustan los alimentos refinados, ultraprocesados, las gasas saturadas, los conservantes y colorantes. En general, todo lo que venga para calentar y comer. En segundo lugar, el sedentarismo es el gran enemigo de la microbiota, por lo que hay que mantener una vida activa. También hay que tener buenos hábitos de sueño, tanto en horarios como en calidad. Por último, es recomendable controlar el estrés. Yo no soy una gurú de la meditación pero propongo cosas fáciles como la respiración consciente o hacer paseos contemplativos.

-Y qué hay de los probióticos. ¿Es bueno que personas sanas tomen los suplementos que se venden para mejorar la microbiota?

-Los probióticos están de moda, pero el problema es que hay muchos tipos, por lo que deberían tomarse bajo consejo médico, porque no son inofensivos en determinadas circunstancias.

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