Oasis de prehistoria
Palacio de Helguera: así es el refugio cántabro de Alberto de Mónaco
La relación del príncipe con los Valles Pasiegos es principalmente sentimental , ya que su tatarabuelo fue el gran patrocinador de las excavaciones y estudios científicos de las principales cuevas prehistóricas de la zona
Este hotel boutique, con sus once habitaciones cargadas de personalidad y un estilo rococó que evoca el lujo de antaño, ofrece una experiencia única a sus huéspedes

Fachada principal del Palacio de Helguera.
Natalia Vaquero
El príncipe Alberto II de Mónaco, un enamorado confeso de la arqueología, disfruta a lo grande en Cantabria de las delicias del Palacio de Helguera, una casona con historia estrechamente vinculada a la realeza monaguesca que patrocinó a principios del pasado siglo XX las excavaciones de las asombrosas cuevas rupestres de los Valles Pasiegos.
En la tranquila región de Cantabria, donde las cuencas despliegan su manto verde salpicado de pueblos con encanto, se erige un palacio que ha trascendido su función original para convertirse en un refugio selecto, un lugar donde la historia y el lujo convergen. Se trata del Palacio de Helguera, un tesoro arquitectónico del siglo XVII transformado en un lujoso hotel Relais & Châteaux. Tras sus muros de sillería, la prestigiosa interiorista Malales Martínez Canut ha dado una nueva vida a la propiedad para dotarla de un estilo rococó único que combina la elegancia del siglo XVIII con las comodidades del siglo XXI.
Pero la historia del Palacio de Helguera va más allá de su decoración y su encanto señorial; está entrelazada con la realeza monegasca y el legado del arte rupestre en la región.
El hotel ha tenido el honor de alojar a un huésped de excepción: Alberto II, príncipe de Mónaco. Su visita revela la conexión del soberano con la región y su aprecio por el patrimonio histórico y cultural español.
Cuevas del Castillo
La estancia del príncipe Alberto en el Palacio de Helguera, durante la primavera de 2024, sirvió para conmemorar el centenario de las excavaciones de las cuevas del Castillo en Puente Viesgo, un enclave declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO 2008.
La relación Alberto de Mónaco con estas cuevas es principalmente sentimental , ya que su tatarabuelo, Alberto I de Mónaco, un ferviente impulsor y mecenas del estudio de la prehistoria, fue entre 1909 y 1924 el gran patrocinador de las excavaciones y estudios científicos de las principales cuevas de la región con pinturas del Paleolítico.
Para honrar su contribución al conocimiento de este valioso patrimonio, el centro de Arte Rupestre de Puente Viesgo lleva su nombre.

Malales Martínez Canut habla con Alberto de Mónaco, rodeado de su séquito en el Palacio de Helguera. / / N.V.
Tranquilidad y discreción
Además de interesarse por las cuevas prehistórica Alberto, encontró en el Palacio de Helguera un oasis de tranquilidad y discreción para conectar con la naturaleza y disfrutar de la gastronomía local. Este hotel boutique, con sus once habitaciones cargadas de personalidad y un estilo rococó que evoca el lujo de antaño, ofrece una experiencia única a sus huéspedes.
La historia del Palacio de Helguera se remonta al siglo XVII, cuando fue erigido con fachadas de sillería y elementos originales que aún se conservan, como los suelos de madera de roble y olmo, los techos con artesonado y la gran escalera de piedra con el escudo de la familia Ceballos.
La casona fue construida por Juan José de Ceballos, III Conde de Santa Ana de Las Torres, en honor al virrey de Perú para su regreso a España.
Señal divina
La interiorista Malales Martínez Canut, que desciende de la hija del virrey de Nueva España, Ana Agustina Berenguer de Marquina Anzoatégui y Fitzgerald, percibió , al visitar por primera vez el palacio, la señal que le había pedido a la Virgen María para adquirir la propiedad.
Durante el fin de semana de la estancia del príncipe, el palacio se cerró al público para garantizar la privacidad y seguridad del soberano y su séquito.
Alberto de Mónaco se alojó en una de las 'suites' más exclusivas, la habitación del Regente Gabriel Ciscar, que comunica con la de la Virreina de Nueva España.
Gastronomía nacional
La gastronomía jugó un papel importante en la estancia del príncipe Alberto en el Palacio de la Helguera. El restaurante Trastámara, bajo la dirección del chef Renzo Orbegoso, deleitó al soberano con platos de las cocinas española y cántabra. Los raviolis de rabo de toro, la tortilla de patatas y el rodaballo fueron algunos de los manjares que conquistaron su paladar. El príncipe también quedó fascinado por el vino del Palacio, un Ribera del Duero elaborado con viñas centenarias de la zona, hasta el punto de que se llevó varias cajas para Mónaco.
También disfrutó de los jardines del Palacio y se relajó en la piscina infinita con vistas a los valles. Los trabajadores del hotel lo recuerdan como una persona afectuosa, educada y culta que les regaló una porcelana de Mónaco.
Este hotel boutique, donde se pueden comprar artículos de anticuario, se ha convertido en un refugio dorado para numerosas personalidades del mundo del deporte, el arte y el espectáculo. Rafael Nadal, Antonio Banderas, Uma Thurman, Ágatha Ruiz de la Prada, Úrsula Corberó, Chino Darín, Joaquín Sabina o 'El Rubius' son algunos de los rostros conocidos que han encontrado en este palacio un lugar donde desconectar y disfrutar de la tranquilidad de Cantabria y, sobre todo, de la belleza y el patrimonio cultural de los Valles Pasiegos.
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