Muere Inés, la leoparda del Bioparc

La necropsia ha desvelado que, a sus 18 años, padecía una lesión de columna

La leoparda Inés

La leoparda Inés / Bioparc

Amparo Barbeta

Amparo Barbeta

València

Uno de los animales más emblemáticos del Bioparc, la leoparda Inés ha muerto. Hace unas semanas, el equipo veterinario del centro notó que mostraba una cojera en las patas traseras, aunque durante sus revisiones rutinarias todos sus órganos estaban en buen estado. Ahora, al realizar una necropsia, se ha observado una lesión en la columna, un problema común por su edad ya geriátrica que motivó la compresión de unos nervios en la parte caudal de su cuerpo y causó su cojera.

A sus 18 años y muy próxima a cumplir los 19, Inés, junto a su pareja Negombo con quien tuvo varios cachorros, había alcanzado una edad muy cercana a los máximos registros en animales que permanecen bajo cuidado humano y muy superior a los 10-12 años que supone la esperanza de vida de esta especie en su hábitat. Inés se integró en BIOPARC Valencia a finales de 2007, pocos meses antes de la apertura del parque al público, procedente de Burgers’ Zoo Arnhem, en Países Bajos. Desde ese momento, pudo disfrutar de un entorno que recreaba la selva y que compartía con la pantera negra Mamba (leopardo melánico) y con el macho Negombo con el que formaba pareja y ha contribuido al éxito del programa internacional de preservación (EEP) del leopardo de Sri Lanka (Panthera pardus kotiya). Los cachorros nacidos en València ya forman parte de otros grupos que, bajo criterios científicos, tienen como objetivo garantizar la supervivencia de esta especie en peligro de extinción

Poblaciones de leopardos

Las poblaciones de leopardos están disminuyendo drásticamente, siendo algunos de los factores de amenaza la desaparición de sus presas habituales, la fragmentación y transformación de su hábitat en tierras de cultivo y la caza. Incluidos en la Lista Roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) y globalmente han disminuido un 30% en los últimos 23 años, desapareciendo en 26 países en los que antes tenía presencia. De hecho, durante los primeros años de la década de los 60 en el este de África se comercializaron 50.000 pieles de leopardo al año para satisfacer la demanda del comercio de su codiciado pelaje.

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