Familias
Permitir que tu hijo adolescente tenga sexo en casa con su pareja: ¿fin del tabú en la educación sexual o exceso familiar?
"Prefiero que mi hija tenga la confianza de contármelo y pedirme permiso para venir a casa en lugar de que lo haga, sin yo saberlo, en un coche", defiende Inés, madre de una chica de 16 años
Los psicólogos advierten de los riesgos de acelerar la adolescencia y recomiendan a los progenitores que no faciliten tanto las cosas a sus hijos

Un adolescente conversa en su habitación con su madre y su padre, en su casa de Barcelona. / / Jordi Otix
Olga Pereda
María, de 16 años, conoció a Iñaki, un año mayor que ella, por internet. Vivían en ciudades diferentes (él, en Madrid, y ella, en Gijón) y entablaron una relación 'online'. Los padres de ambos lo sabían y lo aprobaban. Después de unos seis meses, plantearon la posibilidad verse y pasar unos días juntos. Iñaki compró un billete de bus para Gijón y sus padres no tuvieron inconveniente en pagarle un hotel. Sin embargo, la familia de María se negó y le invitó a su casa. Iñaki durmió en la habitación de María, con ella. La ‘operación’ se repitió unos meses más tarde. Los padres de Iñaki abrieron las puertas de su casa a María, que pasó un largo fin de semana en Madrid durmiendo en la misma habitación que él. ¿Qué implica este gesto, que no es excepcional y se repite en muchos hogares? ¿Es fruto de la normalidad con la que padres y madres, por fin y tras décadas de tabús, afrontan la vida sexual de sus hijas e hijos? ¿O es un síntoma de una paternidad mal afrontada? Los psicólogos lo tienen claro.
“Algunas familias aceptan que su hijo de 14 años, en los inicios de la pubertad, lleven a casa a su pareja y duerman juntos, alegando que se quieren y son felices. Se trata de una tendencia que denota un empuje a lo híper, muy típico de esta época. Queremos comprimir la infancia y acelerar la adolescencia para convertirlos en hombres y mujeres antes de hora”, explica el psicólogo clínico José Ramón Ubieto, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y autor del ensayo 'Adolescencias del siglo XXI'. En la misma línea, la psicóloga, sexóloga y terapeuta de pareja Núria Jorba explica que el caso de María e Iñaki es el ejemplo de un error muy frecuente entre la actual generación de padres y madres: querer ser amigos de sus hijos. Ambos profesionales destacan que una cosa es que el sexo y la educación afectivo sexual no sea un tabú en los hogares (una gran conquista social) y otra, muy distinta, que las familias se pasen de frenada.
Pareja estable
No lo ve de esa manera Oscar, el padre Iñaki. “Permitir a mi hijo que duerma en casa con su pareja es lo más normal del mundo. No es el ligue de una noche sino su pareja estable. Eso no significa que yo esté empujando a mi hijo a que tenga relaciones sexuales, lo que no hago es prohibir. Además, mejor en un sitio seguro como mi casa que en cualquier otro lugar. ¿Tiene que estar con su chica en un hotel o en un coche? Yo no veo ningún problema a que lo hagan en casa. Mi hijo es un chaval maduro y responsable, lo hemos educado muy bien. No me supone ningún incoveniente levantarme y que ella esté en la cocina. No creo que me rompa mi intimidad. Mi intimidad la tengo en mi baño y en mi habitación”, argumenta Oscar, que niega ser amigo de su hijo. “No lo soy, soy su padre. Pero sí tengo una excelente relación con él. A lo largo de su vida le he dicho muchas veces 'no'. No soy el típico padre que dice sí a todo y le permito todo”, concluye.
Inés, madre de una adolescente de 16 años, opina lo mismo. Su hija ha dormido en casa con su pareja, de la misma edad, en varias ocasiones. Las primeras veces estuvieron en habitaciones separadas, pero ahora ya lo hacen juntos. "No hablamos de un ligue puntual sino de su pareja, que es un chaval maduro, igual que ella. Lo hemos hablado mucho y le he recordado que mi casa es mi casa, no es un hostal. Hay normas de convivencia que tienen que cumplir y unas condiciones", explica Inés. "Las relaciones sexuales de tus hijos van a ocurrir, quieras o no. Prefiero que mi hija tenga la confianza de contármelo y pedirme permiso para venir a casa en lugar de que lo haga, sin yo saberlo, en un coche o en mitad del campo. Yo lo hice así de joven y creo que tiene más inconvenientes que ventajas", concluye.
"Está completamente fuera de lugar que el novio de tu hija se llame suegro con 14 años. Ese niño no es tu yerno. Es, simplemente, un amigo de tu hija"
Obstáculos necesarios
Los psicólogos esgrimen razones distintas. “Los padres no han de facilitar tanto las cosas a sus hijos. Las relaciones sexuales deben tener un punto de descubrimiento y experimento. El deseo se alimenta con obstáculos, si se lo pones fácil el deseo baja. Además, está completamente fuera de lugar que el novio de tu hija te llame suegro con 14 años. Ese niño no es tu yerno. Es, simplemente, un amigo de tu hija. Y punto”, subraya Ubieto. El docente recuerda a las familias que borrar la infancia y acelerar la adolescencia –no solo dormir en casa con un novio adolescente sino tener un móvil propio con 8 años o celebrar una graduación escolar en infantil– es un error porque supone “introducir un desamparo justo en el momento en que debemos proteger ese tiempo que, atravesado a su ritmo, les permitirá hacerse adultos”.
¿Qué edad es la más apropiada para la primera relación sexual? La respuesta que dan todos los expertos es “depende”. Depende del adolescente, su grado de madurez, su contexto, sus habilidades, su educación… “Cada madre y cada padre tienen que verlo en función de la madurez. Pero, en todo caso, que haya obstáculos no es ningún problema”, sentencia el psicólogo.
"Cada caso es diferente y todo depende de la madurez de cada persona, pero ¿tener relaciones sexuales con 15 o 16 años? No lo veo, honestamente. En la vida hay que ir quemando etapas, no saltárselas"
“Cada caso es diferente y todo depende de la madurez de cada persona, pero ¿tener relaciones sexuales con 15 o 16 años? No lo veo, honestamente. En la vida hay que ir quemando etapas, no saltárselas”, añade la sexóloga Jorba, quien insiste en que ceder la casa para que los hijos adolescentes tengan relaciones sexuales “más cómodas” no es la mejor idea. “Tenemos que recuperar los límites, que son muy necesarios en la educación de nuestros hijos. El sexo implica intimidad, ¿tengo que saber yo cuando mi hija se acuesta con alguien? Pues no. Eso forma parte de su intimidad. Una cosa es facilitarles preservativos y hablar de sexualidad abiertamente y otra dejarles la casa y hasta decirles que lo pueden hacer en mi cama para que cumplan sus fantasías sin filtro. Está muy bien que en casa hablemos de todo sin miedos ni vergüenza, pero ¿tengo que conocer al detalle la vida sexual de mi hijo? En absoluto”, asegura.
La terapeuta de parejas, igual que el profesor de la UOC, subraya que facilitar la casa a los hijos adolescentes para mantener relaciones sexuales no ayuda precisamente al deseo. “Deseamos lo que no tenemos. Si lo tengo todo tan fácil, desearé menos”, advierte tras dejar claro que, hablando de sexo, no es lo mismo un adolescente de 15, 16 o 17 años que un joven de 25.
Jorba pide a las familias recuperar la palabra no, un término que sirve mucho para educar pero que está bastante olvidado entre la actual generación de padres y madres, volcados en la felicidad de sus hijos. “Estamos perdiendo la lógica como progenitores y no estamos enseñando a nuestros hijos a gestionar emociones desagradables. No se van a bloquear emocionalmente porque les digamos que no a algo. Por ejemplo, no cederles la casa para que mantengan relaciones íntimas. Es una manera estupenda de que aprendan a lidiar con la frustración. Nuestros hijos tienen que buscarse la vida como hemos hecho otras generaciones, es su trabajo. Tocarse y besarse en un coche o en la calle también da un subidón emocional y es un reto que alimenta el deseo”, concluye.
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